Cap.3

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La noche iba genial para Horacio, hablaba animádamente con sus amigos y de vez en cuando intentaba distinguir entre la oscuridad del local si Volkov le miraba, cosa que Athenea le ayudaba a saber porque disimuladamente miraba hacia el grupo de policías y le contaba al chico si su querido comisario le observaba en esos momentos y así era, de vez en cuando el ruso buscaba al chico de cresta en su campo de visión, asegurándose de que estaba bien, o eso se hacía creer así mismo.

-Joder, ¿quién ha invitado a este?,- Greco miró hacia la puerta por donde el comisario restante entraba.

-Yo, me dijo de salir a tomar una copa y le dije que se viniera con nosotros, ¿qué pasa?,- Conway que estaba muy perdido en el tema de los comisarios, no entendía nada.

-Joder viejo, siempre la lias,- el de barba se llevó una mano al rostro y negó con la cabeza.

-No pasa nada, está bien, de todas formas no me voy a quedar mucho rato,- dijo el ruso, el superintendente miraba a ambos con una ceja levantada.

-¿Sois anormales o qué?, ¿me podéis contar qué pasa?,- ya era tarde porque Ivanov se sentó junto a ellos saludando y pidiendo una copa de vodka al camarero que atendía ese rango de mesas.

-¿Qué tal chicos?,- todos contestaron con una sonrisa incómoda y siguieron bebiendo en silencio.

-Por ahí viene tu amigo, ruso,- codeó Greco al peliplata, Horacio caminaba despacio hasta la mesa donde se encontraba su adorado nuevo amigo.

-Buenassss,- alargó mucho la última letra y marcó una amplia sonrisa.

-Hola, yo soy Greco, encantado, ¿eres amigo de Volkov?,- picó el simpático comisario intentando obtener algo más de información respecto a ellos.

-Bueno, podría decirse que el comisario es mi ángel, me ayudó ayer tres veces, ¿sabes?,- contaba sonriendo mientras achinaba los ojos en busca de intentar visualizar la reacción del mayor.

-Solo estaba casualmente en los lugares indicados para ayudarle, no hice nada más,- Viktor estaba serio, conocía lo impertinente que podía a llegar a ser Aleksander y no quería que el muchacho permaneciese mucho cerca de él.

-Venía a invitarle a bailar conmigo, ¿le apetece?,- el ruso abrió mucho los ojos y sus mejillas se tornaron rojas.

-Niet Horacio, no sé bailar y no creo que sea de mi agrado,- lo rechazó por motivos obvios, él bailando no era algo que dejaría que viera nadie.

-Yo soy profesor, puedo enseñarle,- insistía el joven y a Greco se le hizo tan tierno que él mismo se ofreció, sabía que Volkov jamás aceptaría.

-Yo si quiero que me enseñes Horacio, este está amargado, vámonos,- tiró suavemente de la muñeca del chico y lo ayudó a ir hasta la pista donde Willy al verlo, puso una canción y él mismo junto a Athenea y Greco con Horacio, se dispusieron a darlo todo.

-¿Quién es el mariposón?,- la mírada gélida del ruso traspasó a Ivanov, Conway al darse cuenta tuvo que intervenir.

-Cállate la puta boca, el chico merece un respeto, tus putas bromitas no hacen gracia, ¿lo entiendes?.-

-¿Es tu nuevo juguetito?, yo también quiero bailar,- fué a levantarse para dirigirse a molestar a Horacio pero los brazos de Viktor lo frenaron.

-Si te acercas a él vamos a tener un problema Aleksander,- apretó fuerte ambos brazos del otro comisario obligándolo a sentarse y a tranquilizarse.

-Si me montais una escenita aquí os empapelo a los dos,- el superintendente lo dejó claro, nada de lios.

Volkov se dedicó a observar como Greco se divertía con el de cresta, internamente se maldecía por no saber aprovechar esas oportunidades, por no saber pasarlo bien, por no soltarse, por no dejarse así mismo disfrutar de la vida y siempre ser un mero espectador como ahora.

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