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────Capítulo 001
LA DESAPARICIÓN DE WILL BYERS











Hawkins es un pueblo tranquilo, el crimen prácticamente no existe y la alegría abunda por todas partes. Algunos dirían que es un lugar aburrido, Valerie lo hace. Está muy alejada de la alegría de la que todos hablan, para ella eso es una fantasía. No es posible que un ser humano pueda pasar días enteros constantemente alegre, todos son una bola de falsos.

¿El más falso de todos? Steve Harrington. Valerie lo odia. Bueno, no exactamente. Los Harrington y los Rowland son vecinos desde antes que Steve y Valerie nacieran, viven enfrente. Fueron muy amigos por un tiempo. Charlas en la vereda, paseos hasta tarde, ir y venir de la escuela juntos; eran inseparables. Sus familias, por el contrario, no se llevaban bien. Eso nunca les importó, en cualquier caso hacía que sus ganas de verse fueran más fuertes. Era su único amigo en el mundo.

Pero él la dejó. Hace unos años que hizo nuevos amigos y transformó por completo su forma de ser y tratar con los demás. Para todos era el rey de la escuela, para Valerie solo podía ser el rey de los falsos. De todas formas, ya no le importaba demasiado, o eso quería creer, tenía a Robin y Jonathan. Nadie necesita a Steve "estúpido pelo" Harrington.

Despertó tarde para la escuela ese día, su despertador se había descompuesto y seguía posponiendo el arreglarlo o comprarse otro. Saltó de la cama sintiendo que ya era demasiado tarde porque su padre no estaba haciendo ruido, lo que significa que ya se había ido. Ni él ni su madre se tomaron el trabajo de despertarla, por supuesto que no.

Se vistió rápidamente, un pantalón de jean que era unos talles más grande que encontró tirado en el suelo, una remera blanca sin mangas y su sudadera negra. Perdió diez minutos buscando sus converse que estaban convenientemente perdidas en el desastre y salió disparada en su bicicleta sin desayunar, perdería demasiado tiempo. No es como si a alguien le importara.

─¿Valerie? ─Robin entrecerró los ojos al verla─. Un caso increíble.

─Cállate ─Valerie rodó los ojos sonriendo─ ¿Has visto a Jonathan?

─Gracias por valorar tanto mi presencia, te lo agradezco ─soltó irónica.

─Sabes que valoro tu presencia más que a nada, Robi-boo ─pellizcó su mejilla. Robin apartó su mano─. Es solo que sabe estar aquí para esta hora.

─¿Cómo lo sabrías? Siempre llegas tarde.

─Piérdete.

─Gracias a Dios ─Un chico pecoso con gafas grandes habló tras ella. Robin alzó una ceja. Valerie lo miró expectante, indicando que hablara─. Necesito... eh... necesito... cigarrillos ─habló tan bajo que por poco no lo escuchó.

Cuando entendió de lo que hablaba casi se echa a reír. Valerie había empezado a vender cigarrillos el año pasado, aquellos que querían fumar sin que todo el pueblo se enterara (especialmente sus padres) acudían a ella. Tenía un amigo en el almacén que le vendía por mayor, así no levantaba sospechas. Y este pequeño indefenso daba la pinta de alguien que compraba cigarrillos a escondidas.

─Ah, ahí viene la zorra ─Carol susurró suficientemente fuerte para que se oyera, ni siquiera parecía un susurro. Steve y Tommy H estaban a su lado, como de costumbre.

Robin la fulminó con la mirada, en lugar de eso Valerie les hizo un par de gestos vulgares y siguió su camino con una sonrisa suficiente. No había opinión que le importara menos que la de Carol. Son solo ridículos celos.

. . .

A la salida de la escuela Valerie esperó un rato a ver si Jonathan salía, no lo había visto en todo el día. Había una patrulla en la entrada y Hopper acababa de salir del edificio. Se sintió un poco a la defensiva, Jim la tenía en la mira aunque no tuviera pruebas y ella lo sabía.

─A ver si Hopper hace algo, ¿Has oído? ─Unas chicas pasaron a su lado hablando, Valerie las siguió un poco apartada a ver que decían─, el niño Byers está desaparecido.

Podría haberse caído ahí mismo. Will Byers, el hermano menor de Jonathan, está desaparecido. Conoce al niño, pasa bastante tiempo con él cuando Jonathan la invita a su casa, a veces lo ayuda en sus tareas (o eso intenta). Es un niño dulce, a Valerie no le agradan los niños pero él sin duda es una excepción.

Llegó a la casa de los Byers tan rápido como pudo, sus piernas ardían por haber pedaleado tan rápido. Joyce atendió la puerta, lucía desastrosa y olía a cigarrillo, hace mucho no olía a cigarrillo. Llevaba el uniforme del trabajo puesto y sus ojos estaban rojos.

─Valerie ─dijo con voz temblorosa.

A Valerie se le estrujó el corazón y la abrazó de inmediato. Joyce había estado para ella cuando lo necesitó, siempre le había abierto las puertas para escapar del infierno que es su casa. Su padre tiene serios problemas con el alcohol, nunca lo admitirá, siempre que lo menciones dirá algo como: "¡¿No puede un hombre que vuelve cansado del trabajo beber una cerveza?!", mejor dicho gritará, ya borracho, algo como eso, también tiene algunos problemas de ira. Digo, grandes problemas.

Y su madre... Bueno, ella no es alguien que se deje intimidar, así que cuando ambos están en la casa el lugar es un manicomio; gritos, golpes, destrucción de bienes, todo eso. No les importa si Valerie está ahí, nunca les importó. Pero Charlotte, su madre, dice que no puede dejarlo, no tiene un empleo y no parecía tener intenciones en buscar uno así que la familia depende de su dinero. Una gran mierda.

Así que los Byers para ella habían sido como una familia. Se sentía tan injusto que algo así les pasara a ellos. Desde el día en que la recibieron por primera vez Valerie prometió nunca dejarlos solos, y mantiene su promesa.

STRANGELOVE ───stranger thingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora