Capítulo 29

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El corazón de Kenma se detuvo y realmente creyó quedarse sordo por un largo tiempo. Detuvo su pierna en seco al mismo tiempo que clavaba sus uñas en las palmas de sus manos.

Mierda, su madre los había descubierto. Los iba a juzgar, lo iba a odiar. ¿A dónde iría si lo echaba? Kenma debía parar, debía borrar ese pensamiento de la cabeza de su madre. No importa si a Kuroo le molestaba o lo lastimaba, después se lo haría entender.

—No —respondió al instante. Haruko lo observó con las cejas alzadas y Kenma ni siquiera quiso ver la reacción de Kuroo—. No, mamá, ¿qué estás diciendo?

Eso había sido más que una sorpresa para la mujer. ¿Hotaro había mentido o era que estaba encubriendo todo?

Dirigió su mirada hacia Kuroo. El pelinegro seguía observándola con una sonrisa pequeña.

—Pensé que lo hacían.

Kenma rio y negó.

—No, mamá. Solo somos amigos.

No titubeó al decirlo, Kuroo nunca dejó de sonreír. Incluso asintió.

Haruko, sintiendo una presión en su pecho, dijo:

—Lamento la pregunta, por cierto.

—No hay problema, Haruko-san —Kuroo habló y la sorprendió—. Usualmente la gente tiende a creer que salimos porque siempre estamos juntos. No es la primera vez.

La comida siguió y una nueva conversación surgió. Kuroo participaba de ella y Kenma de vez en cuando lo hacía, no le interesaba mucho desde el momento que el pelinegro había roto el agarre de sus piernas.

A decir verdad tenía miedo de verlo, no quería notar su reacción porque sabía que lo había lastimado. Le dolía tanto verlo triste pero era un momento crucial. Kuroo lo entendería, sabía que sí.

Así que, después de comer y alzar la mesa, fueron a su cuarto, Kenma cerró la puerta detrás de él y observó a Kuroo.

—Yo… Lo siento.

Kuroo le estaba dando la espalda.

—No, no te preocupes —dijo arreglando las cosas de su mochila.

Kenma negó y se puso a su lado, tomando su muñeca y obligándolo a detenerse. Kuroo no alzaba la mirada y Kenma cada vez se sentía peor.

—En serio lo siento, Kuro.

—Ya te dije que no te preocuparas —se soltó de Kenma y terminó de cerrar la mochila—. No es como si hubieses mentido, ¿sabes? Solo somos amigos que nos gustamos. No hay una relación de por medio —se encogió de hombros.

Kenma apretó sus labios y asintió.

—¿Entonces estamos bien?

—Sí.

Nada estaba bien.

Kuroo se colgó una manga de su mochila y asintió.

—¿Te vas?

—Sí.

Acercó su mano al rostro de Kenma y acarició su mejilla con una sonrisa distinta al resto. El menor ladeó su rostro, dejándose acariciar.

—Solo tengo tarea que hacer.

—Podrías hacerla aquí.

Kuroo negó y dejó un suave beso en su frente.

—Buenas noches, Kenma.

Y sin esperar que le respondiera, Kuroo abrió la puerta y salió del cuarto.

Just The Two Of Us | Kuroken Donde viven las historias. Descúbrelo ahora