Capítulo 13

5K 514 144
                                    

Le costaba resistirse. Otra vez su parte irracional le decía que siguiera su corazón y que tomara la mano del pelinegro. Sabía que Kuroo los defendería si llegaba a pasar algo, pero Kenma sobre pensaba todo y sentía sus nervios comenzaban a meterse debajo de su piel solo para molestarlo.

El dedo de Kuroo seguía rozando su mano, parecía que quería lograr que soltara la consola. Kenma sabía que si bajaba sus manos, Kuroo lo haría también y ahí él aprovecharía para tomarla. Si lo pensaba seriamente, nadie los vería. Solo si algo llegaba a caerse de la mesa y tenían que levantarlo, ahí quizás llegarían a verlos... pero si nada se caía, el agarre sería completamente íntimo.

Intentando no pensar tanto, Kenma bajó sus manos lentamente y por lo tanto, Kuroo lo hizo. Dejó que descansaran sobre su regazo, aun concentrándose en su videojuego. Tenía los nervios a flor de piel y su corazón latía fuertemente; intentaba calmarse mentalmente, diciéndose a sí mismo que no era gran cosa... pero los dedos de Kuroo ocasionaban descargas que erizaban aún más su piel.

Kuroo logró su cometido. Cuando la mano de Kenma soltó la consola, sin siquiera verlo, tomó su mano y entrelazó rápidamente sus dedos. El teñido olvidó como respirar por unos segundos, sintiéndose nervioso y creyendo que todos a su alrededor lo miraban. Observando de reojo se dio cuenta que cada persona de esa cafetería estaba en su propio mundo y que quizás estaba exagerando un poco, pero la ansiedad seguía ahí.

El apretón que le dio Kuroo hizo que volviera a concentrarse en él. Alzó su mirada y notó que le sonreía solo a él, y se sintió un poco más seguro. Movió sus manos y siguió jugando con su consola, ahora sabía que no soltaría la mano de Kuroo y tampoco perdería la partida que recién había empezado.

***

—Pude tomar su mano durante el almuerzo —Kuroo suspiró con la mirada perdida. Yaku dejó caer su cabeza contra el banco mientras que Kai sonreía.

—Viva el amor —dijo sin realmente saber qué decir.

—Estoy cansado de ti y de tu historia de amor adolescente.

Yaku, quien estaba enfrente de ellos, dijo de manera irritada. Kuroo solo sonrió divertido.

—Es porque me tienes envidia.

—¿¡Envidia!? —Yaku se dio vuelta indignado—. Envidia le tengo a alguien que tiene suficiente dinero como para gastarlo en estupideces, no a ti. Idiota.

—No niegues que te encantaría estar en mi lugar.

—Kenma no me interesa —lo miró anonadado.

—Pero Lev sí —Kuroo alzó sus cejas.

—¿Y eso qué?

—Quieres mi historia de amor.

—Lo que quiero es que te calles —puso los ojos en blanco y volvió a darse vuelta.

Kai y Kuroo intercambiaron miradas, al final terminaron riendo y solo molestando más a Yaku. Irritar al castaño se había convertido en una parte de él y no se sentiría completo si pasaba un día sin colmar la paciencia de este. Aun así, en fondo —muy en el fondo—, Kuroo adoraba a Yaku y viceversa... aunque lo demostraran en base de insultos y peleas sin sentido.

El resto de la clase se pasó volando. No prestó atención y le pidió los apuntes a Yaku, quien se los dio pero le dijo que le debía un favor. Kuroo lo ignoró y se despidió de ellos, apresurándose por irse a la entrada de la escuela y esperar a Kenma para irse juntos.

Pero se llevó una gran sorpresa cuando, luego de cinco minutos de espera, Kenma venía caminado al lado de Lev y parecían tener una conversación. Si bien el teñido no hablaba tanto, tenía su mirada puesta en el menor y eso significaba que estaba interesado en lo que sea que estaba diciendo Lev.

Kuroo frunció el ceño y se cruzó de brazos, curioso por saber qué es lo que hablaban y preguntándose cómo es que Kenma y Lev estaban caminando juntos sin un insulto de parte del mayor de por medio.

—Hola, Kuroo-san.

Lev saludó con una sonrisa.

—¿Cómo estuvo tu día? —preguntó cortés, observando fijamente como el menor le entregaba su bolso a Kenma.

—Oh, genial. Aprobé matemáticas.

—Me alegro —Kuroo sonrió de manera forzada y bajó su mirada a Kenma—. ¿Nos vamos? —El menor simplemente asintió y dirigió su mirada a Lev.

—Nos vemos mañana.

—¡Adiós, Kenma-san! —Lev no tardó en atraparlo en un abrazo, haciendo que Kenma resoplara de manera fuerte—. Gracias por lo de hoy... —susurró, ganándose unos golpecitos en su espalda. Cuando Lev soltó a Kenma, miró a Kuroo—. Adiós, Kuroo-san. Lo veré en el entrenamiento.

—Cuídate, Lev.

Cuando el mitad ruso-japonés se alejó de ellos (porque sus padres lo habían ido a buscar en un auto que parecía realmente costar una fortuna), Kuroo y Kenma comenzaron a caminar en silencio. Por alguna razón el ambiente se sentía tenso y como Kenma temía por eso, solo pensó en sacar su consola y concentrarse en ella mientras caminaba pegado al pelinegro.

Kuroo, en cambio, no podía dejar de pensar en la repentina amistad de Kenma y Lev. Se sintió celoso por unos momentos, quejándose en su interior que, para poder abrazar a Kenma, estuvo dos meses porque el teñido no tenía confianza suficiente con él como para tocarlo acercarse de esa manera pero ahora, con Lev, parecía que Kenma era distinto. 

—Así que... 

Inició desviando la mirada. Le disgustaba tener que hablar de ese tema, sintiéndose mal por creerse celoso, pero simplemente necesitaba sacarlo de su garganta.

—¿Qué pasa?

—¿Desde cuándo...? —Kuroo rascó su nuca frustrándose de repente—. ¿Desde cuándo tú y Lev son tan amigos? —preguntó sintiendo su respiración alivianarse.

—No somos tan amigos. Simplemente hoy tuvo unos problemas y lo acompañé durante el primer receso.

—¿Primer receso...? —Kuroo frunció su ceño y recordó su ausencia por culpa de Yaku—. ¿Estuvieron juntos durante veinte minutos? —parpadeó.

Kenma asintió.

—Sí, resultó ser divertido... —murmuró apretando más fuerte las teclas de su consola—, luego lo invité a juntarse con nosotros durante los almuerzos y ya.

Kuroo apretó sus labios y asintió. El tema le había disgustado por completo y comenzó a sentirse mal por eso, pensando que estaba teniendo malas actitudes con Kenma y que estaba sobre pensando todo cuando eran simplemente amigos. El abrazo que le había dado el menor al final del día había sido lo que había despertado sensaciones molestas en él.

Kenma levantó su mirada por unos segundos. Primero lo había hecho para ver a dónde estaban, ya que solía distraerse mucho de lo que pasaba a su alrededor cuando jugaba algún videojuego. Segundo fue porque quería ver a Kuroo. Que el pelinegro se callara repentinamente después de un tipo de conversación así llamaba su atención, quería ver su reacción a lo que estaba pasando.

Kenma no era tonto. Quizás un poco despreocupado, pero la inteligencia era algo que no le faltaba y mucho menos cuando se trataba de Kuroo y su forma de ser. Era notable que al pelinegro le había caído mal lo que había pasado en ese día con respecto a Lev, lo que le pareció completamente tonto pero que también le causó gracia. Si bien estaba un poco acostumbrado a la faceta celosa y posesiva de Kuroo (Porque era bastante celoso de sus amigos si se lo proponía), ahora todo era diferente y simplemente le daba risa que se pusiera así por temas tan irrelevantes como Lev.

Decidió sacrificarse un poco y consolar al tonto que tenía a su lado. A Kenma no le gustaba caminar por la calle sin su consola, pero podría hacerlo esta vez solo para que su mejor amigo se sintiera un poco mejor o dejara de sobre pensar en todo.

Bloqueó el aparato y lo guardó en su bolsillo. Sintiendo sus labios picar, tomó la mano de Kuroo por iniciativa propia, haciendo que el mayor se sorprendiera y lo observaba curioso, con los ojos bien abiertos. Kenma no iba a hablar, ya estaba lo suficientemente avergonzado como para hacerlo, así que solo le dedicó una mirada y terminó desviándola. Sabía que eso pondría el ánimo del tonto por las nubes.

Y fue así, porque Kuroo sonrió con su pecho inflándose de orgullo y amor.

Just The Two Of Us | Kuroken Donde viven las historias. Descúbrelo ahora