LA LLEGADA DEL DIABLO

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El sol comenzaba a salir, alumbrando la habitación de Finnian, ambos estaban dormidos abrazados entre si.

El rubio fue el primero que abrió los ojos, separándose un poco para poder tallarse los ojos y liberando un ligero bostezo mirando detalladamente el rostro del pelinegro el cual aun se encontraba dormido, acerco su mano para comenzar a tocar delicadamente ese bello rostro.

Finnian nunca tuvo la oportunidad de ver a Sebastian dormido, casi siempre el era el primero en dormirse y el ultimo en despertar, se podría decir que tuvo suerte.

El rubio estaba completamente embobado mirando los finos labios del mayor, poco a poco se acerco a el para poderle robar un beso. -Buenos días niño- dijo el pelinegro con los ojos aun cerrados acercándolo mas a el, -Buenos días- el rubio sonrió.

Sebastian acerco su mano a la nuca del menor para acariciar sus suaves cabellos dorados y abrio sus ojos, -detente, harás que me de sueños otra vez- dijo el rubio hundiéndose en el pecho del mayor, -no lo puedo evitar cariño...- el rubio miro rápidamente los ojos contrarios algo sonrojado -¿acaso me llamaste cariño?- el pelinegro asintió, -hay algún problema- el rubio negó. -no para nada solo, estoy realmente feliz- Sebastián se sonrojo mostrándole una cálida sonrisa y a la vez quedo sorprendido al notar que la luz de Finnian había vuelto a la normalidad.

-acércate cariño- ambos profundizaron en un cálido beso que se fue intensificando, Sebastian se giro quedando arriba de el separándose de los labios del menor para poder besar su cuello dándole ligeras succionadas -Ah Sebastian...- Finnian jadeaba desesperado por volver a besar al mayor -detente...quiero que me beses- el pelinegro dejo su cuello en paz y volvió a besarlo explorando su pequeña boca la cual liberaba unos pequeños jadeos de parte de ambos.

La alarma del teléfono del rubio interrumpió aquel fugaz momento provocando que se separaran, para que Finnian le pusiera fin ah ese molesto ruido.

-¿Qué te gustaría desayunar?- dijo el pelinegro algo complacido al ver la delicada figura del rubio completamente desnuda, llevando una de sus manos a los glúteos del menor trazando un corazón con la yema de sus dedos.

-deja de hacer eso pervertido- el rubio sintió un ligero escalofrío recorrer todo su cuerpo. -¿Qué tienes en mente para desayunar?- miro los ojos escarlata esperando una respuesta

-Quiero preparar algo que a ti te guste-
Sonrió prosiguiendo a levantarse de la cama en busca de su ropa interior. Finnian estaba completamente rojo al notar que ambos seguían desnudos, volteo disimuladamente a otro lado para que el pelinegro no lo viera. -Tal vez unas tostadas francesas-

El pelinegro asintió mientras se ponía su pantalón -¿cariño no vas a cambiarte?- lo miro de reojo -Si no lo haces harás que pierda el control-

El rubio se tapó con la manta esperando a que Sebastian saliera de la habitación, para después poderse vestir.

.....

Sebastian había terminado de preparar el desayuno llevándoselo a la mesa al rubio -Bien comamos- Finnian estaba fascinado por aquel desayuno, era realmente delicioso. -Me encanta tu comida- dijo el rubio metiéndose otro bocado a la boca.

-Me alegra que te haya gustado- le sonrió complacido. Ambos terminaron de comer y el pelinegro se encargo de limpiar los platos.

-bueno cariño tengo que irme, me preocupa que tus padres lleguen- el rubio lo miro algo triste, -oh vamos niño, me asegurare de que podamos vernos mas tarde, ¿te gustaría ir a cenar?- Finnian acepto y se despidió de un corto beso. El pelinegro le dio un abrazo y se marcho del lugar.

En el camino a casa, Sebastian desprendía un aura llena de alegría acompañada de una encantadora sonrisa, su corazón quedo completamente rendido ah un humano, ah un humano... Eso podría ser una broma de mal gusto para cualquier demonio, pero para el no era así, todo ese tiempo que llevaba conociendo al rubio, había provocado que su corazón latiera como un loco. Bajo de su auto y comenzó a caminar a la puerta de su casa hasta que una voz lo dejo completamente paralizado.

-Hola hijo- Sebastian se armo de valor y miro al hombre que se encontraba detrás de el. -Hola padre...- el misterioso hombre apuesto se acerco a el dándole unas palmadas en el hombro. -podemos hablar- el pelinegro asintió en silencio y lo dejo pasar a su casa, ambos tomaron asiento quedando en frente del otro. -que lindo lugar, bastante acogedor- dijo aquel hombre de rostro angelical, -quiero saber el por que has estado holgazaneando mucho- el pelinegro suspiro -No estoy holgazaneando, estoy investigando a los humanos es todo...además eh estado haciendo mi trabajo como demonio, de vez en cuando recolecto almas- 

-claro! de eso soy consiente, pero no crees que deberías de volver a tu papel original...digo, eres demasiado poderoso como para hacer el trabajo de un principiante- Sebastian negó con la cabeza -creo que me gustan las cosas como están, pero si tanto insistes lo voy a pensar- El comentario de Sebastian hizo que su Satanás frunciera el ceño un poco por la irritación que le provocaban aquellas palabras. -¿acaso es por ese chico?- El pelinegro quedo congelado, -¿de que hablas?- Satanás comenzó a reír. -sabes tu hermano me lo informo al respecto y también sobre lo grande que es su alma ¿acaso piensas consumir su alma?- el pelinegro no dijo nada agachando su cabeza. -No me digas que te encariñaste con el...no seas tan patético-

Satanás comenzó a reír desenfrenadamente. -El queda fuera de todo esto- dijo Sebastian en un tono serio. -Gracias a el eh podido descubrir algunas cosas que pueden ser de tu interés- Satanás lo miro interesado esperando a que prosiguiera con lo que decía. -tenias razón sobre la existencia de el libro de la perdición, eh podido leer el contenido y se con certeza como podría ser el fin de tu existencia padre- Satanás quedo sorprendido. -Así que la profecía es cierta- el hombre miro complacido al pelinegro. -Después de todo si encontraste algo bueno Sebastian, me imagino que quieres algo a cambio- el pelinegro asintió. -Aleja tus manos del chico- ambos estrecharon sus manos -no le tocare ni un cabello-

-sabes aun recuerdo la primera vez que nos conocimos Sebastian, creo que siempre anhelare ese recuerdo- ambos se miraron -ya casi no lo recuerdo...por una extraña razón algunos recuerdos de esos tiempos son borrosos- dijo Sebastian cruzando sus brazos. -¿te gustaría recordar?-  por unos segundos Sebastian no se sentía interesado por saberlo, pero eso fue desvaneciendo al querer conocer mas sobre como eran sus emociones humanas en ese tiempo.

-No pienses que me darás a cambio algo, fuiste el primer demonio que convertí es obvio de que guardo cariño hacia ti como mi hijo- el pelinegro quedo pensativo -de acuerdo- el diablo cruzo las piernas -Me gustaría una copa de vino antes de continuar con esto-  el pelinegro fue a la cocina y sirvió una copa de vino, regresando con ella en manos y dándosela al hombre. -Muchas gracias- se hecho la copa de una sola y la dejo de un lado -bien levántate y sostén mis manos- el pelinegro se levanto y tomo ambas manos. -esto solo nos tomara unos segundos, pero para ti serán como horas-

los ojos  de ambos comenzaron a brillar mientras una fuerte luz iluminaba la habitación hasta que esta quedo completamente en blanco y el único que se encontraba ahí era Sebastian

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CONTINUARA...



ESTOY A SUS PIES PROFESORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora