Cap.4

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-Priviet Horacio, he traído unos dulces de canela, no sé si son de tu agrado,- Volkov estaba en la puerta de la casita del de cresta, había llegado antes de las doce, hora a la que habían quedado para tomar ese café que se debían.

-Pasa comisario, no te preocupes, me gusta todo lo dulce,- lo miró de cerca, parecía que vestía informal así que fué corriendo a la mesita junto al sofá para coger sus gafas y así poder verle algo mejor,- ojo Volkov, me gusta tu estilo,- el otro enrojeció por completo, no estaba para nada acostumbrado a recibir cumplidos, ni siquiera a tratar con alguien tan descarado como el alegre chico quien era siempre muy directo pero, en esta ocasión tenía razón, Viktor vestía unos pantalones negros y una camisa azul, se cubría con una cazadora de cuero que la verdad le hacía parecer más desenfadado.

-Gracias Ho-Horacio, me...gusta, tú...camiseta, es muy...colorida y las gafas son muy bonitas, deberías usarlas más,- el muchacho rió en alto y se acercó a recoger el paquete que Viktor traía consigo.

-Anda siéntate,- le ofreció mientras él buscaba un plato para colocar los rollitos de canela y unas servilletas,- no se te da muy bien hacer cumplidos eh, ¿siempre eres así de serio?,- volvió hacia la mesa y colocó lo que traía.

-Si, la verdad es que mi personalidad es bastante seria y fría, no suelo socializar mucho pero contigo es imposible no entablar conversación,- miró como el joven terminaba de preparar el café torpemente.

-Yo es que soy muy espontáneo, ¿sabes?, no me gusta aburrirme, siempre invento algo nuevo para entretenerme o si no...siempre me queda el baile,- meneó un poco sus caderas haciendo un paso sencillo ante la atenta mirada del ruso quien sonrió muy levemente.

-¿Necesitas ayuda con eso?,- preguntó, veía como el café que caía en la taza era demasiado aguado, si tomaba eso su estómago tendría problemas.

-Eh...sí, la verdad es que no tengo ni idea de como va esta cafetera, la compré por si acaso con alguna visita la usaba, no me gusta el café,- Volkov negó con la cabeza.

-Haberlo dicho hombre, hubiéramos podido quedar más tarde para comer o incluso cenar, no te sientas obligado a tomarlo Horacio,- el chico volvió a reir en alto, el corazón del mayor se saltaba un latido cada vez que lo escuchaba.

-No, si yo tengo un batido de chocolate, las pastillas nuevas me bajan demasiado el azúcar y Claudio no da con la dosis perfecta, bueno..,- miró hacia otro lado,- la verdad es culpa mia por saltarme las comidas.-

-Deberías cuidarte más, además ahora que vas a trabajar más, tienes que ser más disciplinado con tu dieta y medicación,- terminó de preparar su café y esperó a que el de cresta sacara su batido de la nevera para ir juntos al sofá.

-Lo sé, además Gustabo va a estar pendiente de mí, él no me da tregua y me vigila demasiado,- le explicaba sonriente.

-Ese Gustabo es amigo tuyo, ¿verdad?, el otro dia en el hospital lo mencionaste,- dió vueltas al café y le dió un trago.

-Si, es como mi hermano, lo conocí en la facultad y desde entonces él ha cuidado mucho de mí,- la nostalgia se hizo presente.

-¿No tienes más familia?, perdón si me entrometo demasiado, no me cuentes más si no quieres.-

-Te dije que quería que nos conociésemos más y en eso consiste, ¿no?, en contarnos nuestras vidas poco a poco y ver como somos,- sonrió hacia el comisario quien intentó devolverle la sonrisa sin éxito.

-Claro, eso si que me gustaría la verdad,- volvió a su café para dejar que el chico se explayase todo lo quisiera ya que le gustaba escucharlo.

-Pues mi padre nos abandonó cuando yo era muy pequeño, mi madre enfermó y falleció, mi hermana cuando cumplí los quince años me dejó en una especie de hostal donde acogían a chavales sin familia y desapareció,- sus ojos se aguaron y al sorber un par de veces su nariz intentando retener el llanto que pujaba por salir, Viktor lo paró.

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