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Toni Gambino, 32 años, italiano, sucesor de una de las familias mafiosas más peligrosas en el mundo y licenciado en atraer desgracias.

Tal vez así fue como debió presentar su currículum para ser oficial de policía en Londres, en lugar de hacerse pasar por un agente federal que se encontraba muerto.

Su padre tenía razón.

Es un fracaso no solo como mafioso, también como persona.

Al menos, eso es lo que dice mientras lo tiene amarrado a una silla, por segunda vez en su vida. Aunque no le sorprende, solo se preguntaba, ¿Cómo fue que Hai e Igor fueron capaces de contactar a su padre? y ¿Cuántos días pasaron desde que desapareció?

No hay cosa que lo avergüence más en el mundo que su situación.

Lejos de Londres, lejos de su compañero de trabajo y su jefe.

Lejos del lugar en el que perdió a su hermano.

De regreso a Italia...

País del que se marchó como un fracaso y al que regresó siendo una completa decepción.

Solo que ahora, su padre estaba aún más furioso que el día de su partida, su hijo se marchó contra su voluntad, rechazando su puesto como jefe de la mafia, mas aún con la voluntad de formar su propia mafia, solo para terminar con los británicos, tomando té en una comisaría de la mano con agentes de FBI, su hijo estaba trabajando con la policía y, según el chino que lo contactó, había vendido a su propia mafia.

Es inaceptable.

Vergonzoso.

Humillante.

No se lo pensó dos veces antes de levantar la voz, ordenando a los regimes presentes que abandonaran la fabrica, librándose de todo mundo en la oscura habitación para poder torturar a su hijo en soledad, sin nadie que fuese capaz de observar su desequilibrio mental, nadie que vea sus miradas lascivas hacia su hijo.

Tenía en su posesión al mayor de sus hijos desde hace aproximadamente dos semanas, aún nadie se comunicaba ni respondía por su desaparición, es lo que creyó hasta que, una vez más, el chino que le trajo a su hijo a Italia se comunicó con él.

Esta vez para informar de la situación en la ciudad de Londres, la policía busca arduamente al italiano, se ofrecían recompensas, incluso el FBI y la CIA pusieron sus manos en el caso.

Así que pidió nombres, nombres que Hai brindó.

Al parecer, al tercer día de la desaparición del rubio emitieron una alerta de persona desaparecida con una recompensa de cien mil libras para quien lo hallara vivo o muerto, intentando por todas las formas dar con el paradero del joven agente.

Algunos agentes habían resultado suspendidos el mismo día que Gambino desapareció.

Era imposible no sancionarlos, Gordon quiso darles una oportunidad, excepto que no podía permitirlo, sus agentes habían perdido a un hombre que era incapaz de ver de forma clara y que además tenía la condición física de una piedra.

Hasta parecía que ni siquiera se esforzaron en seguirle el paso, en cambio pasadas las 72 horas, toda la malla se encontraba patrullando.

Habían barrido toda la zona que rodea la comisaría y alrededores, la zona costera, la zona alta y montañosa, nada.

Debieron haber revisado los helipuertos primero, quizás así hubiesen podido evitar que cierta mafia se llevase al tan precisado "hijo" de Jack Conway.

Tal vez de esa forma, hubiesen evitado todo el lío que se desarrolló a partir de un sobre de plástico y una carta firmada a nombre de Toni Gambino.

El comisario no quiso leer la carta, sin embargo se dio a la tarea de examinar el sobre de plástico que venía junto a la carta, en este podía verse un mechón de cabello rubio bañado en sangre.

Cry, little boy.⸻ TonwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora