Capítulo 28

3.7K 409 401
                                    

La mañana del día lunes había empezado. Kuroo se despidió de su padre y fue a buscar a Kenma, quién ni siquiera había abierto los ojos.

Ahora todos pensarán que Kuroo subirá a su cuarto y lo despertará dulcemente, con un beso y un susurro de buenos días. Pero él no es así, odia que su rutina se atrase, así que apenas llega al cuarto de Kenma, lo que hace es tirar de sus mantas hasta destaparlo por completo.

—¡Déjame!

—¡Buenos días, bello durmiente!

—¡Vete!

—Tienes veinte minutos para ducharte o vendré yo.

—Muérete…

Cuando Kuroo bajó, Haruko, quien estaba en la cocina preparando el desayuno, le hizo unas señas para que se acercara.

—Tengo novedades —dijo después de saludarlo.

Kuroo se apoyó en la mesada y la observó.

—¿Sobre qué?

—¡Sobre el amor de Kenma!

—Ah… ¿qué hay con eso?

Haruko miró a todos lados y luego a él. Kuroo se acercó un poco mientras se cruzaba de brazos, fingiendo interés.

—Él piensa que no lo noté pero ayer, cuando llegué, noté que tenía un chupón en su cuello.

Kuroo alzó sus cejas con sorpresa.

—¿En serio? —Haruko asintió—. ¿Logré- En serio tiene un chupón?

—¡Yo tampoco lo puedo creer! Creo que está muy enamorado para que deje hacerse esas cosas.

—Sí, yo igual.

—Buenos días.

Kenma entró a la cocina con una camiseta con cuello. Kuroo lo siguió con la mirada fija en esta, pensando que debía prestar más atención porque realmente no se había dado cuenta lo que le había hecho en la piel a Kenma.

—Buenos días, cariño. ¿Quieres que te sirva el desayuno?

El camino a la escuela fue rápido. Esta vez no se despidieron en el pasillo como siempre; Kuroo tiró de un confundido Kenma hasta el baño. Ahí se encerró a él mismo y al menor adentro de un cubículo y sin pensarlo, lo acorraló contra la pared.

—¿Qué haces? —preguntó Kenma con una ceja alzada.

—¿Por qué no me dijiste que tenías un chupón?

—Nunca preguntaste.

Y se encogió de hombros. Kuroo, ignorándolo, bajó el cuello de su camiseta y lo observó. Una mancha morada pintaba su piel, parecía dolorosa pero aún así sonrió.

—¿Duele? —Kenma asintió—. ¿Mucho?

Su dedo acarició suavemente la piel.

—No tanto —Kenma tomó la muñeca de Kuroo y la alejó, ganándose una mirada curiosa del mayor—, pero no lo toques.

—Lo siento.

Se formó un extraño silencio incómodo. Los ojos de Kuroo recorrían el cuello de Kenma mientras que Kenma miraba a todos lados sin saber realmente qué hacer.

—Oye —lo miró—, ¿puedo hacerte otro?

—¿Qué? Ni lo pienses, estas cosas pueden durar dos semanas.

Kuroo hizo una mueca pero una idea pasó por su cabeza.

—¡Entonces hazme uno tú a mí!

—¿Qué?

Just The Two Of Us | Kuroken Donde viven las historias. Descúbrelo ahora