Capítulo 23 - Recuerdos

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Un golpeteo repetitivo contra la pared proveniente de una de las habitaciones asiduas a la nuestra me trajo de vuelta desde mis sueños y me vi ahí, desorientado, en una recámara que no era la mía, intentando reconstruir los difusos fragmentos de la noche anterior.

Restregué mis ojos con los que aún veía algo borroso y eché una mirada en 360 grados a mi alrededor. Cierto, pasé la noche en casa de Draken. Y ahí estaba Smiley, dormía en posición fetal abrazando una almohada. Por su parte, Hakkai había amanecido al otro lado de la habitación, lejos de su futón y la almohada estaba también en otra posición lejana a la original.

Miré hacia la cama y Mikey, que anoche había actuado como un niño berrinchudo, se encontraba durmiendo en el pecho de Draken con el rostro de un ángel, con los mechones dorados de cabello de su flequillo desparramados en su frente. Draken lo rodeaba con sus brazos desnudos, con una mirada apacible.

Decidí recostarme unos minutos más y cuando ya eran las 1 de la tarde, comenzó a haber vida en la habitación. Hakkai y Smiley bebían un té para mitigar el tortuoso dolor de cabeza cortesía de la resaca y Mikey figuraba en cama, tosiendo, pues había pescado un resfriado -definitivamente la escena de anoche tenía algo que ver -.

Una vez nos sentimos algo mejor, nos despedimos de Draken y Mikey, y emprendimos la marcha hacia nuestros hogares. Cuando tuvimos que separarnos, me subí al vagón del tren y apoyando mi cabeza contra el vidrio, comencé a reconstruir la noche anterior.

Tenía demasiados recuerdos mezclados. Sentía que habían pasado muchas cosas, pero apenas tenía algunas imágenes que no lograba hilar la una con la otra. Me bajé de la estación y caminando hacia mi casa, seguía haciendo trabajar mi cerebro a mil para lograr recobrar la memoria.

Por qué era tan difícil? Recordaba algunos disfraces, el trago asqueroso de Souya, el haber estado jugando con cartas, pero de un punto hasta otro todo era negro. Ya iba llegando a casa y aún no conseguía reconstruir ni un octavo de los sucesos de la noche, hasta que unos ojos familiares me abordaron y detonaron en mí una serie de recuerdos reprimidos que me dejaron en estado de shock.

- Eh Chifuyu, recién llegando de juerga? - el pelinegro sonreía con total tranquilidad. Llevaba una playera negra con un estampado rojo, pantalones cargo y unas botas militares negras. Su rostro lucía tan saludable que no parecía que hubiese pasado la noche durmiendo detrás de un arbusto.

Es esta la misma persona que anoche me hizo todas esas cosas vergonzosas? Cómo es capaz de mantenerse tan tranquilo? No sentía el coraje de mirarlo a los ojos.

- Sí, creo que dormí mucho - asentí, mirando al suelo y entonando una risa nerviosa.

- Voy al super a comprar algunas cosas de comer, te sumas? - dijo animado, dando una inocente palmada en mi espalda, provocando que mi cuerpo se crispara involuntariamente.

- Lo siento, tengo algunas cosas que hacer en casa - respondí en voz baja, apartándome de él.

- Bueno, supongo que no podré convencerte, así que me quedaré en tu casa esta noche - volvió a golpear mi espalda y sin esperar una respuesta, emprendió camino a su apartamento, silbando alegremente.

Todo era confuso. Los recuerdos que estaban en mi mente, habían sucedido realmente? Estaba imaginando cosas?

Entré a casa y mi madre aún no llegaba. Serví comida a Peke J, que ya me asesinaba con la mirada (dejé repleto el plato ayer para él, pero aún así no le pareció bien mi ausencia), elegí rápidamente algunas prendas en mi habitación y entré al cuarto de baño.

Cepillaba mis dientes, ya convencido de que todo aquello había sido un sueño o mi imaginación, hasta que divisé algo extraño en mi cuello.

- Qué demon...-

En mi cuello figuraban tres manchas irregulares de un tono rojizo, "me habré golpeado?" pensé. Pero luego recuerdos delatores llegaron a mi mente y como si pudiese sentirle, recordé cómo Baji-san besaba y mordisqueaba mi cuello. Eso solo podía significar... Que lo de anoche... Había sido real. Pero cómo?

Jabonaba mi cuerpo aún muy confundido, temeroso de que alguno de los chicos hubiese visto aquellas marcas y pensando cómo ocultarlas. Tendría que pensar en un outfit diferente, eso era claro. Por suerte, agradecía que mi madre no haya estado ahí para recibirme, pero, por lo que me habían dicho, no se borraban de un día para otro.

Mientras el agua fluía por mi piel, no paraban de llegar a mí una ráfaga de las imágenes más vergonzosas y la resaca mental era como un espíritu demoniaco que asechaba mis pensamientos sin dar tregua. Cómo fui capaz de hacer algo así? Yo... moví mi trasero encima de sus partes íntimas y para colmo tuve la desvergüenza de jalármela frente a él como si nada. Cómo podría volver a mirarlo a los ojos? Solo recordar mis ridículos gemidos y pensar en el absurdo rostro que debí haber puesto me llenaba de una vergüenza agobiante.

Para mi desgracia, una parte de mí se fascinaba con todo ello y con solo rememorar la imagen de Baji tocando su miembro con sus grandes manos húmedas, cómo relamía sus labios con ansiedad y sus ojos que me recorrían agobiados de deseo y placer, mi cuerpo reaccionó y no pude sino satisfacer mis ansias de masturbarme.

Todo hubiese estado bien, si no fuera porque a los pocos segundos de comenzar, sonó el timbre.

Salí de la bañera de un salto, me puse la toalla a la cintura y me dispuse a atender la puerta.

Cuando iba de camino, recordé los chupetones de mi cuello y asustado ante la idea de que fuese mamá, me puse lo primero que encontré en el ropero.

- Ya voyy - el timbre no paraba de sonar, así que corrí y abrí la puerta de golpe.

- Hey... Chifuyu! Por qué... por qué llevas una bufanda? -

- Oh esto? Bueno... Dicen que si abrigas tu cuello, todo el resto del cuerpo se mantiene caliente -

- Hm nunca he escuchado eso, pero como sea, vamos a ver a Mikey -

- Qué? Pero si acabo de llegar de allá hace unos minutos-

- Draken tuvo que ir a ver un asunto urgente, no me dijo de que se trataba, pero supongo que era algo importante para que dejase a Mikey solo en su estado -

- No quiero. Te lo encargó a ti. -

Pasaba por este día. Realmente necesitaba tirarme en mi cama y no moverme durante toda la tarde.

Pero Takemichi no cedía. Me iba a llevar para allá a como diese lugar. Antes de que comenzara con el chantaje emocional, me di por vencido y acepté. Después de todo, podía dormir en casa de Draken mientras Takemichi vigilaba a Mikey. Terminé de vestirme y empaqué mi pijama, mi diskman con mi cd favorito, mi cepillo de dientes y un bálsamo de labios sabor cereza que usaba últimamente porque mis labios habían comenzado a agrietarse mucho. 

Bloody HalloweenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora