Capítulo 5

266 44 19
                                    

Nunca había escuchado a alguien hablando en francés con tono y pronunciación tan natural y elegante como si fuese nativo de Francia, nunca, hasta ahora. Me le quedo mirando al castaño tal y como toda la clase le ve, mientras lee el texto que el señor Marchand le ha pedido. Puedo jurar que incluso escucho suspirar a las chicas que están detrás de mí.

Parece que Mika me sorprende cada vez más, no, no parece. Lo hace.

Cuando termina de leer mira al profesor y luego se sienta a mi lado, porque otra vez, después de la clase de trigonometría me ha acompañado hasta la siguiente clase que compartimos y se ha sentado a mi lado.

Me le quedo mirando y supongo que él lo siente porque a los segundos se voltea a verme con una ceja arqueada.

—¿Qué? —pregunta con un ligero tono de desconfianza.

—Tienes una pronunciación perfecta. Es… irreal.

—No es la gran cosa —se encoje de hombros, con una sonrisita ladeada en sus labios.

Además, modesto.

Volvemos la atención al profesor que ha tomado la palabra. A los minutos la campana escolar suena indicando el cambio de clases, espero encontrarme a Shay en economía, aunque todavía no contesta a mis mensajes y ya le he dejado varios. Recojo mis cosas y las guardo dentro de mi mochila, y me coloco de pie para abandonar el aula.

—Señorita Monroe —me llama el profesor cuando estoy a unos pasos de la puerta y me giro a verle.

—¿Si, profesor Marchand?

—El viernes hare un examen de validación. Quiero saber si ya se ha puesto al día con mi clase, o si necesita algo… ¿les ha pedido a sus compañeros los apuntes?

Otro más que me lo pregunta, pero que se interesa por mi y su tono de voz es amable, aun así, hago una mueca y frunzo las cejas jactándome. Estoy por responder que no, que estoy en eso, pero una voz detrás de mi se me adelanta hablar:

—No se preocupe profesor. Yo le voy a prestar mis apuntes.

Volteo para ver a Mika y esbozo una minúscula sonrisa de agradecimiento, pero él no la nota por estar viendo al profesor. Siento que le voy a deber hasta la vida después de que me ayude con tanto, aunque no me quejo. 

—Entonces excelente —expresa el profesor, convencido y animado.

Abandono el aula de clases sabiendo que Mika viene detrás de mí. Un bostezo sale de mis labios, las horas perdidas de sueño de anoche hacen su efecto en mi y los ojos me pesan, y no puedo beber café para despertar porque no me gusta nadita. 

—¡Eh, Nía! —escucho la voz de Mika detrás de mí.

No volteo a verle porque mi teléfono en mi mano vibra y veo el mensaje que acaba de entrar, es de Shay, me ha enviado varios emojis que me dejan saber que ha enfermado o algo así, y después otro mensaje entra, justo debajo de los emojis leo lo que acaba de llegarme.

Por si no quedó claro, siento como si mi cabeza va a explotar y me siento de la mierda, sin fuerza para salir de la habitación. No iré hoy, sobrevive sin mí, guapa.

—Nía me estaba preguntando si t...

—¡Keogh! 

La voz de un hombre predomina haciendo que interrumpa lo que Mika estaba por decirme cuando me alcanza. Al mirar, un hombre en ropa deportiva se nos acerca, o más bien a él.

—¿Si, entrenador? 

Mika le pone toda su atención y por como lo llama, me hago la idea de que debe ser el entrenador de natación.

Al borde de la genialidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora