Capitulo 10 -Removiendo el pasado-

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Hoy el día era lluvioso a fuera, el frío se notaba también en la ciudad y las gotas de lluvia caían por las ventanas.

Esa mañana, nuestra querida chica de melena castaña rojiza y de ojos verdes, observaba las gotas de lluvia caer, tranquilamente sentada en su cama.
Era un día festivo de los pocos que hay y no sé iba a trabajar. Había pasado una semana desde que Nora y Alan convivían juntos. La convivencia iba bien pero había alguna que otra discusión. Estaban tratando se llevarse bien y de volver a experimentar su amor y poco a poco iban avanzando.

Nora

Me despierto a cuenta de mis náuseas, como cada mañana. Luego de lavarme la cara y las manos, vuelvo a la cama. Podía escuchar el sonido de la lluvia y eso me relajaba. Desde niña adoraba ver caer las gotas de lluvia en la ventana, mientras estaba echada en mi cama al calor de las mantas. Como me había levantado, encendí la calefacción, así el calor se notaba también en la casa. Eran las diez de la mañana, por lo que decido ponerme una bata amarilla con mi nombre en el bolsillo y bajar a desayunar.

Tenía hambre aunque no sabía cuánto me duraría, ya que últimamente o tengo gustos raros o aquello que no me gusta, me gusta o a la inversa todo lo que comía por gusto, no me sentaba nada bien.

Saco unos yogures naturales de la nevera, que es una de las únicas cosas que me sienta bien, aparte del té. Preparo un poco de fruta y hago té para entrar en calor y de paso pongo la cafetera, porque luego seguramente Alan tomaría un café. Poner la cafetera era costumbre, las primeras semanas que Alan no estaba era imposible para mí asimilar que no debía ponerla... Porque para que ponerla si no la usaba pero daba por hecho que el tomaría y aún así no estaba... fue algo que me costó mucho. Pero ahora que ha vuelto, así que he recuperado esa costumbre.
Termino de hacer el café y lo sirvo en una taza cuando escucho a Alan bajar.

Dejo la taza en la mesa y después le saludo.—Buenos días—sonrio

—Buenos días, ¿Cómo estás? ¿Todo bien?—Entra en la cocina y puedo ver su preocupación ante las preguntas sin tan siquiera mirarle. Puedo notar su miedo a que algo suceda y no estar preparado. El no recordarme y ahora vivir una experiencia de este calibre, como es ser padre, lo mantenía más alerta de lo normal.

La verdad que le entendía. No debe ser fácil. Tienes que tener mil ojos, cualquier cosa puede pasar si, pero también hay que estar calmado no es bueno tanto agobio.

—Bien, tranquilo estoy...—hago silencio pensado en mi bebé y sonrió nuevamente y sigo—estamos bien, no te preocupes—levanto mi cabeza para mirarle—Se que estás preocupado y lo entiendo, pero estate tranquilo todo va bien, ¿Vale?—me acerco a él

—De acuerdo. Me alegro que estés bien...yo solo—dice tímido

—Tienes miedo. Lo sé.—intervengo

—Es eso. No quiero equivocarme contigo, ni tampoco quiero que nada salga mal—dice sentándose en la silla frente a mi

—No pasa nada. Es normal tener miedo. Yo también lo tengo. El no estar haciéndolo bien te mata por dentro.—digo y él levanta su cabeza de la taza para mirarme con atención, como si lo que hubiese dicho es lo que estaría pensando.

Desayunamos tranquilos. Después ambos nos vestimos y salimos juntos. Si desde hacía un par de días, Alan se había ofrecido ha llevarme a la oficina, no quiere que llevemos los dos coches si luego algunos días el vendría conmigo de nuevo a casa. Aunque puedo ver también que no quiere que me cansé o me suceda algo por conducir y le agradezco su atención. Eso me hace ver esa parte tan tierna que siempre me ha gustado de él.

Al llegar a la oficina puedo ver a Rebeca en la entrada al parecer como si me esperaba.

—Rebeca buenos días—saludo

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