Otra mañana de clases, otro día sin entender mucho del mundo escolar y de sobrevivir a profesores y a un sistema educativo que es 80% opresivo.
No es mi mejor mañana y definitivamente no es mi mejor día, porque al despertar, con dolor de vientre, he descubierto que mi útero ha amanecido de malhumor porque no tiene un bebé creciendo dentro y decide pagar su rabia haciéndome sufrir horribles cólicos como venganza. Así que sufro, y recuerdo porque odio cuando mi periodo baja, lo cual me hace desear ser hombres en ocasiones.
Aunque no… me gusta ser mujer.
He pasado la mañana de malhumor y si, le echo la culpa a mi menstruación porque me desangro por allí abajo y los calambres que apenas pueden ser calmados con pastillas, son horriblemente dolorosos.
No quiero que me hablen, no quiero que me respiren cerca y menos que me miren.
Y sin embargo Shay hace todo eso cuando me la encuentro a tercera hora de clases en economía y luego no se despega de mí.
—Nía, Dione y yo iremos por el vestido del baile de navidad juntas.
—¿No faltan como veinte días para el baile todavía? —le pregunta Robín a Shay.
Él está a mi lado. Pico de mi ensalada y llevo el cubierto hasta mi boca, estamos en la cafetería durante el almuerzo, he notado que Mika no ha llegado con su grupo y me da curiosidad saber porque no ha llegado si lo he visto en mis primeras dos clases de la mañana.
—Mujer precavida vale por mil —dice ella.
—Ya, pero ¿tienes pareja? ¿Alguien te ha invitado?
Volteo a mirar al moreno que habla, tiene una ceja arqueada y mira con vacilación a la pelinegra que levanta su dedo medio hacia él. Ese par comparte algún parecido, me pregunto si son familia.
—No necesito que me inviten —ella presume—, puedo ser mi propia pareja en el baile y aun así deslumbrar más que nadie.
Shayla levanta su rostro y alza el mentón, orgullosa de su respuesta, esta chica es una definición de empoderamiento femenino, pero cuando volteo a ver a Bass a su lado él esta con los labios fruncidos y tengo la sospecha de que quiere invitarla al susodicho baile.
Me parece tierno, porque él parece algo preocupado.
—No puede ser —sisea Dione entre dientes, con sus ojos clavados al teléfono, pero su tono de voz potencialmente divertida causa que todos en la mesa volteemos a mirarla—, la publicación que ha hecho Indiscreet me da mil años de vida.
—¿Qué ha puesto? —pregunta el moreno.
—Dice que Beckham DiLaurentis ha rechazado a una chica en el restaurante del hotel de su familia que le ha pedido una fotografía —responde la pelimorada, levantando la vista.
—¿Y qué? Se sabe que el heredero a ese imperio es medio capullo —dice Shay.
—Pues que a quien le ha rechazado la fotografía es a Beatrice —explica, soltando una carcajada al final.
No entiendo de que hablan.
—¿Qué es Indiscreet? —pregunto curiosa.
Dione voltea a verme, inclinándose un poco sobre la mesa pues Robín esta en medio de ambas.
—Querrás decir quien —corrige.
—¿Quién es?
—Indiscreet es el icono de chismes, rumores y hechos más grande del estado —me aclara—, Indiscreet lo sabe todo sobre todos en el Upper East Side, se infiltra en sus vidas y expone sus secretos, pero sus principales objetivos son dos en específico: Katherina Desjardins, la reina de aquí, heredera a los bienes de su familia y la joven más influyente actualmente del país, y Beckham DiLaurentis, un piloto nascar que esta rico y que es el heredero de la cadena hotelera de su familia, por así decirlo… y ellos se odian, eso es cultura acá.
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Al borde de la genialidad
Ficção AdolescenteNía Monroe pasa de ser una chica de pueblo a una chica de ciudad en cuestión de un pestañear cuando se muda con su hermano mayor a la sofisticada gran manzana de la que tanto ha escuchado hablar: New York. Pero no solo pasa a ser una chica de ciudad...