Capítulo 9

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Kuroo no era de los que llegaban tarde. Tardaban 30 minutos en llegar a la escuela y el pelinegro parecía tener una obsesión con llegar temprano a los lugares, así que despertaba a Kenma una hora antes para llegar a la escuela 10 minutos antes que el horario habitual.

Sin embargo, la alarma había sonado tres veces (La de Kenma en realidad, porque Kuroo solo tenía una ya que se levantaba al instante que sonaba) y Kuroo no parecía querer levantarse. Kenma ya estaba despierto desde que su alarma había sonado y simplemente seguía sin procesar que el pelinegro no se levantaba.

—Kuro —llamó agitándolo—. ¿Estás bien? —El pelinegro respondió vagamente que sí—. ¿Entonces por qué no te has levantado, idiota?

—Porque siempre quise dormir así contigo.

Murmuró sobre su piel con la voz ronca. Kenma se congeló en su lugar. Sintió como sus labios se curvaban de manera inconsciente, sabía que iba a sonreír porque probablemente eso fue lo más tierno que le podrían haber dicho pero debía ser el responsable ahora mismo porque el verdadero responsable actuaba sin pensar.

—Kuroo, tú no eres de los que falta —dijo sin saber realmente cómo explicarle que no podían faltar—. Eres de los alumnos buenos...

—Solo cinco minutos más...

—Has dicho eso desde la primera alarma —Kenma intentó alejarlo pero el pelinegro no quería soltarlo—. Y me duele el cuello. No dormí tan cómodo como tú.

Lo escuchó reír perezosamente.

—La próxima lo haremos al revés.

—No habrá próxima si no te levantas, Kuro.

Y como si fuera un gran reto, el pelinegro se sentó en la cama rápidamente. 

Kenma se le quedó viendo atontado.

—Ya me levanté —dijo bajándose de la cama y alzando sus manos a la altura de su pecho—. Ya me levanté, Kenma, ahora tendremos que volver a dormir así esta noche.

—¿Esta noche? 

Kenma hizo una mueca mientras pasaba una mano por su propia nuca. Kuroo asintió, dirigiéndose al baño.

Y pensar que ni siquiera habían hablado de lo que eran.

Solo había pasado un día pero Kenma ya tenía la suficiente ansiedad como para pensar que, si no hablaban, todo se iría por el retrete. Kuroo no parecía interesado en hacerlo y Kenma se desesperaba, porque él sí necesitaba hacerlo. Necesitaba ponerle una etiqueta a lo que sea que tenían porque si no se pondría muy nervioso.

Durante el desayuno —esta vez solo fueron ellos dos porque los padres de Kenma estaban trabajando—, Kenma intentó encontrar las palabras para comenzar la conversación. Pensó que sería buena idea comenzar de manera sutil, preguntándole si estaba interesado en las relaciones y demás, sin embargo Kuroo se adelantó:

—Oye, Kenma. ¿Qué quieres que seamos?

Si había una palabra que definía a Kuroo, Kenma decía que era ser impulsivo. La mayoría de las veces —o cuando estaba afuera de una cancha de vóley— solía actuar por simple corazonada. Era algo malo pero siempre terminaba teniendo consecuencias positivas. Era brusco para hablar cuando estaban juntos, Kuroo simplemente decía lo que pensaba y hacía que Kenma se asustara por su manera de ser tan directo.

Kenma no sabía qué responder. No había pensado respuestas de él, más bien había pensado en las de Kuroo. Si él le preguntaba lo que había hecho el pelinegro, probablemente Kuroo respondería algo como: "Yo quiero todo contigo" o alguna cosa tierna, porque así era su mejor amigo. Pero ahora que Kuroo se había adelantado, Kenma no tenía ni la más mínima idea de cómo responder.

Just The Two Of Us | Kuroken Donde viven las historias. Descúbrelo ahora