"Te conocí una tarde gris para mí y
desde entonces no te he podido olvidar.
Son tus castaños ojos los que contemplo en mis tardes
cuando los imagino viéndome.
Tu sonrisa, ahhh que bella sonrisa
La sonrisa que le da cuerda a mi corazón.
Es esa mágica sonrisa la dueña de mi voz,
la fuerza que me hace seguir en pie.
Tu voz, dulce voz cariño mío
la voz de una princesa.
Cuando me hablas ciento que el animal
que llevo dentro de mí se amansa,
como si de algún tranquilizante se tratara.
El hablar contigo me hace sudar y mis manos
empiezan a temblar.
Como si de un desorden hormonal se tratara
Tiemblo, se me borra la visión y hasta llego a tartamudear.
Y luego me doy cuenta de que enamorado de ti
estoy."
De memoria, logre aprenderme mi poema de memoria. No lo podía creer...
Lo había dicho tan clara y perfectamente que hasta mi corazón se acelero. Pero, la persona que debía escucharlo no lo hizo en realidad. De hecho, jamás podría recitárselo. Es tan vergonzoso...
Mei acaba de despedirse, y enseguida cierra su ventana. Me recuesto en mi cama boca abajo, y dejo de respirar por unos segundos. Luego levanto la cabeza para volver a respirar y gimo un poco por la falta de aire. ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué estoy haciendo cosas tan raras? ... A cierto, me enamore de ella...
Es frustrante, angustiante, pero divertido... es esa inseguridad y misterio lo que hace que todo esto sea interesante. La incertidumbre de saber si Mei-chan realmente sienta lo mismo que yo siento por ella es excitante. Quiero saber, necesito saberlo, o ¿no? ¿Realmente quiero saberlo?... quizás esté dando muchas vueltas al asunto. Bueno, por lo menos debo decírselo a alguien. Si no se lo cuento a alguien creo que estallare, así que tomo la decisión llamar a Seki-kun por teléfono. El me contesta de inmediato, conversamos sobre cosas triviales y luego digo...
-Ven a mi casa mañana en la tarde, te invito a cenar con nosotros.-
-¡Claro, no hay problema!- dijo Seki-kun muy animado.
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Después de decirles a mis padres sobre la visita de Seki-kun, ellos no pusieron mayores problemas, ya que hace bastante tiempo que no invitaba a nadie a nuestro hogar. Estaba dispuesto a decírselo a Seki-kun, era el único amigo con quien pensaría decirle algo tan importante como esto.
Al día siguiente, a eso de las ocho de la noche Seki-kun por fin llega a cenar. Toda la familia lo recibe de forma alegre y tranquila, se presentan conversan sobre cualquier cosa y cenamos sin problemas en el comedor. Después de que ya todo fue hablado, invito a Seki-kun a mi habitación.
-¡Wow, tu familia sí que es agradable! Son muy amables, y tu madre cocina excelente.- dijo Seki mientras que ese sentaba en una silla cerca de mi escritorio.
Cuando entro a mi cuarto, cierro la puerta, me doy vuelta y miro directamente a los ojos de Seki-kun. El se percata de mi mirada y se pone algo nervioso.