Capítulo 18- Mi angel de la guarda

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—Ambi.

—Lucifer.

Una sonrisa genuina se dibuja en mis labios al abrazar a mi amiga.

—¿Vicki ya se está preparando para la operación?—pregunto cuando nos separamos, ella se coloca un mechón de pelo detrás de su oreja y mira detrás de mí.

—Si..—responde Ámbar un poco ausente.

Al girarme para comprobar que la ha despistado noto que han llegado los amigos de mi cuñado el novio de Vicki.

Jax y Lucas.

Este último no me quita los ojos de encima, ni siquiera intenta disimularlo. Yo lo ignoro por completo o al menos eso intento, él sin siquiera saludar se desaparece. Siento como se me hace añicos otro pequeño fragmento de mi corazón roto.

—Hola Lucía—me saluda Jax.

—Hola Jax, hace tiempo no te veía.

—He estado muy...ocupado—al decir esto pasa la mirada detrás de mí hacia donde está Ambar.

Al instante noto la indirecta y no lo pienso dos veces y vuelvo a llenar el silencio.

—¿Entonces cómo los lleva la supervivencia?.

—¿A quiénes?—pregunta Ámbar para mí sorpresa.

—A ustedes—los señalo—Es que, mi querido amigo Jax, para estar dos segundos con Ambi es necesario saber sobre la palabra supervivencia así que no me quiero imaginar un año.

Jax sonríe sin dejar de mirarla.

Mientras que Ámbar me sorprende pegandome en el brazo fingiendo molestia.

—¡Auch!—rio a carcajadas—Vale vale, tranquila fiera. Prometo no meterme.

—Será mejor así, siempre andas inventando cosas.

—Ay ajá, a veces olvidas lo casamentera que soy—agrego yo sacándole la lengua.

David y Julieta se unen a nosotros.

—Ma' Julieta—camino hacia donde se encuentra y ella me abraza—Tranquila Vicki es fuerte.

—Iré a la cafetería a traerte un café y de paso me tomo uno yo.

—Gracias mi niña—me dice Julieta cariñosamente.

—¿Mamá quieres un café?—volteo.

—Sí hija.

—De acuerdo, ahora te lo traigo.

Giro sobre mis talones y me dirijo hacia la cafetería.

La cafetería está llena de personas que vienen y van. Tanto médicos como familiares pero la única que logra captar mi atención es el hombre que está tomando un café de espaldas a mí. Lo observo a escondidas y pensar que a pesar de sus defectos creía que en él veía la mirada más sincera. No intentaba tapar esos defectos y aunque quería ser un hombre mejor, no había máscaras. Pero resulta que a pesar de eso siempre fui tan solo un juego.

Se remueve en su asiento.

Notó mi presencia, mi incesante mirada.

¡Correle mamasita!

Me escondo detrás de una pared tan rápido como puedo.

Mi corazón late a mil por hora. Tengo los ojos cerrados como idiota. Pero no quiero que me descubra espiandolo.

Pasan unos minutos y abro los ojos.

Nada.

Me arreglo el cabello, noto a unas personas mirándome raro. Salgo de atrás de la pared.

El juego detrás de tú miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora