06.

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• Narra Kena •

Después de unas horas llegamos de regreso a la mansión, Izana había comprado ropa nueva para mí, algunos zapatos y maquillaje, también compró un vestido azul para mañana, según escuché había una cena en la casa de su hermano. Sería curioso conocer a su hermano.

Dejamos las bolsas en la sala y nos dirigimos al comedor, había un gran bufet en el, Izana y yo tomamos asiento y ellas empezaron a servir la cena. No podía mentir, se veía delicioso.

Al terminar se fueron quedando solo Izana y yo en el comedor, empezamos a comer en silencio, un silencio que era un poco incómodo hasta que el quiso hablar.

-¿Cómo te iba en tus ventas por internet?-preguntó-por lo que se te gusta la industria, fue para lo que estudiaste.

-Supongo...-respondí y le di otro bocado a mi comida, hablar de esos temas no me gustaba es muy obvio que por la culpa de él estoy así.

-¿No terminaste tu carrera universitaria?-negué-yo podría hacer que recuperes esa carrera-sonrió.

-No la necesito, como tú dijiste alguna vez «soy buena para muchas cosas»-sonreí-mirame ahora, estoy aquí por algo ¿Será porque te sirvo?, Siempre me buscas para algo y por amor no es.

-Tú qué sabes de eso ¿Eh?-dejó el cubierto y la cuchara en la mesa y miró a Kena enojado-quieres jugar de lista, pero no lo eres. Yo soy quien tiene el poder aquí.

-¿Poder? ¿El poder es esconderse en las sobras de tu hermano? Yo no sabía eso-reí.

Él se levantó de la mesa golpeandola con los puños cerrados fuertemente, seguí comiendo cosa que lo enojó más porque se fue.

-Tch. Idiota...

Escuché pasos detrás de mí, giré mi cabeza encontrándome con la figura de una mujer, ella pasó por mi lado y tomó asiento en la silla que estaba cerca de mí.

-Veo que no se llevan bien-dijo y empezó a servirse comida.

-Pues si, problemas son problemas, Izana es un idiota y solo busca arruinar la vida de los demás porque él no tuvo una feliz-seguí comiendo.

-En eso tienes razón, supongo que algo tenemos en común-me miró-soy Yaki y seguro que ya sabes quién soy, pero no creas que solo busco hacerte daño, yo no soy así.

-¿Okey? Eso es muy raro porque más de una persona que he conocido por Izana solo viene a decirme que me aleje de él-la mire, desconfiaba de ella por una razón.

-Ya verás que no soy así, solo busco salir de aquí como tú-sonrió.

-Supongo...-me levanté de la mesa-bueno ya me voy, nos vemos mañana.

...

• Narrador omnisciente •

Un nuevo día estaba escrito, Kena abrió los ojos a causa de los rayos del sol que traspasaban su ventana, alargó un suspiro para después levantarse de la cama.

- Esa Yaki no me da buena vibra ¿Será bueno que me junte con ella? - murmuró juntando sus cejas frustrada.

Caminó a como pudo al baño y se dió una ducha larga. Después de unos minutos salió de la tina y enrolló el paño en su cuerpo descubierto, en el armario del baño habían algunos brasieres y calzones de su talla, tomó uno y se lo colocó.

Salió en ropa interior del baño para ir al armario donde ahora se encontraba ordenada la ropa que compró ayer, al abrir la puerta ahí se encontraba Izana, estaba acostado en la cama con los pies colgados.

Kena lo ignoró y pasó de largo hasta el otro lado de la cama para tomar un shorts y una camisa de tirantes.

Izana se percató de la presencia de Kena y sonrió al verla como estaba.

- ¿Estás tratando de provocarme Kena? - preguntó Izana con una risa burlona.

Kena rodó los ojos y siguió buscando algún suéter para cubrir las cicatrices de sus brazos. Obviamente no se iba a quedar callada.

- Izana, no soy una puta para estarte provocando, que tú no estés cuerdo ya es otro problema - respondió aún sin mirarlo haciendo que el contrario gruñera.

- Ay Kena, tan linda y tan terca - suspiró.

- Por tu retraso mental así me quieres ¿No hay de otra? ¿No? - se quedó callada y después lo miró con una sonrisa - si la hay, conozco como eres ¿Y si me matas?

- Por eso digo que eres terca Kena, dices cosas sin pensar y muy bien sabes que no puedo matarte.

Kena gruñó, otra vez fracasó.

¿Pero que puede hacer para conseguir que él la mate? No está pensando con claridad y en cierto punto el moreno tiene razón. Tiene que idear algo que si le sirva.

- Que mañana tan aburrida - murmuró la rubia y caminó hacia la puerta de la habitación.

- ¡Hey, hey! ¿Adónde vas? Ven para acá - se levantó de la cama y miró a Kena.

- Tengo hambre ¿No puedo ir a desayunar? - se dió la vuelta para mirar al moreno - si vas a fastidiarme y acosarme, me voy.

- Aburrida - bufó y se dirigió hacia Kena - ¿En serio quieres escapar? - rió y tomó a la rubia de la cintura acercándola a él - déjame decirte que no se va a poder cariño, te tengo vigilada veinticuatro siete.

- Que conclusiones tan raras te haces enserio ¿Tienes miedo de que escape y te deje solo? Porque ganas no me faltan - lo miró con el ceño fruncido.

- ¿Miedo? ¿Yo? ¿Miras que tengo miedo? La que está temblando eres tú - acercó su rostro al de Kena - tú no puedes dejarme y lo sabes bien, si escapas te encontraré.

- Tks. Aléjate, estás en mi espacio personal - lo empujó separándolo de ella - estás enfermo ¿Porque tanta obsesión conmigo? Siempre me he preguntado lo mismo, me alejaste de mis padres ¡Matándolos! Después mataste a mi mejor amigo. Estás loco.

- Ya hemos hablado de esto Kena - dijo con notorio fastidio - No es como si pudiera saltar al pasado y salve a tus papis. Que ridículo - pasó de lado así abriendo la puerta y saliendo de la habitación dejando a la rubia confundida.

- Idiota - bufó entre dientes y después agarró un jarrón que tenía cerca y lo tiró contra la pared - imbécil de mierda, ya verás que te haré cambiar de opinión - sonrió.






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Gracias por leer hasta acá, nos vemos en el próximo capítulo
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AMOR DE PSICÓPATA | 𝑰𝒛𝒂𝒏𝒂 𝑲𝒖𝒓𝒐𝒌𝒂𝒘𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora