Capítulo 30

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—Bien, ya dime que pasa. Me cansé de verte con esa cara.

La paciencia de Yaku se había colmado. Seis horas en la escuela sin la molesta voz del pelinegro a su lado solo lo había puesto de los nervios. La curiosidad había crecido en su interior y realmente quería saber qué mierda estaba pensando tanto Kuroo.

El pelinegro solo lo miró de reojo.

—Nada.

—Sí, claro. Ve a mentirle a tu padre, idiota, pero no a mí. ¿Qué pasó con Kenma?

Kuroo suspiró. Por primera vez en su vida tampoco tenía ganas de hablar y Yaku se ocuparía que lo hiciera por más que no quisiese. Después de todo, de toda esa rivalidad y malos tratos que se daban, se preocupaban el uno por el otro, ya que, al final del día, eran mejores amigos.

—Creo que todo se fue a la mierda con él pero me sigue gustando.

—Lo sigues amando —corrigió y Kuroo desvió la mirada—. ¿Qué pasó?

—En vez de decirle a su madre que estábamos en algo, simplemente me negó y dijo que éramos amigos. ¿Suena estúpido? —Yaku negó—. Digo, sé que es difícil salir del clóset y todo eso pero su madre siempre demuestra apoyo y cosas así.

—Pero es difícil.

—Ya lo sé, ya lo dije pero… vamos, esa oportunidad era única y él solo prefirió negarme —bufó—. No puedo estar con alguien que hace eso, no puedo esconderme siempre, Yaku.

El contrario no sabía qué decir.

—Ha sido muy poco tiempo juntos pero se sintió como una eternidad. Besos en su cuarto o cuando nadie nos ve, solo podía tomarle la mano cuando nadie nos veía y ni hablar de abrazarlo, eso jamás. ¿Y sabes qué es lo que más me molesta?

Yaku negó con sus cejas juntas, sorprendido por la manera de hablar del pelinegro.

—Que Kenma no tiene problema con que Lev haga todo eso. Cuando salimos el domingo se la pasaron la mitad de la cita juntos y ni una sola vez lo escuché quejarse porque Lev lo abrazaba o lo intentaba tomar de la mano. Estoy cansado.

Asintió, jugando con las mangas de su camiseta. Yaku realmente no sabía qué decir porque Kuroo estaba desahogándose y sinceramente no tenía idea de cómo ayudarlo.

—Quiero hacer tantas ¡tantas! Cosas con él pero siempre entre cuatro paredes. ¿Sabes todas las veces que soñé con besarlo al salir de la escuela? ¡Pero no se puede, claro que no! Me cansé de todo, los odio a todos.

Kuroo bufó.

—¿Quieres un consejo?

El pelinegro lo miró de reojo.

—Díselo.

—¿Qué?

—Díselo —repitió—. Sé sincero con él. Sean una pareja de verdad y hablen, así solo podrán arreglarse.

—No somos pareja.

—Entonces sean mejores amigos, idiotas. Sean lo que quieran pero hablen. No es sano que hayas guardado tanta mierda.

Kuroo simplemente se quedó en silencio.
El camino de vuelta fue lento. Cuando entró a casa notó que estaba vacía, así que solo se dirigió a su cuarto en silencio.

Kenma, que no había ido a la escuela y se había quedado encerrado en su cuarto ignorando a su madre, observó por la ventana. Había notado que Kuroo había llegado y cuando tuvo una chispa de emoción al darse cuenta que la luz de su habitación se prendía, sintió su corazón romperse al ver cómo cerraba su cortina.

Just The Two Of Us | Kuroken Donde viven las historias. Descúbrelo ahora