Capítulo once

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Estaba en un punto muy fino de su paciencia, su respiración era pesada. Molesta, su cuerpo le temblaba debido al coraje y sus ojos veían fijamente la pantalla que mostraba el estado de sus máquinas.

—¿Los tenemos?—preguntó Roca.

—Escaparon, pero vaya fuerza de voluntad—Chris admiró el equipo que eran los tres chicos.

—¿Cierto?, siguen ahí, son auténticos sobrevivientes esos tres—Roca habló igual de sorprendido que Chris.

Robotnik sentía su vena hincharse del coraje, vio furioso de reojo a sus agentes y luego se volteo completamente. Roca sabía lo que significaba y se golpeó mentalmente por haber metido a Chris.

—Vengan para acá un momento—habló el doctor.

Roca bajo su mirada, Chris continúo con una leve sonrisa y ambos siguieron a Robotnik hasta un punto cercano de la habitación.

—Peguense a la pared—dijo el doctor sin mirar a ninguno de los dos.

Roca pegó su mano en su pecho haciendo que su espalda tocase el frío metal de la pared. Chris tardó unos minutos en entender y no acató la orden a tiempo. Lo que hizo que Robotnik le sujetará fuertemente de las mejillas empujándolo a la pared junto a roca.

El doctor se acercó peligrosamente a sus agentes.

—No les echaré de menos cuando no estén. Los seres humanos no son confiables, son muy tontos y en realidad me importan muy poco. Pero mis máquinas son ágiles, implacables, SON TODO PARA MÍ—su voz resonó por todo el espacio.

Chris mantuvo una mirada confundida y Roca asintió levemente, fueron interrumpidos por el sonido de la electricidad proveniente del saco de roca. Robotnik se percató de esto y le abrió con cuidado el saco, cogiendo de entre sus dedos la púa brillante. Mirándola con asombro.

La púa sacaba pequeños destellos de energía.

Interesante—su tono cambió a un más francés.

Acercó la púa a sus labios y sacó su lengua, llevándose una gran carga de energía. La miró asombrado y ya más calmado, se las ofreció a sus novios para que la probaran. Ambos lo vieron aún más confundidos.

La dañada camioneta era iluminada por los fuertes rayos de sol, se estacionó despacio y el adulto bajo, abriendo la puerta para que Daniel pudiese salir con el erizo

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La dañada camioneta era iluminada por los fuertes rayos de sol, se estacionó despacio y el adulto bajo, abriendo la puerta para que Daniel pudiese salir con el erizo.

—Ánimos chicos—miró a Daniel, el chico no le respondía. No podía ni siquiera verlo sin llorar por su querido erizo—Van a estar bien, van a estar bien.

Pero antes de bajar del vehículo, el adolescente le cubrió con una manta a Sonic para protegerle de los rayos del sol.

Daniel cargaba al erizo en sus brazos preocupado, Tom tocaba la puerta de la residencia con fuerza pronto alguien les abrió.

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