Epílogo 1/2

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—¿Y que ocurrió después? —insistió—, ¿vas a quedarte callada y dejarme con la intriga? Hace tanto tiempo que he intentado hacer que sueltes la sopa y no ha funcionado, Lee-Lee.

Reí, pues estaban locas, creían que les iba a contar mi primera vez. Hace aproximadamente 3 años que ocurrió.

Hana y Taylor me miraron expectantes, las dos ojiazules me tenían hasta los ovarios.

—No —sonreí y acaricié la cabeza de Chandler, que yacía dormido en mis piernas— Y si hacen el favor de hablar un poco más bajo, se los agradecería a montón.

—Ay si, el bello durmiente —dijo Hana, burlona.

Las tres soltamos una carcajada lo que provocó que "el bello durmiente" frunciera el ceño, pero después de un "sh" y un movimiento repetitivo de piernas, volvió a encontrarse neutro. Era igual que un bebé cuando tenía sueño y no podía dormir, lo mecías, y caso cerrado. Un angelito.

—Bueno bueno, concuerdo con eso —proseguí—, pero no me parece bien el nombre "Bello durmiente", el parece más bien un bebé que se duerme en cualquier parte, como Harry cuando el quería dormir y entonces...

Y ahí paré de hablar, ya que me miraron e hicieron un falso bostezo.

—Leigh, deja de hablar de eso, supéralo —musitó Taylor, en un acento muy gracioso— ¿nos contarás?

Suspiré, mirando los pucheros que estas hacían, y obviamente no resistí.

—Una muy buena tarde.. —comencé

Temblé, y acaricié la arena de la playa blanca. Estaba sola, con Chandler, nuestra relación no estaba muy buena, aún habían amenazas por parte de las fans, pero a él no pareció importarle más las críticas y las opiniones, y seguro que por su cabeza resonaba algo como, "Oye, ¿quieres venir a la playa conmigo? Como amigos solamente, no te emociones" y eso fué lo que sucedió. Ya había recobrado por completo mi peso normal, y la anorexia quedó en el pasado.


—¿Te gusta la arena? —cuestionó. Ni siquiera me había dado cuenta que Chandler se encontraba atrás mío, susurrando en mi oído —Es hermosa, como...—Rogué por que dijera "Es hermosa, como tú", pero al parecer el mundo no estaba de mi parte ese día— Hana.

—Si, ya lo creo —sonreí falsamente, pues no es que fueramos amigos del alma, pero un poco de amabilidad hipócrita no es tan malo, puede decirse que es educación.

Volteé mi cuerpo y lo miré fijo a las manos, que sostenían una bebida apetitosa.

—¿Qué es eso? —pregunté haciendo un tono divertido, señalándolo— ¿Me das?

El acercó su bebida a regañadientes, pero se la quedó para él cuando estaba a punto de agarrarla. Me crucé de brazos e hice un puchero.

—Ve y pídela, se llama Wituspatu.

¿Wituspatu? Que nombre mas extraño, ¿no?

Asentí, desconfiada, y caminé hacia el mini bar. El vestido turquesa se apegaba a mi cuerpo, moldeando mi figura, y no es que esté fitness pero algo de curvas tenía. Coloqué un mechón de mi pelo detrás de mi oreja, y carraspeé mi garganta. Odio pedir cosas, o hacer favores, cualquier cosa que tenga que ver con gente desconocida. Simplemente me da timidez.

—¿Me puede dar un Wituspatu, por favor? —dije firmemente.

Wow, era la primera vez que la voz me salía ronca, alta y confiada. El hombre frunció el ceño y otro escupió agua en cuanto escuchó mi petición. Mi rostro se tornó rojo furioso mientras que una oleada de calor invadía mi cuerpo. Algunas personas reían y otras se mantenían con la cara confundida.

—Señorita, ústed estará confundida —dijo el dueño, tratando de no reírse— ¿Se le ofrece otra cosa?

Negué, y parpadeé tantas veces como pude, giré en dirección hacia Chandler, que se encontraba en el suelo sujetando su barriga. No podía parar de reír, y eso me volvió prácticamente LOCA.

Le dediqué una sonrisa al señor después de un "lo siento" y fui corriendo a la cabaña. No podía más, Chandler ha cambiado tanto y siempre caigo en sus juegos. Lancé la orquídea que estaba en mi pelo, no sin haberla roto antes. No más, ya no. Ni siquiera se que haré cuando se devuelva a la cabaña. Subí las rocas y con manos temblorosas y mocos sueltos, abrí la puerta con las llaves. Me encerré, la furia me cegaba y díganme llorona, pues es lo que soy. Chandler me dejó en vergüenza, y es lo que más odiaba en el mundo. La vergüenza.

—Espera, ¿Wituspatu? —a Hana se le achinaron los ojos de la risa— No puedo creerlo, ¡Que vergüenza!

La fulminé al igual que Taylor, y en ese momento tenía unas ganas de darle su merecido a mi novio.

Me quedé hecha una bolita en la cama, tenía unas ganas de arrancarme aquel collar y cavar un hueco en la arena, meterlo en lo más profundo, y taparlo. Y que desaparezca de mi vida.

—¡LEIGH! —gritó él, que ya había llegado— Mierda, mierda, pensé que era una broma inocente.

—¿Ah sí, tan inocente? Eres un maldito, como siempre.

—Leigh, reacciona, tienes 19 años y te has molestado por una broma.

—Fué una pesada Chandler, una broma muy pesada.

El apretó los puños y la mandíbula se le tensó. Su rostro se suavizó en cuanto vió que sujetaba el collar, a punto de romperlo. Sus pasos cada vez más cerca, su rostro a centímetros de los míos, su mirada penetrando en lo más profundo de mis emociones

—No lo hagas, mi amor —susurró contra mis labios— No lo hagas...

Y para ese entonces me sentí en un sueño, y todo se olvidó, como estúpida que fuí. Me lancé hacia él y conecté mis labios con los de él, un beso saciado, un beso deseoso, un beso que hizo que mi sed de venganza desapareciera, así de fácil.

[Por motivos que no quiero compartir, he borrado la escena en donde ambos hacen el acto más maravilloso del mundo según las novelas wtf xd mátenme, pueden hacerlo :)]

—¿Tan difícil era contar eso? No fue tan hardcore.

—Si lo fué, dejen a mi Corazón de Melocotón —el amor de mi vida, besó mi mejilla después de dejarme la pierna acalambrada— Te amo.


Epilogo 2/2, próximamente.

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