Desconfianza que lleva al Amor

Capitulo 19

Sysyfo fue en busca de Aome, no le reclamaría absolutamente nada, pues había visto todo y no tenía derecho a reclamar.

Cuando llegó al lugar en el que había sentido el cosmos de la azabache, la encontró bastante seria, y con algunos rastros de lágrimas.

Sysyfo: Aome. - llamando su atención -
Aome: Sysyfo. - volteando a verlo - Tengo que decirte algo, yo....
Sysyfo: Lo sé, los ví. - la interrumpió, y ella se sorprendió al escucharlo - Cuando termine de hablar con Athena y el patriarca, fui a buscarte, y ví y escuché todo. No estoy molesto.
Ni contigo, ni con Dokho.
Aome: Pero...
Sysyfo: Siempre supe que el guardaba sentimientos por ti. - suspiro y se sentó junto a ella - Supongo que si le hubieras dado una oportunidad a él, yo habría hecho lo mismo que él hizo hace un rato.
Aome: Te habría golpeado.
Sysyfo: Si, esa era una gran posibilidad. - rio al escucharla - Creo que desde el momento en que me diste ese derechazo, fue cuando te comence a ver diferente.

Aome no hizo más que reír ante ese comentario, ellos si que eran todo un caso, pero habían logrado entenderse a la perfección.

Regulus: Tío Sysyfo. - llegó al lugar encontrando a la pareja - Tía Aome, Athena quiere hablar con ustedes dos.

A pesar de ser un niño, Aome sabía que el tono que Regulus habia usado, era uno bastante serío, lo cual les dió a entender a ella y al arquero, que algo había pasado.

............

Cuando llegaron al lugar dónde estaba Athena, fue entonces que ella y Sysyfo lograron sentir el cosmos del Cid de Capricornio.

Sasha les explico lo que harían, pues, enviarían una de las flechas de Sysyfo y una de las de Aome, ambas al mismo tiempo, para de ese modo, ayudar al caballero de Capricornio.

Los dos se prepararon, y una vez que Sasha estaba en medio de ellos, adoptando la misma posición de ellos, Sysyfo y Aome dispararon sus flechas, las cuáles adquirieron un brillo especial, gracias al cosmos de la joven diosa.

Y unas horas después, Aome sintió como el cosmos del Cid se despedía de ella.

..........

Sage: Abandonaré el santuario. - dijo, mirando al resto de los dorados - Iré a ayudar a Manigoldo.
Shion: ¡Pero patriarca! - protestando al instante -
Sage: Solo ustedes, así como Tenma, Yato y Yuzuriha saben de mi hermano Hakurey. - interrumpiendo a Shion - Si algo me pasa, el asumirá mi puesto como patriarca.

Aome no dijo nada, solo salió de la camara, llamando así la atención de todos, pues, para nadie era un secreto, que ella y Sage eran como padre e hija.

Sysyfo: Aome...
Sage: Déjala Sysyfo. - deteniendolo - Yo hablare con ella.

Una vez que Sage salió de ahí, los caballeros miraron a Athena, se veía decaída, y ya no tenía ese brillo especial en sus ojos, la Guerra estaba siendo difícil para ella también.

Por otro lado, Sage encontró a Aome cerca de la estatua de Athena, lanzando una flecha hacia el cielo, con el fin de reforzar la barrera.

Sage: Aome. - parándose a lado de ella - Hija mía, debo ir, Manigoldo encontró la forma de llegar a los dioses consejeros de Hades.
Aome: Pero... - tratando de no llorar - No es justo.
Sage: ¿Qué es lo que no es justo?
Aome: Mi padre biológico murió, antes de que naciera mi hermano, y cuando te encontré a tí, que te convertiste en un padre para mi, justo ahora....
Sage: Mi querida niña. - abrazandola - Perdóname por dejarte. No sabes cómo me habría encantado ser tu padre en toda la extensión de la palabra.
Aome: No puedo pedirte que no vayas.
Sage: Escucha, hija mía, si puedes alejarte de esta guerra, no lo dudes, y hazlo.
Aome: Pero...
Sage: Prométeme que si tienes esa oportunidad, la tomarás. - recordando la petición de Sysyfo -
Aome: No puedo hacer eso.
Sage: Es lo único que te pido para poder partir tranquilo a mi misión.

Aome lo miró un poco confundida, pero al final termino aceptando, hablaron un poco más, y después de unos minutos, regresaron al salón, en dónde ya sólo estaban Hakurey, Sasha y Sysyfo.

Sage: Cuidenlas. - mirando a Hakurey y Sysyfo -

Una hora después, Aome y Sasha se encontraban llorando por la partida de Sage, pues sabían que él ya no volvería.
Y Sysyfo y Regulus, hacian lo posible por hacerlas sonreír, aunque fuera un poco.

Al día siguiente

Kardia fue uno de los que se tomó muy enserio eso de hacerlas sonreír, y en ese momento, se encontraba con Aome, mientras Sysyfo los miraba con curiosidad, pues el escorpión estaba haciendo una torre de manzanas sobre la cabeza de la azabache.

Aome: ¿Ya me puedo mover? - pregunto, aún conteniendo la respiración -
Kardia: Ya casi termino.
Aome: Recuerdo que también jugabas así con Sasha.
Kardia: Si, pero Degel se molestaba.
Sysyfo: Te la llevaste a un país en otro continente. - dijo casi enseguida - Dónde gobernaba un dios Azteca. De no ser porque Degel y Aome dijeron que la habían visto contigo durante la mañana, no los hubiéramos encontrado.
Kardia: Pero Sasha se divirtió en esa ocasión. - se justificó al instante - Casi muero, pero ella se divirtió con esa aventura.

Gracias a que estaban fuera de la camara de Athena, los tres pudieron ver cómo algo o alguien había llegado al templo de cáncer.

Aome se levantó casi enseguida, pues, si era lo que imaginaba, era muy probable que se tratara de la armadura de cáncer, por lo que salió corriendo de ahí.
Sysyfo intento seguirla, pero Kardia se lo nego, diciendo que era algo que ella tenía que hacer.

Cuando llegó al cuarto templo, se encontró con que Shion también había llegado, buscaron que o quien estaba a la vista, hasta que el mismo Manigoldo llamo la atención de los dos.

Aome: ¡Manigoldo! - se acercó a él para abrazarlo, pero no lo consiguió - No puede ser.
Manigoldo: Te dije que volvería. - sonrió y se acercó a Shion. - Dale esto a tu maestro, es de parte del mío. - lanzandole el casco del patriarca -
Shion: Manigoldo...
Manigoldo: Díganle a Dokho que su hermanito está bien. - sonrió con algo de nostalgia - Aome. - mirándola - Sage te manda decir que lo siente, y que pienses en lo que te dijo.
Aome: Manigoldo, yo...
Manigoldo: Ragazza, hermanita. - sonrió y derramó una lágrima - Tengo que irme.

A la vista de ellos, Manigoldo desapareció, dejando en su lugar a la armadura de cáncer.
Aome se acercó a esta, y sin reparo alguno, se abrazo a esta y comenzó a llorar