Jason aun era un adolescente cuando recibió una llamada, la voz de una mujer al otro lado de la línea le hizo temblar, lo cuestionó por completo.
Una mujer lo llamó hijo, confesó haber visto su rostro en las noticias junto a Bruce Wayne y supo que se trataba de su pequeño Jay.
Incrédulo, Jason cuestionó a la mujer hasta que ella mencionó detalles que solo una madre conocería, incluyendo el nombre de su padre y que su cabello era rojizo como el de ella.
Al agendar una cita a escondidas de Bruce, Jason se encontró con la mujer en un café.
Mientras la esperaba, Jason recordaba los días y noches en los que pensaba en su madre, en como ella era casi una figura celestial para un maltratado Jason el cual de milagro consiguió una vida mejor, no sin antes caer lo suficientemente bajo.
Jason luchaba con las ganas de salir corriendo y negar que estuvo ahí, pero su deseo infantil de ser amado por la figura de su madre era más fuerte.
La mujer se presentó un poco tarde, se le veía apenada por estar en un lugar como ese y constantemente llevaba su mano a la boca para oler su aliento.
La mujer olía a cigarrillo, pero poco o nada le importó a Jason ya que le dio un abrazo que resultó ser más incómodo de lo que se esperaba.
Jason se mostraba alegre, la mujer no del todo, pues tenía una mirada preocupada y decaída, así como un semblante cansado. Jason sabía que se trataba de alguien en problemas.
La mujer le explicó que al ver que Bruce Wayne adoptó a su pequeño Jay supo que ya no la necesitaba en su vida, pero que se metió en un problema grande con un criminal muy aterrador según sus palabras, e hizo todo lo posible para pagar, pero que esperaba que su hijo pudiera ayudarla un poco.
Jason no supo que decir, sintió un repentino colapso al sentirse usado por su madre. En el fondo, el joven anhelaba que su madre lo buscara para algo más que dinero, quizá para darle razones del por qué lo abandonó: revelar que su padre era un demente y que no podía seguir viviendo así, o que intentó buscar ayuda, pero nunca recibió nada, incluso algo tan trivial como que haya perdido la memoria y con ver a su hijo en televisión haya recordado todo...Jason pudo prestarle dinero, pero sabia que aquel criminal no se detendría ahí, por lo que decidió ayudar a la mujer como Robin.
La última vez que se puso el uniforme lo hizo con la esperanza de ayudar a alguien, de ser una clase de hombre diferente, utilizar mejor la fuerza bruta y ser ese faro de esperanza en la vida de alguien más.Al iniciar la noche: Jason salió de su departamento con hambre de ajustar cuentas, de acabar con aquel asunto pendiente que lo mantenía atado completamente a la figura del príncipe payaso de Gotham.
Su armadura se encontraba dañada; tenia una herida en su hombro lo suficientemente dolorosa como para mantenerle incapacitado una semana: la vista cada vez le jugaba más en contra por el cansancio y la porquería con la que se había infectado así mismo estaba en su punto climático.
Todo se resumía a Red Hood, Ravager, El Rey de los condimentos y Harley Quinn frente a la feria abandonada cerca del muelle en la ciudad.
Harley y siete de sus payasos se encontraban en la entrada, decididos a entrar abriendo fuego con el sol del amanecer en el horizonte.
Red Hood avanzó lentamente hacia Harley mientras ella lo miraba desde su posición, con sus payasos listos para abrir fuego en cualquier momento.
–Debe ser irónico, tu y yo, llegando hasta acá – Dijo Harley con un tono melancólico al mismo tiempo que sacaba una botella de tequila de su chaqueta.
–¿Sabes quien soy? – Preguntó Red Hood genuinamente confundido.
Harley asintió mientras tragaba, le respondió que la palanca y el murciélago en su pecho le decían mucho. Joker alardeaba demasiado sobre el niño maravilla que asesinó, como eso quebró a Batman y lo convirtió en su mayor pesadilla; Harley resaltó explícitamente como asesinó al niño, la tortura que le hizo pasar y como Batman estuvo a nada de acabar con él, todo mientras reía a carcajadas.
–Entonces creo que sabes por qué debo ser yo quien lo asesine... –Mencionó Red Hood mientras la chaqueta que tenia colgando en la espalda se caía.
–El te mató... A mi ni siquiera me dio la oportunidad. ¿Sabes lo que es estar atada a una persona que solo te hace daño por años y creer que te ama? Peor aún ¿Creer que tú lo amas?... – Red Hood asintió con la cabeza recordando a sus padres y apretando el puño.
–En ese caso sabes por qué yo tengo ese derecho – Exclamó Harley mientras le arrojaba la botella al hombro y salía corriendo.
Sus payasos comenzaron a abrir fuego y Red Hood se dio la vuelta escapando mientras Rose y Mitchell lo cubrían.
Al entrar, Harley activó una alarma que encendió todos los juegos del lugar.
«¡Bienvenidos sean todos al parque de juegos del Joker! Como ronda final quiero que todos mis lindos invitados aguarden en el centro del parque para ser brutalmente acribillados por el staff» La voz del payaso se hizo presente alrededor, al mismo tiempo que salían payasos armados de todos los lugares posibles, haciendo que Harley esquivara las balas y se refugiara en una atracción cercana.
Red Hood consiguió refugiarse detrás del auto junto a Rose y Mitchell, este ultimo arrojó una granada de carne la cual explotó cerca de los payasos, cegándolos de momento por toda la masa que cayó en sus ojos; el grupo logró avanzar sin problemas mientras estos se reponían. No tenían tiempo de acabar con cada uno, tenían que seguir moviéndose hasta llegar con el payaso.
Rose se lanzó con espadas en mano contra los payasos del Joker, partiendo en dos sus armas y degollando a uno que otro. Dejando a los dos tiradores detrás del carrusel.
Jason entre su dolor apenas y podía utilizar un arma, intentando ser lo más preciso posible, fallando uno que otro tiro; este terminó por hacerse un soporte con un trozo de tela que había en el suelo para que su brazo no estuviera colgado.
Mitchell se defendía muy bien, disparando bolas de cátchup y mostaza desde su arma, las balas de este calibre lograban herir a los payasos y darle ventaja a Rose.
Harley atacó por la espalda a uno de ellos quebrándole el cuello y robando su arma con la cual abrió fuego indiscriminadamente: pronto sus payasos se unieron al tiroteo.
Las gotas de sangre caían como lluvia, los payasos se desplomaban uno a uno y el campo entero se llenó de cuerpos en segundos.
Esto resultaba inútil ya que más payasos comenzaron a salir, incluso Rose se vio obligaba a retroceder y ocultarse detrás de una atracción.
Jason se escondió en el otro extremo del parque y Mitchell recibió una bala en la rodilla, dejándolo detrás de un compartimiento de basura metálico.
Mitchell al ver su herida supo que no saldría de esta caminando, mucho menos corriendo. Jason intentó salir para ayudarlo, pero la oleada de balas no le permitían ni asomar la cabeza, incluso Rose se vio envuelta en un festín de proyectiles tras ella.
Uno a uno, los payasos de Harley también comenzaron a caer, cada uno con heridas graves.
La payasa en un último intento por llamar la atención tomó una pistola de su cinturón con un cañón inmenso, de este salió un proyectil enorme que hizo estallar un puesto de comida a espaldas de los payasos, acabando con varios. Uno de sus payasos se puso en frente de ella y recibió múltiples balas para salvarle la vida siendo empujado sobre Harley, terminando por caer en un puesto de palomitas.
«Señores, recuerden que es un espectáculo interactivo, no hace falta que asesinen a todos estos risueños, si la recompensa está entre todos ustedes. Hagamos esto un poco más interesante»
Del fondo del parque, comenzó a brotar una nube amarillenta la cual se extendía rápidamente.
Red Hood de inmediato salió de su escondite y se acercó a Rose, quien estaba confundida por lo que estaba pasando al igual que todos en el lugar.
–Es gas del miedo... Rose, no respires – Antes de terminar, Red Hood fue golpeado por un mazo enorme, portado por un sujeto musculoso al que le faltaba un brazo.
Rose tuvo nula suerte, pues el extraño también la atacó, ella esquivó los golpes sin dejar de taparse la nariz y boca.
Mitchell por otro lado se encontraba armando un torniquete en su rodilla, al mismo tiempo que veía caer a Jason.
Harley salió de la tienda e inhaló el gas con toda confianza.
–Pudín ¿Ya olvidaste que usaba esto como estimulante, pedazo de anormal? – Exclamó Harley mientras se paseaba entre los cadáveres y se quitaba la chaqueta.
Al girar, la figura frente a ella le confirmó que lo recuerda, y que por ello aumentó la dosis.
Harley vio a Harleen frente suyo, con esa bata de laboratorio y suéter de cuello de tortuga color rojo.
–Harley, mírate, mira a cada alma a tus pies ¿No te da vergüenza? –Cuestionó Harleen con un tono frio y de crítica.
–Mírate tú, con esa fachada de profesional virginal, niña, no sabes lo que te espera en absoluto.
–Si lo sé, por eso apareciste en mi mente y desde entonces tienes el control... necesitaba salir adelante después de lo que él me hizo.
–Solo nos arrojó a un tanque de desechos, no es tan malo.
–Mira tu piel Harley ¿Hay ronchas como en la suya? ¿Yagas? Yo veo una piel finamente maquillada, incluso tu cabello está intacto.
–Tengo mayor resistencia... no sigas...
–¿Es que acaso ya olvidaste lo que me hizo en esa oficina? ¿Lo que consiguió con ganarse nuestra confianza?
–Cierra la boca... eso no pasó, el nos llevó a ese tanque y nos convirtió en lo que somos, en lo que soy.
–No Harley... no fue así.
Los recuerdos inundaron la mente de Harley, consiguiendo que ella se postrara en el suelo y se comenzara a hiperventilar. Las manos le temblaban y la cabeza le daba vueltas.
Harley se desesperó, sintió el aroma podrido del payaso sobre ella una vez más y se sintió estática como aquella vez.
Frente a ella, la figura de Harleen había desaparecido y solo había un sofá de cuero con grietas, así como la risa enfermiza del degenerado al cual le había inventado un apodo cariñoso.
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Red Hood: Kill The Clown!
FanficLa moneda ha sido lanzada. Una recompensa enorme por la cabeza del príncipe payaso del crimen llama la atención de los mayores mercenarios de toda Gotham, incluyendo a Jason Todd, quien ve una oportunidad única en para cobrar venganza.