Un mes transcurre de aquellos acontecimientos y varias cosas cambiaron en el circulo de amigos de Anya. Principalmente porque Anya dejó de ser amiga de Tao para convertirse en su novia, lo cual tenía bastante malhumorado a Damian Desmond quien solo sentía una gran molestia en su pecho cada vez que cruzaba miradas con aquella pareja.
La relación entre aquellos dos se dio eventualmente con el paso del tiempo, Becky mostró el apoyo a su amiga por su felicidad, pero aún así ese Tao le caía muy mal. ¿Becky prefería que Anya estuviera con Damian? Si, pero si su amiga era feliz junto a Tao no se metería.
Por otro lado la noticia del noviazgo entre Anya y Tao afectó bastante al Desmond quien por unas semanas se mostró rencoroso hacía la joven la cual no tenía la culpa de nada. Por eso mismo en cuanto entró en razón comenzó a evitarla, pero aquello solo duró unos días ya que Damian comenzó a extrañarla.
Fue una larga y dura batalla para Desmond continuar con su amistad con Anya cuando a Tao parecía encantarle refregar en su cara que Anya era su novia. Ver a Anya al lado de aquel joven no solo lograba poner los pelos en punta a Damian si no que también tenía que contener sus ganas de golpearlo cada que tocaba a la pelirosa.
Esa mañana todos los alumnos, incluyendo a los imperiales tendrían un debate en el gran salón por lo que todo el alumnado de la Academia Eden se encontraba en el lugar. La pelirosa se encontraba algo ansiosa, odiaba los lugares con muchas personas porque su inconsciente le hacía pensar en la gran cantidad de pensamientos que debía haber en el lugar y por pura inercia siempre acababa leyendo las mentes de las personas lo cual ocasionaba un gran sangrado nasal y un fuerte dolor de cabeza.
A lo largo de los años encontró formas para evitar que aquello suceda, solo debía concentrar su mente en otra cosa, en ocasiones intentaba repetir los capítulos de su serie de espías favorita en su mente o contaba hasta un millón de reversa.
Normalmente aquel tipo de cosas lograba distraerla y olvidaba su poder pero para su desgracia acabó distrayéndose de la distracción y en un abrir y cerrar de ojos las voces de la mayor parte del alumnado llenó la mente de Anya.
-Definitivamente odio las multitudes.-Soltó en un susurro observando como una gota de sangre manchaba su zapato.
Su cabeza dio una fuerte punzada y tuvo que cerrar los ojos y presionar el lugar afectado con una de sus manos para contener el dolor. El mareo pronto la invadió dificultándole el poder encontrar la salida entre tantos alumnos. Sus pies se encontraron y chocaron entre si causando la perdida del equilibrio en la menor y cuando creyó que su rostro se estamparía en el suelo unos brazos la tomaron por su cintura y la devolvieron a su posición inicial.
-¿Anya?-Esa voz que tanto conocía.... La nombrada abrió los ojos lentamente encontrándose con la mirada preocupada de Desmond.-Diablos estás sangrando.-
-Sacame de aquí por favor.-Pidió mientras se aferraba a las ropas del pelinegro quien no dudó ni dos segundos en tomarla en brazos y correr hacía la enfermería, aunque para desgracia de ambos, se encontraban bastante lejos de ésta.-Lo siento.-Habló de repente la pelirosa.
-¿Por qué lo sientes?-Preguntó el mayor reduciendo la velocidad en su andar.
-Ensucié tu camisa con sangre.-
Damian negó con la cabeza.-Eso no es importante, lo importante es que estes bien.-Contesta regalándole una tierna sonrisa a la joven.-¿Qué sucede contigo? no es la primera y parece que tampoco será la última vez que tu nariz sangra.-
Anya desvió la mirada dudosa sobre que decir al respecto, con un hilo de voz respondió.-Es un secreto.-
El pelinegro no dijo nada al respecto, supuso que tenía sus motivos para no contarle sobre aquello, pero Damian comenzaba a preocuparse, ¿Acaso la joven tenía algún tipo de enfermedad que ocasionaba que su nariz sangre de esa forma?
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DamiAnya | Why?
FanfictionDesde pequeña que Anya puede leer la mente de las personas, pero desde que ingresó a la Academía Eden descubrió que aquello no era del todo así, encontrandose con Damian Desmond a quien parecía no poder leerle la mente, pero... ¿Por qué?