La Reina Demonio y su Dragón Emperador

Cap6: La Ira de la Reina Demonio

Aquel momentáneo brillo blanquecino cegó temporalmente a Raynare, causando que alzase sus brazos para cubrir sus ojos mientras que retrocedía un paso. Empujando también sus alas, las usó para mayor cobertura de dicha luz cuando sintió que también brotaba del cuerpo del adolescente a quien había asesinado hacía pocos segundos. Que demonios estaba ocurriendo?

"Oh... Que bien se siente estar despierta finalmente! Normalmente te agradecería haberme hecho éste favor pajarito, pero lamentablemente tocaste a la única persona que no debías tocar en el proceso! Porque no te arranco las plumas una por una como castigo?"

Esa era la voz de la pequeña demonio que había visto hacía unos segundos? Su tono era parecido pero... La mezcla de furia y alegría que había envuelta en las palabras desconcertó al ángel caído, quien no pudo hacer nada cuando de un momento a otro sintió un pesado puñetazo estrellarse en sus alas. Sin esperar un ataque y aturdida por la repentina ceguera, Raynare no pudo defenderse y el golpe mandó su cuerpo a volar como si fuese un mero muñeco de trapo. Estrellándose contra la puerta de madera detrás suya y atravesándola como si de cartón húmedo se tratase, el cuerpo de la ángel caído rodó por el suelo, destrozando el concreto y levantando una cantidad considerable de polvo antes de poder recuperar su equilibrio y levantarse en mitad de la calle.

Pudo ver cómo desde el interior de la casa de los humanos, insignificantes para ella y cuyo apellido ya había olvidado, una pequeña figura salió con pasos tranquilos. Una ráfaga de frío viento nocturno empujó el polvo que la ángel caído levantó al ser arrastrada por el suelo, revelando a la pequeña demonio de largo cabello blanquecino. Vestía el mismo vestido azulado con el que la vio antes y su cabello seguía suelto, sacudiéndose suavemente con el viento. El único cambio real? Sus brazos estaban envueltos por dos guanteletes colosales de color negro adornados con brillantes líneas azuladas, casi de su mismo tamaño incluso. Sus garras se arrastraban por el suelo mientras ella caminaba, con una sonrisa amplia mostrándose en su rostro.

Un escalofrío recorrió la espalda de la ángel caído, y no era por el frío de la noche.

"Oh! Parece que se me pasó la mano... Quería quitarte solo una pluma, te quite más de 15... Bueno! Es tu culpa por ser débil! Me contendre más a futuro!"

Escuchó las palabras de la demonio frente a ella y una gota de sudor frío empezó a bajar por su rostro. Hacía un segundo su misión parecía que se cumpliría prácticamente sola, y la demonio frente a ella no emitía casi aura de energía demoníaca, era casi confundible con un humano por su escasa energía demoníaca. Ahora? Ahora podía sentirla... Y estaba aterrada. Sus piernas temblaban levemente, y retrocedió un paso por instinto mientras que formaba otra lanza de luz.

"MUERE PERRA DEMONÍACA!"

Raynare gritó con todas sus fuerzas, buscando darse valor a sí misma. Era sólo un perro callejero que escapó de su amo en el infierno. Debería poder matarla como a los miles que previamente ya asesinó. Con aquel pensamiento cegando su juicio y el grito llenándola temporalmente de valor, arrojó su lanza con todas sus fuerzas.

Luciela contempló la luz volar en su dirección, y poco le faltó para reírse ante la simplicidad de dicho ataque. Incluso la infantería promedio de los humanos podría hacerlo mejor si realmente lo intentaban! Se limitó a contener la risa pero dejar que su sonrisa mostrase lo divertida que la situación le parecía, mientras que empujaba una de sus garras. La energía demoníaca que llenaba su cuerpo en esos momentos brotó a modo de flamas azuladas que envolvieron la gigantesca zarpa que empujaba, y generaron una estela de energía que mostró el corte de sus zarpas al rebanar la mísera lanza de luz que le fue arrojada.

"Deberías tener cuidado con esos juguetitos, podrías dañar a alguien."

Con un tono burlesco y divertido en su voz, Luciela hablo al ángel caído a pocos metros suyos mientras que movía levemente los dedos de su garra, disfrutando de la sensación que una vez más la llenaba al sentir nuevamente su cuerpo lleno de energía demoníaca.