- Tsk qué molestia. Supongo que tendré que tirar la puerta abajo - en su rostro se dibujó una sonrisa traviesa -él disfrutaba destruir cosas- , pero cuando ya estaba listo para echarla abajo con una gran patada, me incorporé como pude y lo detuve.
- Hey hey hey no hagas eso. No es necesario destruir el lugar. Primero, intentemos pedir ayuda - mis rodillas temblaban y con la poca vigorosidad que me quedaba tiraba de su brazo con insistencia en un débil intento por alejarlo de la puerta.
- Está bien, está bien. No lo haré. Pero no se escucha un alma, así que tendremos que pensar en algo más. - se mordía el labio inferior con preocupación.
- Tienes razón... Pero! Seguramente Takemichi y Hina nos vendrán a buscar en un rato. - dije con optimismo. - Solo esperemos 30 minutos y si no viene nadie, botas/quemas o haces lo que quieras con la puerta, qué te parece? - intenté sonar convincente, pero mi voz de ebrio y mi postura desarmada no ayudaban.
- Acaso quieres quedarte encerrado conmigo? - respondió burlesco, lanzándome una mirada traviesa con descaro.
- De qué hablas? Solo necesito descansar un poco - respondí sonrojado, apartando la vista de él y predisponiéndome a caminar de vuelta al sofá en zigzag.
- Idiota, ven acá, te vas a caer - suspiró, procediendo a sostenerme entre sus brazos antes de que me fuera de bruces al piso.
El aliento de Baji-san olía a alcohol al igual que el mío y su pronunciación no era precisamente la mejor, pero estaba físicamente más firme que yo. Rodeé su cuello con mis brazos y apoyé mi cabeza en su hombro, y en esa posición caminamos juntos a nuestro destino. Una vez llegamos, me tumbé bocabajo en el viejo sofá y mi amigo se sentó en el pequeño espacio que quedó disponible, sosteniendo mis piernas.
- Duerme para que te recuperes - dijo, dándome una palmadita en la parte trasera de mis muslos.
Intenté acomodarme pero me fue imposible dormir. Me sentía demasiado intranquilo. Estar en la oscuridad a solas con él y sentir su respiración inundar el silencio alteraba mis sentidos. Era mi imaginación o hacía mucho calor en ese lugar? Sus manos palpaban inocentemente la textura resbalosa de mis pantalones y el calor solo parecía aumentar.
Me senté como pude para intentar quitar el top que me aprisionaba, pero mis manos torpes fracasaban al intentar jalar la ajustada y resbalosa prenda.
- Eres un chico torpe. Ven acá - golpeó sus muslos con las palmas, invitándome a acercarme como si fuese un niño.
- No me culpes, acá hace mucho calor - me quejé y manejándome con la mayor delicadeza que mis aturdidos sentidos me permitían, me senté sobre las piernas de mi amigo, tratando de no quedar sobre una zona inapropiada.
- Levanta tus brazos - dijo con autoridad, apuntándome con una mirada afilada que me puso los pelos de punta.
Seguí su instrucción obedientemente, pero al momento de sentir las frías yemas de sus dedos rozando mi cintura un gran espasmo recorrió mi cuerpo sin piedad, provocando un leve movimiento involuntario.
- Nunca te han desvestido, Chifuyu? - esbozó una media sonrisa con sus labios y sus ojos punzantes se clavaron en los míos sin discreción.
Negué con la cabeza, intentando controlar mi respiración agitada ante sus manos frías que no soltaban mi cintura aún cuando ya me había desvestido. Quería apartar la vista, pero algo en sus ojos me resultaba hipnotizante. La luna llena se teñía de rojo tras esa mirada vampírica que me inspeccionaba como una bestia dormida provocándome un intrigante respeto y fascinación.
-Chifuyu, me gusta como te ves en esa posición - sonrió.
No entendía del todo la situación, en qué momento la atmósfera se había tornado así? Antes de que pudiese formular una respuesta en mi cabeza, Baji-san agarró mis caderas con fuerza y me arrastró de golpe hasta la zona prohibida, soltando un suave suspiro cuando mi trasero impactó con su miembro.
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Bloody Halloween
Fiksi PenggemarEsta historia se sitúa en una línea temporal donde Baji no muere en el Halloween Sangriento. A dos años del incidente, Chifuyu aún no puede superar el haber estado a punto de perder a su mejor amigo y tiene episodios de pánico. Ad portas del anivers...