Noticia inesperada

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Las blancas manos del chico trazaban el trayecto de las gotas de lluvia descendiendo por una de las ventanas del colegio, en donde se amontonaban al llegar al borde.

Habían pasado ya algunas horas desde que había llegado al colegio, había tenido algunas clases, el timbre sonó, de inmediato salió del salón, no sin antes tomar el paraguas y caminar hasta el salón de su novia.

— ¿Dices que no ha llegado? Pero sí me dijo que llegaría junto a sus padres. – le respondió a Nishinoya, quién había dicho que no vió a _______ en clases.

— No sé, quizás no quiso venir hoy. – sonrió dándole una palmada en la espalda al de cabello gris.

Las calificaciones finales las habían dado hace unos días, todos habían aprobado por suerte, éstas serían las últimas clases que los chicos de tercero tomarían antes de graduarse. De alguna forma, Sugawara se sentía algo decepcionado, quería pasar el último día de clases junto a su novia, pero sin embargo, ella no había asistido.

Caminaba por los pasillos, la expresión en su rostro podía expresar a la perfección la inquietud que sentía, su corazón se sentía extraño.

— ¡Sugawara-senpai! – gritó Hinata, acercándose con un paso entusiasmado al chico, posicionándose frente a él con una sonrisa. — ¿Y ______-senpai? No la he visto en todo el día.

Sugawara revolvió el cabello naranja del pequeño.

— Ayer fue su cumpleaños, quizás quiso tomarse el día como regalo. – respondió con una sonrisa sutil.

— ¡Tiene sentido!

A lo lejos se escuchó la voz de Kageyama.

— ¡Boke! ¡¿En dónde estás?! ¡Me debes un maldito jugo!

Sugawara observó a Shoyo de reojo, éste tenía en sus manos una cajita de jugo de manzana, Hinata rió avergonzado.

— Se lo robé.

— Será mejor que le compres uno nuevo.

— Eso haré, espero no me mate. – rió hasta irse por completo, desapareciendo de la vista de Koshi.

Suga continuó con su recorrido sin rumbo, sus pies sólo avanzaban sin destino alguno, recorriendo cada espacio de la preparatoria cómo si estuviese explorándola, a diferencia de una sola cosa, sus sentidos estaban totalmente desconectados del planeta tierra.

Entrecerró un poco sus ojos queriendo enfocar una silueta que se dirigía a él a toda prisa, finalmente pudo distinguirla, Kiyoko corría en su dirección hasta frenar de golpe frente a él. En toda su vida conviviendo con ella, jamás la vió correr con tanta velocidad, ni siquiera en sus tiempos de atletismo. Las gotas de sudor caían por su blanco rostro, respiró un poco antes de volver a levantar el rostro y mirarlo directamente a los ojos, su semblante estaba algo extraño.

— Suga-san...

— Kiyoko-san, ¿Qué sucede? ¿Por qué ese rostro? ¿Te puedo ayudar en algo?

Kiyoko tardó en responder, se quedó estática durante unos segundos, Sugawara frunció un poco el ceño algo preocupado, pero sobre todo confundido. Levantó su ceja derecha mirándola fijamente esperando una respuesta por la contraria, hasta que la de cabello negro azabache pestañeó regresando de sus pensamientos, miró a Koshi algo afligida, tragó salida y finalmente habló.

— Acaban de avisarle a Takeda-sensei que ________-chan faltó hoy a clases porque tuvo un accidente automovilístico.

Alargó las palabras un poco, como si intentase  desvanecerlas y que el aire hiciese de las suyas al llevárselas junto con las hojas que caían de los árboles.

Ésta vez el que se quedó estático fue Sugawara, pero era un caso diferente al de Kiyoko-san, ella no encontraba las palabras para contarle lo que había sucedido al chico, él, por otra parte, le hacía falta el aire si quiera para respirar u emitir sonido o gesto alguno.

Ella lo miro, se esperaba aquella reacción por parte del chico. Verlo con una expresión de sorpresa sin siquiera lograr moverse un poco era lo que ella se esperaba, aquella noticia sin duda fue demasiado repentina, pero sobre todo, dolorosa.

Sus manos comenzaron a temblar de a poco hasta incrementarlo, su labio inferior titubeaba intentando conseguir hablar, o por lo menos lograr preguntar el estado actual de su novia después del accidente.

Su vista comenzó a nublarse, sus piernas comenzaron a fallarle hasta que sin darse cuenta perdió el control de sus rodillas haciéndolo tambalear, cerró completamente los ojos, y de un golpe, se desplomó contra el frío piso, el cuál seguía húmedo por la lluvia.

La última vista que vió al caer lentamente, fue de Kiyoko acercándose a toda velocidad intentando sostenerlo, con un rostro de suma preocupación. Después de eso, quedó completamente inconsciente, su cerebro se desconectó completamente del hoy y el ahora.

...

A lo lejos, podían escucharse murmullos extraños, gente hablando en susurros indefinibles, aquellas voces hacían eco cada vez más intenso en su cerebro, a pesar de eso, no lograba entender nada de lo que se hablaba en el exterior, o bien, en su cerebro.

Poco a poco, sus ojos fueron abriéndose, colores pálidos por todas partes, una vista nublada que sólo podía admirar de forma distorsionada a su alrededor, hasta que finalmente logró enfocar totalmente su vista.

Estaba recostado sobre una camilla. A un costado se encontraba una gran cortina azulada que al parecer dividía varias secciones de una habitación. Y finalmente, al girar su cabeza, a su lado izquierdo se encontraba Nishinoya.

— Sugawara-senpai. – musitó el de cabello bicolor, observando como su mayor abría lentamente los ojos todavía acostado.

Sugawara lo observó durante unos segundos sin decir nada, intentaba entender que era lo que sucedía, hasta que finalmente lo recordó.

Se había desmayado al escuchar la noticia de que su novia había sufrido un accidente automovilístico.

— ¿Y _______? – fue lo primero que preguntó, Noya tardó unos segundos antes de responder.

— En otra habitación.

Sugawara no lo pensó dos veces, se levantó de golpe de la cama.

Nishinoya inmediatamente lo tomó del brazo.

— ¡No te levantes de golpe! Puedes volver a desmayarte.

— ¡Necesito verla! – gritó con todas sus fuerzas, llegando incluso a asustar al contrario.

— No tiene caso que vayas. – exclamó en un susurro. — No nos dejan pasar.

— ¡¿Ella está bien?!

— No lo sabemos.

...

Por el destino (Sugawara y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora