Ha vuelto

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Finalmente llegó el día de la entrega.

En lo personal me siento muy intrigada y ansiosa, pero a la vez tan feliz.

Estoy en la mesa desayunando con las chicas, mi padre podría estarlo pero por alguna razón ni siquiera está en casa, y es raro porque los domingos son sus días libres.

—Necesito más sopa. ¡Dios mío! Me duele la cabeza.

—¿Cómo no te va a doler, si ligaste todas las bebidas y bailaste con media fiesta toda la noche?

—Corrección —me corrigió Raizel— desde que llegó Gael solo bailó con él —terminó divertida.

De eso si me acordaba, es el momento justo para molestarla.

—Cierto, no creas que no te vi.

—Estaba sentado lejos de todos en un rincón. ¡Tenía que animarlo! —se defendió Emma.

—Pues fuiste su animadora personal —reí.

—Ya déjame.

—Bueno, ¿y tú Laia? No te vi en toda la noche —me cuestionó Raizel.

Una sonrisa salió de mí y no pude controlarla.

Los recuerdos de la noche llegaron a mi uno a uno, y por un momento mi cerebro me acordó el leve dolor que había en mi entrepierna. Sentía como me ardía la cara.

—Por ahí —bebí de mi jugo.

—¿Por ahí donde?

—Sí, ¿por ahí donde? O acaso andas juzgándome y tú no te quedaste atrás.

Las dos me miraban divertidas esperando una respuesta, yo me removí en mi asiento incomoda.

—Ya he dicho. Me perdí un poco, estaba cansada —volví a beber.

—Solo espero no ser tía por ahora —se burló Raizel.

Mierda. Mierda. Mierda.

Un nudo vino a mi garganta acordándome de algo muy importante que no interfirió anoche.

¡Un preservativo!

¿Pero que estaba pasando por mi cabeza? He tenido relaciones sexuales con tres hombres incluyendo a Austin y siempre me he protegido, y anoche ni siquiera me acordé de que existían.

¡Que par de irresponsables!

Bien, Dios, soy yo de nuevo. Si me dejas salir de esta sin una bendición nunca más lo volveré a hacer. Promesa.

—¿Laia?

—Sí, este... ¿Cómo se te ocurre? —reí exageradamente— ¡Jamás!

—Vale... —me dio una mirada extraña y siguió su desayuno.

Ya faltaba poco para irnos, sí, irnos. Aunque no le he dicho nada a Austin, por supuesto que iría con ellas. De alguna forma me hacían sentir más segura, además era una experiencia divertida. Me sentía en una película de crímenes.

Terminamos de desayunar y nos fuimos preparando, después de anoche habíamos dormido juntas y despertamos vueltas un desastre.

Nos iríamos en el auto de Emma como de costumbre.

Después de recoger todo y estar completamente listas, decidimos al fin salir. Nos reuniríamos en una dirección que me había mandado Austin donde iban a estar.

El camino se hizo largo, estaba tan nerviosa y mis manos no dejaban de tocar el asiento.

Me preguntaba que pasaría después de esto, ya que cuando termináramos iba a estar preparada para otras cosas del futuro, y a la vez de mi pasado. Esas habían sido sus palabras cuando accedí a todo esto.

Justicia en nuestras manosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora