Cap.2

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-¿Qué pasa perro?,- Gustabo llamó a su amigo para contarle como le iba en las pruebas.

-Hey, ¿qué tal todo?, ¿te han dicho algo ya?,- Horacio estaba ansioso por saber más.

-Hoy nos hicieron entrevistas personales y muchas preguntas, son un poco pesados pero bueno... mañana tenemos que hacer una coreografía y representarla, ojalá estuvieras aquí porque no se me da muy bien eso de bailar,- la verdad era que Gustabo estaba demasiado triste, no podía imaginarse trabajando en un crucero sin su amigo, menos sabiendo que el menor tenía ese sueño desde que lo conoció.

-¿Tú como estas?,- sabía que Horacio era descuidado con su alimentación y medicación, había ido a recogerle tantas veces al hospital que ya bromeaba con que tenían aparcamiento VIP.

-Eh, bien, todo tranquilo, estoy comiendo una manzana y después de sacar a Perla me piro al curro, hoy tengo un grupo nuevo y voy a enseñar salsa,- obviaba su problemilla del dia anterior porque sabía que el rubio le iba a regañar.

-Horacio, te conozco mejor que tú mismo va, cuenta,- lo rápido que desvió el tema le hizo pillarle.

-Na, lo de siempre, me he mareado y me han tenido que llevar al hospital, ¿sabes quién me llevo?, el comisario de la ciudad, tiene una voz...y un acento...huele tan bien...- suspiró varias veces haciendo que su amigo pusiera los ojos en blanco.

-La madre que te parió, ¿eso es lo único que te importa perro?, si ni siquiera puedes distinguirle bien, seguro que es más feo que un pié,- comenzó a reirse,- cuando tengamos el dinero para tu operación y puedas recuperar tu vista, seguro que lo ves y sales corriendo.-

Las carcajadas entre ambos duraron minutos, Gustabo quería ayudar al chico con el dinero para poder operar sus ojos y que recuperara su vista pero sabía que si no se cuidaba, no iba a servir de mucho ya que aunque corrigieran su problema, en otra subida podría volver a perder todo el avance y volver a ver mal.

-Horacio, no quiero ser pesado pero sabes que tienes que empezar a tomarte esto en serio, no puedes ir por ahí cayéndote, ¿has tomado tus pastillas?,- el de cresta apoyó su cabeza en su mano con desgana.

-En estos momentos las estoy tomando y voy a ponerme las gafas, para que seas feliz,- las eligieron juntos, eran grandes y con la montura en color azul con mariposas dibujadas, realmente le quedaban bien, aparte de ayudarle a ver mejor.

-Así me gusta, por favor haz caso a Claudio tio, está hasta los cojones de tí,- volvieron las risas,- porque le molas demasiado si no...te hubiese derivado a otro médico.-

-¿Tú creés que le gusto?,- no veía que fuera tan obvio, de echo nunca se había parado a fijarse en ello.

-Es evidente, como te habla, como te trata, como es en general contigo, ¿nunca te ha invitado a cenar ni nada?,- la verdad era que Horacio fué quien se lo propuso pero ahora dudaba.

-Yo le dije ayer que me llamara, se ha portado siempre tan bien conmigo que le dije que le debía una cena pero ahora no sé, es raro, no sé si me gusta la verdad,- estaba pensando en alguien más,- ¿sabes que el jueves voy a tomar café con el comisario Volkov?.-

-Joder que pesado con el madero, ¿dónde le vas a llevar?, si ni siquiera te gusta el café,- rió mientras el chico se quedaba pensativo.

-Pues ni puta idea, a lo mejor le digo que venga a casa y se lo preparo yo, ¿es muy atrevido?,- Horacio no solía salir demasiado debido a que en restaurantes y bares le costaba leer la carta y que siempre debía ir con alguien de confianza, por si tenía cambios drásticos de azúcar, pudiera ayudarlo.

-Tú díselo, el no ya lo tienes, explícale que no sueles sentirte cómodo en lugares públicos y seguro que no le importa, pero no te pases o lo vas a espantar,- aconsejó al dudoso muchacho.

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