Eran cerca de las diez de la mañana, y Hongjoong se encontraba mirando desde lejos el ataúd de quien tantas alegrías y lágrimas le había ocasionado. Vestido de negro, no sabía muy bien qué hacer. Pese a todo lo que Choi San había hecho, no le guardaba rencor a día de hoy, ni se alegraba por su muerte, sin embargo tampoco lograba que las lágrimas saliesen de sus ojos por aquella repentina pérdida.
En el cementerio había muchísima gente, además de sus familiares y amigos, se encontraban algunos profesores, compañeros, y cómo no, algunos curiosos de la prensa intentando sonsacar fríamente información a la afectada familia, los cuales ni sabían nada, ni estaban para entrevistas en ese momento.
Era un día triste para muchos y terrorífico para otros, a saber por qué cosas habría pasado el chico para acabar de esa manera con su vida.
Notó una mano en el hombro, Seonghwa, quién se colocó a su lado. Habían hablado la noche anterior tras ver la noticia, y el mayor había decidido acompañarle.
— ¿Cómo estás? — inquirió, a lo que Hongjoong se encogió de hombros mirando al suelo — ¿No érais muy cercanos, no?
Por alguna extraña razón, la pregunta hirió un poco al menor. Lo fueron, y mucho. Fueron uña y carne. Pero tal y como había remarcado, aquello era parte del pasado, y no del presente. Hacía poco más de un año que no habían hablado ¿Debería haber contestado alguna de sus llamadas? ¿Así hubiera cambiado el destino final del muchacho? Si bien antes no se sentía capaz de llorar, ahora una lágrima silenciosa caía en el césped ante la repentina culpa que sentía. Seonghwa se dio cuenta, y con su pulgar la limpió, para después tomarle la mano y apretarla suavemente.
La policía echó del sitio a los curiosos, y quedó muy poca gente, entre ellos Hongjoong y Seonghwa, este último estando por su pareja, ya que tampoco conocía en demasía al fallecido. Los familiares más cercanos fueron pequeños discursos. La hermana de San, Haneul, era quien se veía más afectada. La chica le caía muy bien, aunque también habían perdido todo su contacto tras acabar la relación con su hermano, ella no sabía por qué acabó, y aún le guardaba cierto cariño a Hongjoong. Se acercó a darle un largo abrazo, que fue agradecido silenciosamente por la chica.
Una vez llegó el momento de acercarse al ataúd antes de enterrarlo, Hongjoong siguió la fila de personas despidiéndose para siempre de Choi San. Le sorprendió lo vivo que parecía, los maquilladores habían hecho un gran trabajo. Se tomó su tiempo en admirar cada una de sus facciones, asegurándose de nunca olvidarlas. Al fin y al cabo, se está despidiendo por última vez de alguien a quien realmente quiso.
— Sé perfectamente que no puedes oírme ahora mismo, pero te perdono por todo, y si alguna vez te hice algo malo, espero que me perdones también. Adiós.
Miraba por la ventana desde el asiento de copiloto mientras Seonghwa conducía con una mano y le acariciaba la rodilla con la otra, en silencio. Se sentía tan raro. Apático
— ¿Quieres quedarte? — susurró Hongjoong una vez aparcó en frente de su casa, no le apetecía estar solo.
— Claro.
Subieron y el anfitrión le prestó ropa cómoda para cambiarse, mientras él fue al baño. Tras quitarse el esmoquin y limpiarse un poco la cara, volvió a su habitación, pensando que Seonghwa ya habría terminado. Estaba de espaldas y algunas cicatrices y moratones adornaban su cuerpo, ¿debería preguntarle qué pasó? Él no lo había oído entrar, no quería que pensase que era un mirón. Dio unos pasos atrás y llamó a la puerta, que fue abierta dejando verle, ya cambiado y más cómodo.
— ¿Te apetece dormir? Te ves muy cansado, amor. — sugirió el alto con una expresión de lástima en su cara, mientras le arreglaba suavemente el cabello.
Hongjoong negó y abrazó al contrario, sólo quería compañía. "Amor" pensó, sonriendo un poco. Ante el abrazo, notó que Seonghwa se estremeció un segundo, y recordó las heridas que portaba. Sin embargo, hizo como que no se dio cuenta.
Acabaron tumbados en la cama, simplemente disfrutando de la compañía del otro, sin hablar mucho.
Seonghwa podía no parecer la persona más expresiva del mundo, pero cuando se trataba de Hongjoong, era todo lo contrario. En ningún momento se separó de él, dejaba caricias sin forzarle a charlar si no tenía ánimos.
— San y yo fuimos cercanos. Muchísimo — comenzó a narrar Hongjoong al cabo de un rato, de espaldas al mayor — Pero poco a poco cambió, se volvió algo tóxico y nos dejamos de hablar. Al principio era difícil, me llamaba y yo le contestaba, pensando que hablaríamos las cosas, y que todo volvería a ser como antes. — Se acurrucó bajo las mantas — A pesar de que los últimos recuerdos que tengo de él no son buenos precisamente, no quería que acabase así. Pero no me arrepiento de dejar de contestar sus llamadas. Siempre era cuando estaba borracho, y me decía de vernos, y sólo me hacía sentirme peor. Menos mal que tenía a Jongho, sin él no lo hubiera superado.
— Me alegro mucho de que tengas amigos como él. Y siento mucho lo de San, de verdad pensaba que no habíais tenido relación, perdón. — se disculpó Seonghwa, tras escuchar la historia resumida.
— No, no, no te preocupes, no sabías nada. — le tranquilizó, tras darse la vuelta y mirarle a los ojos. Ahora se sentía algo más tranquilo, como que se había quitado un pequeño peso de los hombros. — Bueno, ¿cenamos algo?
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capítulo corto, lo siento, el siguiente es más largo:')
Jongho te amo
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𝐁𝐋𝐀𝐍𝐊 𝐒𝐏𝐀𝐂𝐄 | seongjoong
Hayran KurguNo aguantaba más ese infierno. Las constantes palizas, golpes diarios, insultos a todo momento. Su piel se había vuelto violácea en la mayoría de su cuerpo, con varias cortadas y quemaduras provocadas por la misma persona. Sus ojos no tenían brillo...