Capítulo 16

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Solo me he besado con Mika una tarde y ya siento que me estoy volviendo demasiado adicta a la sensación de sus labios contra los míos, más, si se siente como la escena de una película romántica en el panorama de una noche fría, porque es justamente como me estoy sintiendo en este momento con sus manos en mi cintura mientras me besa.

De verdad, no sé si es la ciudad, el panorama, las estrellas y la luna inexistente, el aroma de su perfume, el momento, el parque, la situación o él.

Pero me gusta.

No, a mí no me gusta, a mí me encanta ¡Me encanta!

A los segundos mis pulmones comienzan a reclamar oxígeno y quiero cancelarlos por la razón de interrumpir el momento solo para respirar. La nariz de Mika roza mi mejilla y me le quedo mirando en cuanto retrocede apenas un poco.

Él tiene una mala noche y yo realmente no sé cómo animarlo, no sé cómo animar a las personas, por lo general tengo la creencia de que una palmadita en la espalda es suficiente, pero sé que va mucho más allá de eso.

—¿Y qué... piensas hacer por esta noche? —le pregunto, mirándole a los ojos.

—No sé, pero sé que volver a casa definitivamente no es algo que planeo hacer esta noche —deja salir un suspiro y se relame el labio inferior, desviándome la mirada un momento—, no quiero molestar a Félix porque esta con Jenn pasando acción de gracias con las familias de ambos, así que probablemente vaya a la casa de mi abuela.

—Ah, vale.

—Y tu... ¿Quieres volver a la fiesta en la que estabas? —curiosea, volviendo sus ojos a mi—, que por cierto ¿Quién vive allí?

—Ahm, vive Robín —respondo—, y pues, no lo sé, no era una fiesta era una reunión y estaban en una piscina bajo techo con el agua temporalizada pero yo estaba en la orilla de la piscina porque no llevé traje de baño, y aunque si estaba pasando un rato divertido, no me apetece volver.

—¿Por qué no? —me interroga mirándome con interés.

Me encojo de hombros.

—Porque me gusta más estar contigo.

Soy sincera y Mika ladea una sonrisa de inmediato.

—¿Sí?

—Si —asiento con la cabeza y balanceo mi cuerpo de adelante hacia atrás, inflando mis mejillas—, ¿Qué hacemos?

El castaño inclina un poco su cabeza hacia un lado.

—¿Cómo que «que hacemos»? ¿Qué quieres decir con eso?

—Ah, pues... estamos caminando en medio de la noche mientras es acción de gracias y no parecemos tener claro hacia donde vamos, así que, ¿Qué hacemos, Mika Keogh? —le pregunto, tras un fugaz silencio de apenas tres segundos, agrego—: ¿quieres acompañarme al loft?

—Definitivamente si quiero —responde de inmediato—, solo déjame pedir un uber.

Meneo mi cabeza en un asentimiento y le desvío la mirada para dar un rápido vistazo a mi alrededor. Lo solitario que se halla el sitio que nos rodea me asustaría si estuviera sola, aunque en Stoneford he caminado sola por las calles del pueblo, es seguro, en cambio, New York es la gran ciudad y puede resultar peligrosa en ocasiones, sobre todo para nosotras las chicas.

Vuelvo mis ojos a Mika mirándolo concentrado en la pantalla de su teléfono y tecleando algo, apenas unos segundos después me dirige nuevamente la mirada.

—Ya hallé uno y está cerca —avisa.

—Vale.

Mika levanta la mirada hasta el cielo y se queda admirando hacia arriba como si hubiera algo interesante para ver, en cuanto yo elevo la mirada, no veo nada, no hay luna ni estrellas.

Al borde de la genialidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora