Recuerdos II

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"Hold on, I'm here baby"

Viernes, 14 de noviembre de 2014

―Últimamente te ves cansada, y desanimada, ¿estás bien?

Valentina suspiró y se pasó una mano por su cabello rubio. ―Solo estoy cansada.

Juliana hizo una mueca disconforme con los labios. ―Sé que no solemos hablar de estas cosas en el año que nos conocemos, pero... Si quieres hablar con alguien, yo puedo escuchar.

La mayor se removió un poco en su asiento, parecía indecisa. Para Valentina hablar con Juliana, por más pequeña que sea la conversación, la hace sentir cómoda así que... sí, podría decírselo, ¿Verdad?

―Tener que criar sola a mis cuatro hijos, no es fácil sin ella... Es agotador. ―Rio sin gracia. ―Muy agotador.

Juliana parpadeó sorprendida. Sabía que tenía hijos y era madre soltera, pero no sabía cuántos niños tenía ni si la madre de sus hijos la había abandonado o solo era divorciada.

―¿Cuatro? ¿Tienes cuatro hijos? Nunca lo mencionaste. ―Se le veía genuinamente curiosa.

―Sí... Soy madre de un niño, una niña y unos dos gemelos, que son los más pequeños.

Juliana recorrió su perfil, deteniéndose en sus labios donde sostenía un cigarrillo. Su mirada se perdía en la vista del estacionamiento y edificios a su alrededor bajo el cielo claro de la tarde. Su mirada, esa mirada se veía cansada y no era por esas ojeras en sus ojos, no.

Era la mirada de una mujer abatida.

Juliana conocía bien esa mirada, porque la vio reflejada en sí misma.

«¿Ser madre soltera hace que Valentina fume tanto? ¿Es el estrés? ¿Se siente sola? ¿Se siente como yo?»

Quizás Valentina necesite alguien en quien apoyarse, alguien que entienda su dolor constante día a día. Alguien que entienda el pesar de su corazón. Quizás sea como ella, y busque algo a lo que aferrarse para alejarse de su angustioso pasado.

―¿Cuáles son sus nombres?¿Tienes una foto? ―Colocó una mano en su espalda y le sonrió levemente.

Juliana tenía tacto para tratar con las personas.

Valentina asintió. Sacó su billetera y la abrió enseñando una foto familiar ahí. ―La niña se llama Denisse, el chico alto es Adrián y esos dos pequeños son Alejandro y Sebastián. ―Señaló con una sonrisa. Una orgullosa de su familia.

Juliana lo pensó, pero finalmente sus labios se abrieron para preguntar: ―¿Ella dónde está? Ya sabes... La mamá de tus hijos.

Juró ver como sus ojos pasaban de estar inundados en soledad, a estar llenos de desolación.

Conocía tan bien esa mirada, es el mismo reflejo de sus ojos propios en el espejo, algunas noches solitarias.

―Ella no está. Falleció hace poco, sufría de cáncer, solo aguantó hasta que nacieron los gemelos y luego... ―Carraspeó. ―Su aniversario se acerca, y creo que por eso estoy el doble de cansada.

Decir en voz alta que la persona que más amaste se ha ido de tu lado, que te la arrebataron, que te abandonó; es doloroso.

Es como si al decirlo en voz alta sonara real, y es lo menos que Valentina quiere; que sea real el hecho de que ya no está con ella, que nunca volverá.

Nadie burla a la muerte.

Ahora es solo una madre viuda que trata de mantener en equilibrio su familia y su trabajo. Cuatro hijos, una gran casa que pagar, y sostener su propio corazón herido... Eso es trabajo para los más valientes.

Cenizas De Un Amor | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora