Mochis, Mochis, y más Mochis que caían del cielo explotaban en mi rostro.
¡Son tantos que apenas puedo comerlos todos!
... ¿Qué hago? ... ¿Dónde estoy?... ¿Por qué llueven Mochis?...
Y de la nada mis ojos comienzan a volver al mundo real, y mi realidad era el frio suelo de mi habitación en donde mi rostro se encontraba apoyada. Cuando me levanto del suelo, veo que las sabanas de mi cama estaban desparramadas, y tengo la ligera sospecha de que en mis momentos de sueños locos, uno de ellos había logrado hacer que me cayera de mi cama.
—Nunca aprenderé a amanecer sobre mi cama, siempre término en el suelo.- me dije mientras que me quitaba la baba que se resbalaba de mis labios. Comienzo a frustrarme y a enojarme conmigo misma por no poder controlar mis "Movimientos nocturnos involuntarios" pero luego hago como si no hubiese pasado nada y decido levantarme del suelo para abrir la puerta de mi pieza.
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¡Hola! Mi nombre es Sayumi Miyano, tengo 10 años y soy la menor de tres hermanos, en una familia modesta y sencilla de Saitama. Adoro los Mochis con relleno dulce, odio que no me presten atención y que no me hagan caso, pero casi siempre lo hacen, así que llevo una vida feliz. ¿Amigos?... Mmm... Bueno últimamente no muchos, son muy infantiles para mi gusto y a veces siento que nadie me entiende. Pero hace unos días atrás, me encontré con una chica muy linda y agradable pérdida en la calle. La hice pasar a mi casa y jugamos con mis muñecas y peluches junto con mi hermano mayor Mamo Oni-san, y no paramos de jugar, hasta que de un momento a otro mis ojos se cerraron de imprevisto, obligándome a quedarme dormida por completo.
Hasta el momento, en las únicas personas en las que confío y admiro son en mis hermanos mayores, mis padres, y recientemente a mi nueva amiga Mei-san. Es tan linda y hermosa como las princesas que aparecen en los cuentos de hadas. Con su cabello liso y corto hasta los hombros, delgada, algo bajita y con unos grandes y brillantes ojos oscuros.
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Como todas las mañanas, vuelo por los pasillos de mi casa hasta llegar a la habitación de uno de mis hermanos. Siempre voy intercalando los turnos de "Buenos días Oni-san" entre mis dos hermanos mayores. Hoy decido que es el turno de despertar primero a Mamo Oni-san.
Apresuro el paso hasta llegar a la puerta, comienzo a abrirla de a poco para que mi hermano no se dé cuenta de mi paso por su habitación. El lugar se encuentra algo iluminado por las cortinas entreabiertas de la ventana. Puedo divisar a un "Oni-san perezoso", que duerme con la cara hundida en la almohada, y con leves ronquidos en el ambiente.
Comienzo a acercarme a su cama de puntillas, lentamente y sin hacer ningún ruido. Cuando estoy frente al cuerpo reposado de mi hermano en su cama, tomo los cubrecamas y los levanto lentamente y sin hacer ruido, para poder entrar en su santuario del sueño. Apoyo mi pequeño brazo en su lecho, luego el otro y le siguen las piernas hundidas en la cama. Al ver que Mamo Oni-san no se despierta, me escondo entre sus sabanas y me acerco hacia él por debajo de ellas, con la intención de asustarlo terriblemente.
¡De repente, mi hermano se da vuelta y me alcanza con sus grandes manos! Sorprendiéndome.
Lo que siguió después fue un espontaneo ataque de cosquillas en mi barriga, cuello y pies. Estaba furiosa y a la vez divertida y con unas ganas enormes de reír. Mi plan había sido frustrado por mi hermano.