[ Capítulo 9 ]

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Lauren Ivanova disfrutaba plenamente del paseo con su mejor amiga.

Ambas chicas habían hecho planes desde hacía ya mucho tiempo, y debía ser hora de cumplir al menos uno de ellos.

Habían ido a una feria, y aprovecharon que habían juegos para subirse y pasar el rato.

Laila aún se sentía un poco mareada por la montaña rusa, lo que generaba la burla de parte de su amiga la pelirroja.

—Te veo luego —Se despiden—.

—Me escribes cuando llegues a casa —Le pide Lauren con mucho cariño—.

—Claro, y de paso te cuento algo si me llego a ver a un chico muy lindo merodeando por allí.

Ambas amigas se abrazan por última vez, y es Lauren quién toma ventaja y empieza a caminar de vuelta a la mansión.

Odiaba estar aquí, pero debía admitir que su "lugar seguro" era únicamente el jardín.

Así que caminó lentamente en lo que restaba del recorrido para admirar las flores del jardín y saludar amablemente a los empleados.

—Señorita Ivanova, bienvenida.

—Gracias, Sol.

La empleada hizo una leve reverencia en muestra de respeto.

—¿Sabes si Joel está aquí?

—El señor Coulson está aquí, y justamente a eso he venido.

—¿Ocurre algo? ¿Son noticias de mi hermana?

Después de lo ocurrido en su presentación, Lauren entendió uno de los puntos de su hermana.

Tal vez, lo mejor era que su padre nunca la encontrara, pues llegando al caso de ocurrir, sería obligada a casarse, al igual que recibiría un castigo por desobediencia.

—Ambos la esperan arriba —Respondió casi en un susurro—.

—De acuerdo... Muchas gracias, Sol.

La menor le dedicó una mirada de agradecimiento y decidió subir las escaleras del lugar.

Entre más rápido llegue, más tiempo estaré en mi cama —Pensó.

Sin embargo, se llevó una gran sorpresa.

A medida que avanzaba a las habitaciones, escuchaba algunos gritos, al igual que varias cosas llegaban al suelo en pedazos.

Lauren se planteó si era buena idea avanzar, o sí la empleada se había equivocado.

Pero un furioso Derek Ivanova salió de la habitación en su búsqueda, topandose con su hija menor.

—¡No llames a esos imbéciles! —Gritó el hombre al ver a su hija—, ya está aquí.

La confusión de la niña era mucha, y se dió cuenta de que algo iba mal.

—¿Padre, qué ocurre?

Derek se acercó lentamente hacia su hija.
Admiró su rostro, y recordó en sus ojos a su difunta esposa.

Y lo torpe que había sido.

Entonces le propinó una cachetada a la menor, provocando que sus lágrimas cayeran.

—¡Eres una...!

Y volvió a darle otra cachetada, logrando así que la pelirroja cayera al suelo.

Lauren llevó sus manos a sus mejillas mientras ahogaba un grito, sintiendo el gran ardor en ellas.

—No entiendo...

𝐏𝐥𝐚𝐧 "𝐄𝐬𝐭𝐨𝐜𝐨𝐥𝐦𝐨"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora