Varios días transcurrieron desde la grandiosa fiesta que se había realizado en la escuela. Las vacaciones de verano habían comenzado, y ya nada podía preocuparnos. El calor comenzaba a hacerse presente en Saitama, y el sol iluminaba fuertemente sobre nuestras cabezas. Últimamente se me han hecho muy seguidos los infaltables dolores de cabeza que se me presentan diariamente. Deduzco que esto se debe al clima, ya que cada vez que cambiamos de estaciones del año los dolores se incrementan más. Para ello mi madre me facilita esas agrias y pálidas pastillas que debo tomar para que el dolor disminuya, pero de todas formas el malestar siempre está ahí en mi cabeza. Es bastante molesto, pero aquello no me impide seguir con mi vida diaria y mis quehaceres.
Hoy en la tarde me juntaría con mis camaradas del club de fans de las Pink Lady, así que debía olvidarme de mis dolores de cabeza y concentrarme en las actividades del grupo. Ese día veraniego me coloque la ropa más simple que encontré en el armario: pantalones cortos de verano color azules marino, una sudadera con mangas cortas y unas sandalias. Mientras que limpiaba mis anteojos con mi pañuelo, llego a la puerta de mi casa para salir de ella, pero de repente mi hermanita menor me logra detener del brazo.
- ¡Oni-san! ¡ Cómprame un Mochi ¡ - decía muy decidid.
- Ok, si uno de los chicos trae un Mochi se lo compro .. ¿Si ? - dije algo desganado.
- ¡ Hai ¡ - dijo al unísono, conforme por el trato de hermano mayor a hermana menor.
Siempre hace lo mismo cuando salgo con mi grupo de Pink Lady, por que sabe que uno de mis compañeros de grupo lleva siempre para vender Mochis en el club de fans.
Soy el líder de "Pink Grup", y ese día no podía faltar a la reunión del club, ya que se estaba organizando un evento en donde se iban a sortear discos y álbumes de nuestras ídolas, y era mi deber como líder guiarlos y asegurar mercancía para el club. Este fanatismo comenzó hace algunos años atrás, con otros chicos de la escuela que también conocían e idolatraban a estas artistas de los años 70. ¡Simplemente perfectas!
Acaricie la cabecita de mi hermana, y con un tierno beso en su mejilla abro la puerta y la cierro a mis espaldas. Cuando me encuentro listo para partir de la entrada de mi casa, veo a la criatura más bella del mundo salir de la casa vecina...
- ¡¿Mei-chan?! - la miro sorprendido.
- ¿Eh?... - me mira dando vuelta su cabeza para observarme. Luego de esto, sus ojos se abrieron tan grandes de impresión que llegaron a darme miedo.
Por unos segundos nos quedamos paralizados, observándonos y procesando lentamente lo que la situación nos declaraba. ¿Mei saliendo de esa casa?... ¿Qué rayos ocurre aquí?.
- ¡Mamo-chan! que sorpresa toparme contigo esta tarde.- dijo con una sonrisa en su rostro, tratando de parecer despreocupada.
- ¿Eh?... Pero... yo... - comencé a balbucear sin entender nada.
- Bueno, tarde o temprano teníamos que darnos cuenta ¿no crees? -
- ¡¿Desde cuándo vives frente a mi casa?!- pregunte sin rodeos, aun muy sorprendido.
- Desde hace bastante tiempo, unos 2 años creo.-
- ¡¿Dos años?! ¡Pero... como nunca me di cuenta!-
- Lo que pasa es que siempre andas en la nubes, por eso ni te percatas de lo que pasa a tu alrededor...- respondió ella con aires de superioridad.
- Bien podrías haberte dado cuenta tú antes, así que no digas que solo yo soy el despistado- dije mientras que la miraba con una ceja arriba y le sonreía, con mis brazos cruzados.