Capitulo 4

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— Más alto —. Demandó el mayor, azotando su suave pierna una vez.

—¡Ah! Sí... —. La castaña gimió contra la almohada, competamente ahogada en el placer caliente que corría por sus venas.

Y Mew se sentía en las nubes, escuchando los quejidos de aquella bella chica debajo de él, yendo más rápido y golpeando justo donde ella lo pedía.

— Oh Mew... ¡Mmmgh! —. Hundió su boca aún más, ahogando su pequeño grito y por fin el deseado orgasmo los alcanzó.

La castaña se quedó tirada en la cama, con las mejillas al rojo vivo y los ojos cerrados aún, los cuales abrió de golpe al sentir que el cuerpo ajeno se iba de su lado.

— ¿A dónde vas, cielo? —. Resopló, acomodando su cabello y cubriéndose con la sábana de cama.

Apenas alcanzó su celular, Mew se levantó y comenzó a vestirse, ignorando los pucheros e intentos fallidos de la chica para que se quedara.

— Como si de verdad te importara —. Murmuró lo suficiente alto para que el más alto escuchara.

— Es mi novio, Naye, además su madre me matará si se entera que lo dejo solo—. Aseguró su cinturón, y salió de la casa ajena, dirigiendo sus pasos hacia la suya.

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En cambio Gulf no parecía extrañar tanto a Mew, pues había estado jugando en su celular y ahora mismo había respondido a la llamada de su madre, la primera que tenía desde que Mew le había regalado el aparato.

— ¡Ma! Adivina—. La vocecita emocionada del pequeño era adorable, movía sus manitos sobre sus piernas un poco nervioso.

— ¿Qué es, amor? —. Su madre respondió casi igual de contenta que él, era la primera vez que llamaba a Gulf, y estaba orgullosa de escucharlo.

—Ya sé cómo contar como tú me dijiste —. Una risita se coló entre sus palabras, él de verdad estaba feliz, siempre solía atascarse en los números, por suerte las letras las había dominado perfectamente.

— ¿De verdad? Eso está excelente, bebé, ¿Mew  sabe de eso? -.

La señora Kanawut había discutido por mucho tiempo el tema de que Gulf se fuera a vivir con Mew, puesto a que pensaba que no podría lidiar con su discapacidad o que incluso se burlaría de él, se aprovecharía o simplemente lo trataría mal.

Pero el su esposo le advirtió que Mew era un buen chico, que era hijo de su mejor amigo y que todo estaría bien. Al fin de cuentas era un chico responsable, e incluso el señor Suppasit le había propuesto a Mew la idea.

—¿Gulf? ¿Mew sabe de eso? —. Repitió la madre del castaño, quien seguía callado y mirando a un punto de la habitación.

Había un pendiente largo y con brillos, llamó la atención de Gulf cuando el sol lanzó un rayo hacia él, haciendo que brille por toda la habitación. El menor no usaba pendientes a menos que fueran a salir a algún lugar importante, y además sabía que Mew los guardaba en la parte más alta del clóset, no tenía por qué estar fuera.

— Papi-... U-um —. Se detuvo, recordó que a Mew no le gustaba que lo llamara papi si él no estaba presente.

— Mew no está en casa, mami, él está con ...—. Sí, otra mentira.

Le había dicho al pequeño que Tul tenía duda con algunas tareas y que tenía que ir a verle.

—¡¿Mew no está?! —. La señora Kanawut no cuidó de guardar la preocupación que sentía por Gulf, nunca solían dejarlo solo y Mew había jurado que nunca lo haría, era por eso que no trabajaba y los padres de cada uno les enviaban dinero.

El timbre sonó, provocando que Gulf pegara un saltito y corrió a la puerta.

— Mew llegó, adiós mami —. Arrojó el teléfono al sofá, aún sin haber colgado y corrió a abrazar a la figura que se asomaba por la puerta, se alejó al instante al ver que a quien abrazaba era a un pelinegro, que no se parecía nada a su novio.

— Quítate niño —. Tomó con brusquedad el bracito de Gulf y lo alejó de su cuerpo. — ¿Dónde está Mew? —.

El menor frunció el ceño, y miró a Tul quien seguía registrando la casa con la mirada.

— Fue contigo a hacer tareas, ¿Dónde está? ¿Lo tienes aquí? —. Tocó la mochila que Tul cargaba en su hombro y la abrió, dejando caer libros y demás.

— Mierda. Aléjate, mira lo que hiciste —. Suspiró con rabia y se puso a recoger sus materiales.

Mew no salió de la mochila de Tul como Gulf esperaba, una tristeza le inundó y sus ojitos se cristalizaron, cubriendo aquellos con sus manos hechas puños mientras negaba.

— Ay no, perdón por gritarte Gulf —. Tul se arrodilló junto a él y lo abrazó, Gulf lo apartó y lo miró con los ojos rojos.

— ¡Escondiste a Mew! No lo encuentro. ¿Dónde lo tienes? —. Los labios rosados del castaño formaron un puchero, el cual se convirtió en una mueca de sorpresa al momento en que la puerta se abrió, dejando ver a un Mew ligeramente despeinado.

—¡Mew! —. Abrió sus bracitos para recibirlo, y así fue, mew lo tomó entre sus brazos e hizo que las piernas de gulf abrazaran su cintura, mientras los brazos de éste se colgaban del cuello acanelado del otro.

— Hola amor —. Sonrió dulce, y dejó húmedos besitos en los labios y mejillas de Gulf.

— Yo ya me voy, adiós Gulf —. Tul hizo una mueca de asco y se fue, azotando la puerta.

— Mew, pude contar más esta vez —. La emoción había inundado otra vez a Gulf, y escondió su rostro en el cuello de Mew.

— Estoy muy feliz bebé, voy a darte un premio ¿Aceptas besitos y leche de plátano? —. Soltó una risita, dejando besos húmedos en sus mejillas.

Gulf asintió con una sonrisita nerviosa en sus labios, el mayor caminó aún con el castaño en sus manos y lo depositó sobre la cama, mientras buscaba el control de la televisión.

El menor volvió a mirar aquel pendiente brillante, frunció el ceño y bajó de la cama acercándose a aquel accesorio, lo tomó en sus dedos y sonrió al ver cómo brillaba, caminó hasta Mew y se lo mostró.

—Mira Mew, brilla —. Habló Gulf, agitando el arete.

Mew iba a quitárselo pues recordaba que Yuna tenía unos pendientes igual pero al ver que Gulf ni siquiera notó que ninguno usaban pendientes comunmente, se hundió de hombros y le restó importancia.

Little baby -MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora