Cap.9

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La alarma de Volkov comenzó a sonar, estiró su mano para coger el móvil de la mesilla y la apagó, no quería que Horacio se despertarse, se dió la vuelta despacio para poder observar el hermoso rostro de la persona que estaba derritiendo su gélido corazón, pero no lo encontró en la cama.

Se levantó extrañado y fué hacia el salón, nada, no se encontraba allí, fué al baño a asearse, se peinó un poco y volvió a la habitación para poder vestirse y salir por fín a buscar al chico, estaba preocupado, eran las siete de la mañana y él no acostumbraba a madrugar tanto.

Cuando se disponía a salir, la puerta que daba a la calle se abrió dejando entrar a Perla seguida por un sonriente Horacio,- buenos dias Viktor,- dejó la correa del perro en la mesilla de la entrada y se abalanzó a sus brazos, lo agarró por el cuello y besó su rostro repetidas veces.

-Buenos dias, ¿qué haces despierto tan temprano?,- besó sus labios y agarró su cintura acariciando su nariz con la contraria.

-Esque me desperté a las seis, me estaba meando y cuando iba a volver a la cama estaba muy nervioso por la operación, así que estuve haciendo café para cuando despertases y salí a sacar a Perla,- correspondió el beso cuando acabó de hablar y tiró de la mano del comisario para llevarlo a la mesa.

Preparó un café para Volkov y un zumo natural para él,- ¿quiéres comer algo?, la verdad es que a mí no me entra nada ahora, se me agarran los nervios al estómago y se me revuelve un poco pero, mira,- le enseñó las pastillas y se las tomó delante de él dando un gran trago al zumo.

-Así me gusta y no te preocupes, no suelo comer nada por las mañanas,- sonrió, a veces la actitud un tanto infantil del chico le hacía enternecer.

-Dentro de un rato viene Gustabo a por mí, qué pena que no puedas acompañarme,- se sentó sobre las piernas del ruso y agarró su cuello, enterró su rostro ahí, como tanto le gustaba y estuvo inspirando el aroma que tan loco le volvía.

-Será rápido, en una hora más o menos estarás listo, solo tendrás que llevar tus ojos tapados unas horas, el médico te lo dirá todo después,- lo agarró fuerte y lo acomodó mejor encima suyo,- yo vendré a verte en cuanto acabe mi turno, puedo cuidar de tí si quieres,- lo miró y el chico conectó su apagada mirada,- estoy deseando comprobar de qué color son tus ojos Horacio,- el de cresta suspiró por la cercanía y las palabras susurradas.

-Ya los verás, dentro de muy poco,- compartieron un beso húmedo, Horacio agarró el cabello de Volkov y lo intensificó más, el otro correspondió metiendo su lengua y rozando la contraria,- joder...- el muchacho se separó un poco sin dejar de acariciar la nuca de Viktor, solo un beso y cada vello de su cuerpo se erizaba.

El pecho de Volkov dolió, a veces sentía que debía expresar con palabras lo que le estaba demostrando al joven pero, él no era de palabras, le costaba demasiado abrir su corazón, lo que Horacio le hacía sentir, le asustaba, tenía miedo y al final se lo callaba.

-Tengo que irme, cuando acabes, si puedes llámame, si tengo un rato libre intentaré pasarme por el hospital, si no cuando acabe vendré,- el chico asintió y se bajó del regazo de Volkov dejándole marchar, solo después de recibir su beso de despedida.

El comisario partió hacia comisaría dejando a un Horacio ansioso e impaciente por todo lo que viviría ese dia.

La puerta fué golpeada varias veces, el de cresta fué a abrir y se encontró con Athenea y Gustabo que venían para acompañarle y apoyarle,- ¿qué tal estás bebé?,- la chica lo abrazó y le dió un beso en la mejilla seguido por un manotazo en su trasero por parte del rubio.

-Estoy nervioso, aún no me lo creo,- fué a recoger su móvil, documentación y las llaves de casa y los tres se dispusieron a salir rumbo al hospital.

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