Capítulo 22.

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Joseph palmea su espalda con cariño mientras la menor suena su nariz con papel higiénico. Sonríe con ternura y tristeza al ver su estado; ojos ligeramente hinchados, mejillas sonrojadas, nariz rojita y lágrimas secas en su rostro.

―¿Ya estás mejor? ―Se atreve a preguntar cuando la ve más calmada.

Juliana asiente. ―Sí, lo estoy.

En sus ojos ve sinceridad, y la ligera sonrisa en sus labios cuando la mira, hace que crea sus palabras.

Quizás solo necesitaba un tiempo con su hermano.

―Es bueno saberlo. ¿Ya quieres que te lleve a casa? ¿O hay algo más que quieres hablar? ―Acaricia sus cabellos con cariño.

La pelinegra lo piensa, y al final asiente con la cabeza. ―Sí, yo... quería pedirte un consejo, Joseph.

El mayor asiente con cuidado. ―Claro, ¿sobre qué?

―Sobre mi relación con Valentina. Entiendo si es raro para ti ya que Valentina es tu mejor amiga y yo tu hermana, es solo... que quiero saber qué piensas.

Juliana baja la mirada y hace una ligera mueca con sus labios. Joseph por su lado solo toma una suave inhalación, luego suelta el aire en un suspiro y habla.

―Yo sé que tú y Valentina tienen pasados que arrastran. De hecho, quise hablar con Valentina sobre esto y en nuestros viajes de negocios traté de hacerlo, pero ella me evitaba. Lo cierto es que su relación se puede tornar tóxica si no se paran un momento para analizar qué están haciendo mal. ―Coloca su mano en su hombro, lo que provoca que la pelinegra levante la mirada. ―Sé que muchas veces soy tu hermano torpe y bromista que te saca una sonrisa, pero cuando veo que mi hermanita necesita ayuda no dudo en acercarme para aconsejarte. Tú lo sabes bien.

―Lo sé, Joseph...

―Entonces entenderás que mi consejo más honesto es que te separes un tiempo de Valentina.

Juliana boquea y frunce el ceño ni bien termina de escuchar a su hermano. ―No entiendo, realmente no entiendo por qué todos me dicen lo mismo. ―Pasa su mano por su rostro con evidente estrés.

¿Es que realmente sus corazones están equivocados?

―Porque la forma en la que ambas no dejan atrás sus problemas, las afecta. Tú eres la más dañada, y no olvides a esos niños, ellos también salen dañados.

―¿Dañados?

―Juliana, recuerda que tú decidiste estar con una mujer con hijos, así que tu compromiso es con ella y con sus hijos. Lo que salga de tu relación afectará también a ellos. ―Suspira y niega con la cabeza. ―Ni tú ni Valentina se detienen a pensar en las consecuencias, ¿o me equivoco?

¿Realmente están siendo tan egoístas?

Avergonzada la pelinegra rasca su nuca y desvía la mirada. ―Creo que tienes razón... nuestra relación llega a afectarlos a ellos por igual.

―¿Y tú los quieres, no es así? ―Cuestiona con un tono más suave.

Juliana lo mira y asiente con una ligera sonrisa. ―Se han ganado mi corazón, aunque aún esté triste por el comportamiento de Adrián y Denisse, aún así les tengo cariño. ―Mira hacia el anochecer. ―Supongo que así se siente ser madre. A veces tus hijos te tratan desconsideradamente, pero al final del día siguen siendo tus hijos. Solo que... no son mis hijos, son mis hijastros. ―Ríe un poco.

Joseph coloca su mano en sus cabellos y los acaricia. ―Son buenos chicos, los conozco desde que eran niños, pero al igual que tú, pasaron por la pérdida de su madre y quedaron al lado de Valentina quien ese tiempo no era capaz ni de cuidarse a sí misma. Abigail era la verdadera líder de la familia.

Cenizas De Un Amor | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora