Capitulo 15

1.2K 142 2
                                    

omnisciente;

Meen sonrió, terminando de contarle a Gulf la tercer anécdota falsa que se había inventado con él, el menor soltó una risita y bebió de su taza de chocolate.

— ¿De verdad? Suena increíble —. Habló dulcemente Gulf, haciendo que Meen alzara las cejas fingiendo indignación.

— ¿Qué? ¿No me crees? —. Gulf negó mientras sonreía, Meen soltó una risita y se abalanzó sobre él, comenzando a hacerle cosquillas por todo el cuerpo.

El castaño se retorció entre carcajadas sobre en el sofá del cuál pronto cayó, reía fuertemente a la par que Meen movía sus dedos sobre su cuerpo, pero se detuvo al tener que detener su cuerpo con sus manos a cada lado de la cabeza de Gulf, quien jadeó para obtener aire con sus mejillas sonrojadas por el calor, miró a Meen y éste a él, sin decir ninguna palabra.

El ambiente era terriblemente cómodo con ese silencio tan abrupto, el mayor se inclinó despistadamente hacia Gulf y él no lo detuvo, los ojos del castaño se iban cerrando lentamente esperando aquel beso, pues Meen le había parecido muy guapo desde que lo vió y no se negaría a una oferta así.

Ambas respiraciones chocaban contra los labios del otro, pero el estruendo de una taza caer al suelo hizo a Meen detenerse, pero Gulf lo tomó de las mejillas y por fin unió sus labios en un beso suave y algo incómodo al inicio. Segundos después ambos se acostumbraron al ritmo, frotando sus labios entre sí y succionandolos, así saboreando al otro sutilmente.

Gulf fue el primero que se separó de aquel beso húmedo y bochornoso, miró a Meen y soltó una risita nerviosa.

— Yo-

El pelimenta lo interrumpió volviendo a estampar sus labios, Gulf rió y continuó sin problema, su manera de besar e incluso su rostro le parecían familiares, sentía que ya lo conocía de algún lado pero decidió barrer aquellos pensamientos cuando Meen mordió su labio.

_______________💫

Mew salió de su casa para ir a la de Tul, su amigo se había disculpado por teléfono con los últimos 31 días de todo Octubre, así que supuso que sería buena idea visitarlo para arreglar las cosas, después de todo era su mejor amigo y quería contarle sobre cómo se sentía al respecto con sus sentimientos por Gulf.

Tocó la puerta con sus nudillos casi congelados por la consecuencia de no llevar guantes y esperó quizá cinco, diez o hasta treinta minutos afuera, distrayéndose mientras contaba los autos rojos y azules que veía pasar.

Pero Tul continuaba sin contestar, llamó a su teléfono pero no obtenía respuesta, bufó y se fue, o eso pensó, pues apenas comenzó a caminar juró escuchar la voz de su padre dentro, frunció el ceño y negó, emprendiendo su camino nuevamente hasta llegar a su auto.

Por otro lado, el señor suppasit estaba abotonando su camisa mientras miraba a un Tul lloroso y tembloroso, adoraba mirarlo después de torturarlo y tener sexo con él, a sus ojos se veía precioso, sin duda era un maldito depravado según Tul.

— ¿Gustas otra ronda, pequeño?

— Déjame en paz, ya terminamos el trato —. Tul sollozó, limpiando después su nariz.

— Terminamos cuando me plazca, Tul—. El mayor se colocó el saco finalmente, sonriéndole al bello Pelinegro

Tul negó, cubriéndose aún con la sábana blanca de su cama. La situación trataba sobre que la empresa de la familia de Tul iba a quebrar hace dos años por no contar con fondos suficientes, pues los impuestos eran demasiado altos y además habían invertido en un nuevo producto, así que la familia suppasit se había propuesto para aportar y ayudar a a la familia de Tul.

El único inconveniente era que, los padres de Tul se habían ido de viaje por negocios y el padre de tul le había confiado a Tul hacer un trato con el señor suppasit, pero el mayor le había propuesto —obligado— en pagarle con su cuerpo por un mes entero, amenazándolo de que, en caso de no aceptar, que aquel problema de quiebra sería lanzado a los medios y así su empresa fuera la burla de las demás.

Tul, para no perjudicar a nadie, decidió sacrificarse lo cual fue un error, error por el cual seguía pagando.

— N-no puede decir eso, usted dijo que s-sólo un mes, treinta días-

El castaño aclaró su garganta y alzó una ceja, lo miró y se acercó a él, sosteniendo su mandíbula con dos de sus dedos. — De acuerdo, mi lindo  —. Besó sus comisuras y lo soltó, Tul limpió sus labios con su dorso y lo miró con asco. — Treinta días completos aunque... —. Tomó su sombrero del perchero y lo miró por encima de su hombro. — Si necesitas dinero algún día, no dudes en llamarme —. Guiñó un ojo y seguido de eso soltó una carcajada, saliendo de su habitación y de la casa.

Por otro lado, Mew había estado intentando llamar a Gulf sin parar, quería arreglar las cosas con él o al menos con su madre, pues sabía que la última impresión que le había dado a la familia kanawut había sido pésima.

Sus llaves sin querer se le cayeron de las manos y entonces se agachó a recogerlas mientras seguía llamando a Gulf.

Entonces al levantarse, pudo reconocer aquel sobrero marrón aterciopelado con una cintilla negra al medio, frunció el ceño y marcó al teléfono de su padre, confirmando su sospecha cuando el hombre ensombrerado tomó su celular.

— ¿Qué? Estoy en el trabajo.

Mew rió y suspiró, negando. — ¿Ahora Tul y tú trabajan juntos? —.

Su primer movimiento fue mirar a todos lados, bajando el celular y maldiciendo en voz baja, al no ver a su hijo ahí, frunció el ceño y levantó el aparato a su oído de nuevo. — ¿De qué hablas, hijo?

Su tono era nervioso, además "¿hijo?" Mew sabía que lo había delatado. — Iré a casa esta tarde, cuéntamelo todo si no quieres que obligue a Tul a decírmelo —. Colgó y volvió a intentar llamar a Gulf.

Iba a rendirse, sabía que no respondería y eso lo ponía triste, arrancó y comenzó a manejar a casa de su padre mientras estaba pendiente al teléfono, los mismos tres timbres sonaban dejando a Mew con una angustia y desesperación máxima.

Se detuvo en un semáforo y su aliento se cortó de repente, una sola palabra lo había hecho frenar abruptamente, su corazón latió frenéticamente y de sus ojos brotaron dos cálidas lágrimas, humedeciendo su mejilla y parte de la bocina de su teléfono, de la cual había venido aquel sonido, aquella voz tan dulce que ahora sonaba más grave.

— Hola —.

Little baby -MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora