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—¿Estás bien? —le pregunté apenas lo vi llegar a mi casa. Sunoo ya tenía catorce años casi recién cumplidos, y se pasaba la mayor parte del tiempo en mi casa, no había entendido porqué hasta este momento. Recuerdo haber tomado su rostro entre mis manos con preocupación, examinando su mejilla morada y rota, y su labio roto y sangrante 

Con delicadeza se apartó de mi tacto —Estoy bien, Wonie, no es nada 

Negué mientras lo guiaba al baño para poder curar las heridas —Nada de eso, esta es la tercera vez en el mes que llegas con golpes, y si no me dices porqué, voy a asumir que te estás metiendo en peleas clandestinas, y te acusaré con mi abuela por estar perdiendo —intenté sacarle una sonrisa, pero solo conseguí una mueca de su parte

Guardó silencio mientras me encargaba de sus heridas, a las que parecía estar acostumbrado, y simplemente se fue a mi cuarto una vez que terminé. Se lanzó sobre mi cama y yo me senté a su lado

—Sun —sus ojos se posaron en mi, sin que tuviera la necesidad de cambiar la posición de su cuerpo —Sea lo que sea, sabes que puedes confiar en mi, yo no sería capaz de juzgarte por nada

Aquello pareció tocar una fibra sensible en él, pues recuerdo que sin previo aviso las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. Me acerqué a él de inmediato, envolviéndolo con mis brazos para confortarlo, pues se notaba que aquello era lo que necesitaba

No recuerdo cuanto tiempo pasó, pero luego de un largo rato los hipidos de Sunoo finalmente se calmaron lo suficiente como para poder confesarme qué era lo que realmente ocurría —¿Sabes que mis padres son cristianos? 

—Muy cristianos, demasiado para mi agrado —respondí con cierto desagrado, y es que se supone que los cristianos debían ser gente buena, que ayuda al prójimo y lo ama, pero dentro de aquella iglesia todos tenían conductas reprochables, y en definitiva los padres de Sunoo estaban muy lejos de ser la excepción

Sunoo volvió a llorar con ganas y se aferró a mi cuerpo con fuerza, como si temiera que yo fuese a desaparecer en algún momento, como si temiera que me alejara por lo que estaba pronto a decir

—Mi padre se enteró que soy Gay hace unas semanas y comenzó a golpearme, dice que eso me va a arreglar —aquella confesión me cayó encima como un balde de agua fría. No, no que fuese gay -de lo cual recién me había enterado, pero que había podido deducir-, sino que su padre fuese capaz de hacer aquella bestialidad —Le doy asco, Jungwon, le doy asco a mis propios padres

De pronto sentí lástima, y rabia, impotencia, tanto que las lágrimas comenzaron a correr por mis ojos también. Mi abrazo a Sunoo se apretó tras aquella confesión, queriendo que entendiera que no iba a dañarlo, que conmigo aquí estaba seguro.

Sunoo no se merecía eso, él merecía cosas buenas, todas las que fuesen posibles

—Oh, Sunoo... —mi corazón se estrujó y fui incapaz de decir nada más

—Llevo tantos años orando para que dios me cambie... No me escucha, Jungwon, no me escucha, tal vez me odia como mis padres —su llanto se intensificó, y mis lágrimas a la par de las de él —Mi madre ya ni siquiera me abraza

The Story - SungSunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora