Todos hemos tenido un momento donde estamos con ciertos familiares, amigos, pareja, o todos los anteriores juntos, y nos ponemos a analizar lo maravilloso que es tenerlos a cada uno, lo afortunado que somos por estar en dicho momento con ellos. Justamente ese sentimiento estoy experimentando ahora.
Mientras estoy aquí sentada de la mano de mi esposo, me doy cuenta que por más golpes que te pueda dar la vida, lo más importante es con lo que te quedas y lo que realmente te hace feliz.
Han pasado exactamente nueve años desde aquel día tan siniestro, y puedo decir que somos una familia totalmente estable, en todos los sentidos.
Desde que a Raizel le pasó aquella tragedia en su niñez, nunca más volvió a fijarse en nadie sentimentalmente. Le asustaba el hecho de que un chico o chica la llegara a tocar, y se mantuvo sin ningún afecto amoroso durante años.
Hoy me complace decir, que está al frente mío armando un rompecabezas con Zaire; el chico que conoció hace dos años y medio. Desde que llegó a su vida solo supo darle paz, y así como esas piezas que estaban acomodando, ellos son dos piezas que nacieron para permanecer mucho tiempo y se han encontrado.
Otro motivo el cual la ayudó, fue el apoyo incondicional de nuestra abuelita. Aquel día que pasó todo, el cual Raizel no estaba, se encontraba con ella. Siempre se han protegido mutuamente.
Fue difícil volver a recuperar la confianza en ella misma, pero lo logró. Siempre estuve ahí para recordarle lo valiosa que era en caso de que lo olvidara.
Y hablando de cosas difíciles, pensé que el romance de las películas clichés donde el malo se enamora de la buena, era una misión imposible. Pues, también me complace decir, que la señorita Emma y el señor Gael, son el perfecto ejemplo de que esas películas que vemos tan fantasiosas, pueden hacerse realidad. Desde el día que él vio lo inocente que ella podría ser, y a la vez tan fuerte y capaz, no se pudo resistir. Al igual, cuando ella se dio cuenta que necesitaba un poco de maldad en su vida, él estaba ahí para complementarla. Y claro, no se me puede olvidar...
—¡Tía Laia! ¡La pelota! ¡Pásela, por favor!
Eso... me han dado a los sobrinos más hermosos del mundo; Diego y Daniel. Estos gemelos vinieron a darle tormento y luz a sus vidas.
Tormento... Luz... ¿A quien me recuerda? ¡Por favor! ¿A cuantas parejas más voy a mencionar? Pues mi padre al fin encontró "al amor de su vida". Una mujer que es tan energética, habladora, chismosa y escandalosa. No es mala, pero al lado de mi padre lo hace ver el hombre más tranquilo del mundo.
Y ya que hablamos de padre, cabe mencionar que el padre de Austin y Gael, luego de aquel día se esfumó del país. A veces viene para ver a sus nietos, eso es lo único que lo motiva a estar en estos alredores.
—Señor y Señora Ponce. Ya todo está listo para el viaje.
Mi esposo y yo miramos y asentimos.
Mi esposo...
Se siente tan bien decirlo.
Después de ese día me juré a mí misma nunca estancar mis sentimientos, demostrar todo lo que siento sin temor a salir lastimada, y así fue. Austin no me la puso tan difícil, pues, me confesó que su amor por mí era igual de intenso que el mío hacia él.
Después de seis meses nos casamos. Todo fue y ha sido tan jodidamente perfecto.
Cada quien se enfocó en sus metas.
Austin siempre quiso tener un consultorio propio y asistir psicológicamente a quien lo necesite, no por dinero porque eso ya le sobra, sino por pasión, y fue exactamente lo que hizo. Y vaya la forma en la que estrenamos dicho consultorio.
Por mí parte, terminé la carrera de criminología y me encontraba trabajando para la misma compañía que mi padre. Me daba demasiada satisfacción poder investigar casos y saber que había detrás de cada delito.
En cuanto a formar una familia, aun nos quedan unos cinco años más para tomar esa decisión. Decidimos enfocarnos en nosotros mismos, en viajar juntos, crecer juntos, todo juntos, sin segundos personajes detrás de nosotros.
Nuestro pasatiempo favorito hasta ahora era ir de país en país, como lo haremos justo en este momento. De hecho, esta fiesta familiar fue planeada para despedirnos. Este será nuestro viaje más largo, pues la República Dominicana lo merece.
—Bueno, ya tenemos que irnos —dijo Austin mientras se empezaba a despedir de cada uno.
—No nos abandonen por tanto tiempo, o los busco yo misma —amenazó Emma.
Cabe recalcar que seguía siendo la personificación de la palabra "tierna".
—¡Tío! ¿Qué me vas a traer? —ese fue Diego.
—¿Y a mí? —Daniel no se podía quedar atrás.
Austin empezó a darles cariño y a jugar con ellos.
A veces cuando lo veía así de lindo, me motivaba más a hacerlo papá. Ese momento pronto llegará.
De igual forma me despedí, y luego de un momento emotivo y raro de despedida, nos fuimos al auto donde nos esperaba nuestro chofer: Randy.
Una vez ahí dentro, valoré una vez más la vida que estaba llevando. Con quienes quiero y donde quiero.
—Allá vamos Punta Cana —suspiró Austin con alegría y le sonreí.
—¡Allá vamos!
Lo besé con la misma alegría y fuimos todo el camino dandonos amor. Ya Randy estaba más que acostumbrado.
Y ojo, hemos dejado un poco la vida de hacer justicia nosotros mismos, pues eso solo fue un pequeño pasatiempo para liberar al mundo de tanta escoria, digo "un poco" porque eso no quiere decir que no lo podríamos volver a hacer. Nunca permitiríamos otro sufrimiento más en nuestra familia, nosotros nos encargaremos de que así sea.
Esto solo ha sido un descanso. O, ¿acaso un justiciador no puede tener vacaciones?
Todos merecemos paz.
Todos merecemos sentirnos plenos.
Todos merecemos a un Austin en nuestras vidas... Sí, sí, aprovecho cualquier momento para presumirlo, ¿okey?
Y ahí, viendo como le daba pequeños besitos a mi mano derecha; la cual se recuperó muy rápido de aquellas mordidas por cierto, disfrutamos nuestro camino a una nueva aventura juntos.
Cuidado...
Estos justicieros andan sueltos.
:)
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Justicia en nuestras manos
RandomLaia estaba segura que había hecho lo correcto, pero a veces se sentía una mala persona. Llegó él a darle esa seguridad completa. Ahora juntos lo hacían, y hacen justicia por sus propias manos.