Cap.8

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-Horacio, ¿no te parece muy raro que te llamen de repente, costando lo que cuesta la operación?,- el rubio no quería quitarle la ilusión al chico pero se le hacía muy raro todo, se alegraba mucho por él, pero no quería que se metiera en un lio aceptando algo que igual luego tenía que pagar.

-Si que es raro, de todas formas mañana preguntaré antes de entrar a quirófano, a ver si me lo van a querer cobrar luego,- decía divertido pero muy entusiasmado,- aunque si me dejan pagarlo poco a poco, si podré afrontarlo.-

-Bueno, lo importante es que por fin vas a poder volver a apreciar todo tal como es, los colores, las caras, volverás a conducir, a leer,- Gustabo se emocionó, sus azules se aguaron pero no le gustaba mostrarse así ante nadie, así que cambió de tema rápidamente,- oye, cuando veas al poli, ¿y si no te gusta?.-

-Claro que no me gusta, ¡me encanta!, yo estoy sintiendo cosas por él sin siquiera poder distinguir su rostro así que cuando lo vea va a ser increíble,- comenzó a dar vueltas en el sitio sintiéndose feliz,- por cierto voy a llamarlo para contárselo.-

-Anda tira, yo sigo sacando todo tu armario, de verdad tio, tienes demasiada ropa, solo puedes llevar tres maletas y una es solo con productos de aseo,- Horacio le dió un codazo y salió hacia el salón para tener algo de intimidad.

-Priviet Horacio, ¿cómo estás?,- el corazón del de cresta dió un vuelco, le encantaba escuchar a ese hombre y el tono que usaba cuando le hablaba a él.

-Volkov, ¿sabes qué?, ¡mañana me operan!,- el ruso tuvo que alejar el teléfono de su oreja por el volumen de la voz del muchacho, pero se alegró demasiado de escucharlo tan feliz.

-¿En serio?, cuánto me alegro de verdad, esta noche cuando termine si quieres podemos celebrarlo, puedo llevar algo de cena o puedes venir a casa, como tú quieras,- las manos le sudaban, estaba sentado en su despacho y su pierna se movía inquieta, desearía poder tenerlo ahí para abrazarlo.

-Vale, pues...ven a casa, podemos cenar aquí pero hoy te invito yo,- el otro sonrió y aceptó, colgó el teléfono y soltó todo el aire de sus pulmones en un suspiro satisfecho por saber que, el dia siguiente sería cuando ese adorable joven pudiera por fin recuperar su vista.

-Volkov, ¿se puede?,- Greco abrió un poco la puerta y dió un par de golpecitos antes de entrar.

-Pasa.-

-Estaba pensando en salir a patru,- cortó la frase cuando vió la tonta sonrisa que tenía el mayor,- joder, algo muy bueno ha tenido que pasar para que yo pueda ver esta imagen, ¿puedo?,- sacó su móvil con intención de hacerle una foto.

-Para idiota, siéntate,- el de barba obedeció y prestó atención a las palabras de su amigo,- mañana operan a Horacio, está tan contento...- el otro levantó una ceja extrañado.

-Pero si me contó que estaba ahorrando para eso y que no llevaba ni una parte de lo que costaba.-

-¿Cuándo te contó eso?,- preguntó confuso el peliplata.

-La noche que bailé con él, el chaval trabaja duro para eso, ¿cómo lo ha conseguido?,- Greco le había tomado un cariño especial al chico y se alegraba de verdad por él, además viendo lo bien que le hacía al ruso, le apreciaba aún más.

-Lo he pagado yo,- miró hacia abajo esperando que su amigo le recriminase por ello.

-Pero, es mucho dinero Volkov, todavía no sois nada, me refiero a que apenas lo conoces y es una gran inversión de dinero.-

-Él no sabe que yo lo pago, es más, no debe enterarse por el momento,- suspiró de nuevo cansado y se echó hacia atrás en su silla,- tú mejor que nadie sabes como soy, apenas salgo, cuando lo hago tiro el dinero en el casino, en coches caros, mi apartamento cuesta demasiado y apenas estoy allí, no sé si me entiendes.-

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