-Será una puta broma, ¿verdad?,- Gustabo clavó sus ojos en su amigo esperando que despejara su duda, todos allí lo observaban impacientes por su respuesta.
-No, no es una broma y no quiero hablarlo aquí,- se levantó haciendo un gesto a su amigo para que salieran al jardín trasero.
-¿Has sido tú?, tú le has convencido de esto, porque, ¡no es normal que vaya a tirar sus planes y sueños a la basura por tí!,- el rubió atacó a Volkov con sus palabras bastante enfadado, Greco cogió su brazo para intentar calmarlo pero el otro dió un tirón soltándose del agarre.
-Yo...me acabo de enterar Gustabo, no sabía nada,- el ruso estaba atónito, no sabía qué le pasaba a Horacio por la cabeza para haber tomado esa decisión.
Gustabo salió de la casa en busca de su amigo quien le esperaba de pié mirando hacia el mar, cruzado de brazos.
-¿Qué cojones te pasa?,- se puso frente a él,- desde que te conozco no has parado de hablar del crucero, he hecho todo lo posible para que podamos ir y cuando lo conseguimos, ¿pasas de todo?.-
-Gustabo, yo...soy feliz ahora mismo,- el rubio dejó caer sus brazos agotado,- he conocido a una persona que me hace feliz, me cuida, me trata bien...nunca hubiese imaginado sentirme así, no voy a dejarlo todo por algo que puedo hacer más adelante, entiéndeme por favor,- el chico cogió la mano de su amigo intentando que se calmara.
-Te lo dije, que no te encoñaras...de verdad Horacio, ¿lo has pensado bien?, igual no tienes otra oportunidad nunca,- agarró fuerte su mano y sus ojos se aguaron.
-La oportunidad que me está dando ahora mismo la vida es mayor a comparación, le quiero y no voy a dejarlo tres meses, lo siento,- el ojiazul pasó una mano por su rostro frustrado con la situación, pero le comprendió, a Horacio nunca le había ido bien en sus relaciones y se alegraba porque hubiese encontrado a alguien que lo tratara así de bien, pero le daba rabia que, con todo lo que había luchado por conseguir una plaza en el barco, lo dejara todo de lado.
-Espero que no tengas que arrepentirte de esto porque yo mismo mataré a ese ruso, te lo juro,- el de cresta se abrazó a él y ambos suspiraron.
Entraron de nuevo, los tres los miraron y la situación se volvió un tanto incómoda, sabían que Volkov necesitaba respuestas y debían dejarlos solos.
-Bueno bebé, mañana hablamos y me cuentas más tranquilo todo, mándame un mensaje cuando salgas del hospital para saber que te ha dicho Claudio,- besó su mejilla y miró a Volkov,- el pescado estaba riquísimo, gracias por la invitación Volkov,- el otro le agradeció sus palabras y la chica se marchó.
La tensión era demasiada, Volkov miraba a Greco disimuladamente sintiéndose fuera de lugar,- Horacio, si quieres hoy puedo marcharme a mi casa,- el chico frunció el ceño y se agarró a su brazo.
-Ni de coña, tenemos que hablar, además Gustabo y yo ya hemos arreglado las cosas, ¿verdad?,- el rubio lo miró y bufó.
-Más o menos, en fin me piro, mañana cuéntame que te dice Claudio en la revisión, supongo que irá el comisario contigo, ¿o no?,- buscó la mirada gris encontrándola y saltaron chispas en ese momento.
-Lo que Horacio quiera será lo que haré, si quiere que vayas tú, yo me quedaré aquí,- el chico soltó el aire de sus pulmones cansado del tira y afloja de esos dos.
-Podeis venir ambos, si quereis,- Gustabo miró a Greco y el de barba le guiñó un ojo.
-¿Una copa?,- invitó el rubio al comisario y ambos salieron de la casa sonrientes,- llámame mañana cuando salgas del hospital,- comentó antes de cerrar la puerta dando a entender que prefería no ir junto al ruso, estaba cabreado y necesitaba tiempo para que se le pasase, aunque Viktor no fuera el culpable, indirectamente él creía que tenía la culpa.

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RED THREAD
DiversosEl comisario Volkov encuentra inconsciente en la calle a un hermoso muchacho de cresta azul, el chico sufre de diabetes lo que le provoca hipoglucemias haciendo que se desmaye, más una ceguera que debe ser operada antes de que vaya a más. Horacio al...