Aquella mañana en Eden estaba resultando bastante conflictiva para todo el mundo, por el simple hecho de que Damian se había encargado de maldecirlos a todos y de comportarse como un absoluto patán.
Incluso había tenido una fuerte pelea entre Ewen y Emile los cuales no se mostraron sorprendidos por el carácter del mayor, aún así decidieron dejarlo solo por el resto del día.
La actitud de Damian no era la correcta e incluso los profesores lo habían notado llegando advertir al mismo Damian de su propio comportamiento. Damian Desmond siendo regañado... eso no se ve todos los días, susurraban por los pasillos. El pelinegro suspiraba molesto, aquella nota en arte lo estaba volviendo loco, esa simple nota manchaba sobresalía por sobre todas sus notas buenas y estaba seguro que su padre solo se fijaría en eso, en el más mínimo error.
No queriendo seguir escuchando los cuchicheos del pasillo sobre él, Desmond abandonó la institución para dirigirse hasta lo más profundo de los jardines de Eden escondiéndose detrás de un gran árbol. Se sentó bajo su sombra y colocó sus rodillas lo más cerca que pudo de su pecho, pronto la tristeza lo invadió.
La familia Desmond siempre había sido una familia y de gran prestigio y su padre se había encargado de que su primer hijo tuviera excelentes notas y una excelente condición, Damian estaba seguro que su hermano era el tipo más genial e inteligente de la tierra, pero ahora que su hermano acabó la escuela hace años y trabaja con su padre, esta más que seguro que no la tuvo fácil tampoco.
Tomando una pequeña ramita entre sus manso comenzó a garabatear sobre la tierra mientras no dejaba de pensar en que al menos su hermano tenía la atención y afecto de su padre, él por otro lado aún continuaba en la escuela. Su padre lo había mandado allí y casi no lo veía. Damian no podía recordar cuando fue la última vez que habló con su padre sin un regaño de por medio. Comenzaba a sentirse inútil a ojos de Denovan, nada de lo que hacía le parecía bien, ni siquiera lo había felicitado por convertirse en un alumno imperial.
Damian suspira, si continuaba con aquellos pensamientos acabaría llorando, de pronto siente unas pisadas y un potente perfume a lavanda, es entonces cuando alza la mirada y se cruza con una cabellera rosada la cual parece estar buscando algo o alguien.-¿Qué haces aquí?-Pregunta.
La muchacha se sorprende al escucharlo pero de inmediato se voltea.-Te buscaba.-Respondió simple mientras se arrodillaba frente a él y le sonreía tímidamente, él quiso sonreírle de igual forma pero se sentía tan mal que solo logró formar una mueca con sus labios, frustrado ocultó su rostro entre sus piernas y habló.
-No quiero hablar.-Fue su respuesta, ni siquiera esperó para ver la reacción de la joven, sin más ocultó su rostro entre sus piernas. Su corazón comenzó a palpitar velozmente en cuanto sintió como la contraria se sentó a su lado.-Te dije que no quería hablar.-Repite sin cambiar de posición.
-Lo sé, pero también sé que no te sientes bien y nadie merece estar solo cuando se siente así, asique me quedaré a tu lado.-Damian lentamente alza la mirada y la observa sin decir nada.-No hace falta que hables o me expliques que sucede solo no quiero que te sientas solo.-Esas seis palabras causaron un gran revuelo de emociones en Damian, aquel joven de familia prestigiosa quien nunca lloraba ante nadie, soltó un par de lágrimas al oírla decir aquello. Era la primera vez en toda su vida que alguien le decía algo como eso y aquello conmovió su corazón, Damian Desmond estaba más acostumbrado a la soledad de lo que cualquier persona debería estar.
Preocupación se mostró en los ojos de Anya y de inmediato acercó su mano al rostro del contrario deshaciéndose así de aquel rastro de lágrimas. De inmediato las mejillas de Damian se encendieron y ¡Diablos! Su corazón había comenzado a latir como loco, tenía a la chica que siempre rondaba por su cabeza y la cual le quitaba el aliento la mayor parte de las veces, a su lado, allí observándolo detenidamente. Últimamente el espacio personal de Damian se veía afectado en su totalidad por la de cabellos rosados y aquello parecía no molestarle en lo absoluto, es más en ese momento sentía la fuerte necesidad de...
"Quiero abrazarla"
Anya abrió los ojos sorprendida por haber logrado leer la mente de Damian en ese momento sin siquiera intentarlo, sus mejillas se tornaron rojas al igual que las del mayor y desviando la mirada tímidamente preguntó.-¿Puedo abrazarte?-
Si las mejillas de Damian antes estaban rojas ahora lo estaban mucho más y sin duda su corazón dio un vuelco emocionado por aquella pregunta, tragando saliva tímida y lentamente el mayor asintió, entonces Anya con una dulce sonrisa abrazó al joven a su lado reconfortándolo.
Ninguno estuvo seguro de cuanto tiempo permanecieron en esa posición disfrutando la calidez del otro, y si fuera por ellos se hubiesen quedado así toda la vida, pero unas pisadas y una voz los detuvieron y rápidamente se separaron el uno del otro sintiendo un pequeño vacío en sus corazones.
-¡Anya! ¡Al fin te encuentro!-Soltó Tao.-Oh lo siento, ¿Los interrumpí?-
-No, no te preocupes.-Contestó Anya.
"Claro que si." Pensó Damian molesto mientras rodaba los ojos.
-Oh que bueno entonces, te buscaba para que continuemos con tus lecciones.-
Anya se levantó del suelo y algo confundida habló.-Pero mis lecciones acabaron, ya pasé mis exámenes.-De inmediato Damian volvió su atención a ellos.
-Oh si, cierto bueno entonces quizá podamos ir a tomar algo juntos a la cafetería.-La pelirosa no entendía muy bien que estaba sucediendo pero aún así aceptó la oferta, quizá podría conseguir algunos manís de aquello.
-¿Vienes Segundo?-Preguntó la de mirada verde volteando a ver al mayor quien aún seguía en le suelo. Desmond estuvo a punto de negar hasta que notó la mirada de Tao sobre él, furioso de que Anya lo haya incluido en sus planes cuando la parecer estos solo incluían a la Forger.
-Claro.-Respondió a sabiendas que aquello molestaría a Tao. Quizá Anya es muy inocente como para notarlo pero aquel fue un obvio intento de Tao por invitar a la pelirosa a salir y estar a solas, por supuesto que aquello hizo hervir la sangre de Desmond, con más razón no los dejaría solos.
Anya sonrió y entrelazando los brazos de ambos jóvenes quedando ella en medio comenzó a arrastrarlos hasta la cafetería con una sonrisa en su rostro.
Una vez en la cafetería Tao no solo intentó de todo para deshacerse de Damian allí si no que también se esforzó por acaparar toda la atención de Anya sobre él y nadie más que él, y a pesar de que Tao pensó que de esta forma ganaría ventaja sobre Damian no contó con Becky Blackbell quien era mayor distracción que Desmond para la pelirosa y pronto ambos chicos fueron abandonados.
-Hey Desmond.-Llamó Tao levantándose de su lugar enfrentando a el mayor quien solo lo miró con molestia.-Será mejor que no te entrometas entre Anya y yo, porque... somos el uno para el otro.-Las manos del pelinegro se cerraron en puños ante aquellas palabras y realmente tuvo que poner todo su esfuerzo en no golpear a aquel idiota.
-¿O si no qué?-Preguntó Damian levantándose de su banco para enfrentar de igual forma a Tao.
-Veremos que piensa tu padre cuando su Segundo hijo sea expulsado por conseguir ocho tonitrus.-Damian lo observó de arriba abajo, ¿A caso ese chico pensaba que era idiota?
Desmond solo se limitó a soltar una pequeña risa y abandonar la escena aún cuando solo tenía ganas de darle un buen golpe a ese Tao.
¡Hola, hola!
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Espero que les haya gustado al menos un poquitin ^^
Que tengan un lindo día ^^
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DamiAnya | Why?
FanfictionDesde pequeña que Anya puede leer la mente de las personas, pero desde que ingresó a la Academía Eden descubrió que aquello no era del todo así, encontrandose con Damian Desmond a quien parecía no poder leerle la mente, pero... ¿Por qué?