Adiós

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Disclaimer: Los personajes y la historia no me pertenecen. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo únicamente traduzco. La canción/poema Goodbye (Adiós) es de Alicia Keys (del libro Alicia Keys: Tears for Water).

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Ahí está. Inuyasha frunció el ceño. ¿Qué hace sola aquí fuera? ¿Dónde está Sango?

Inspeccionó la zona en busca de demonios antes de ponerse cómodo para observarla. Le irritaba que la exterminadora de demonios la hubiera dejado aquí fuera sola y desprotegida. Más le valía tener una MUY buena explicación para poner en peligro así a la miko.

Saltó rápidamente de su árbol a uno que estaba más cerca de Kagome. Era, por supuesto, para poder vigilarla más de cerca. No tenía nada que ver con el hecho de que no había estado casi nada con ella ese día y la echara de menos. O su aroma. Nop.

Se agachó en la rama e intentó ver lo que hacía. Colocó los brazos detrás de la cabeza y apoyó la espalda contra el árbol mientras soltaba un bufido de desdén.

Más escritos, pensó de forma gruñona. Siempre está escribiendo. ¿Por qué es tan importante el trabajo de clase, en cualquier caso? Lo único que hace es frustrarla o enfadarla.

Bajó la mirada hacia ella desde su escondite. Pero no parecía frustrada o enfadada. De hecho, parecía un poco triste. Inuyasha entrecerró los ojos peligrosamente mientras fulminaba con la mirada el papel en el que estaba escribiendo. Algo le estaba haciendo daño y estaba seguro de que tenía que ver con lo que estaba escribiendo. Su aroma, no es que fuera consciente de él más que de pasada, nunca miente.

Justo cuando estaba a punto de bajar de un salto y exigir saber lo que pasaba, o tal vez destrozar un poco de papel, apareció Sango. De repente tenía más ganas de destrozar a una exterminadora de demonios. ¡Cómo se ATREVÍA a dejar a Kagome así de desprotegida! ¿Y si no se hubiera dado la casualidad de que él anduviera por allí para cuidarla? Sí, de acuerdo, eso no era muy probable, pero ¡Sango no lo sabía!

—¿Te encuentras mejor?

Sango sonrió avergonzada ante la pregunta que le había formulado con amabilidad.

—Sí, gracias. —Se sentó al lado de Kagome frotándose el estómago con la mano—. Creo que la comida de la última aldea no estaba en buen estado.

Kagome sonrió e hizo girar el bolígrafo entre sus dedos.

—Y tú te reíste de mí por decir que prefería comer ramen.

Sango se sentó en el suelo mientras soltaba una carcajada y se echó hacia atrás hasta que estuvo tumbada en la hierba al lado de su amiga.

—Al menos acabé mejor que Miroku.

—Sí, no debería haber repetido.

—¿Una lección sobre la avaricia?

Kagome se rio alegremente. Inuyasha sonrió. Suponía que podía perdonar a Sango solo por esta vez. El recuerdo del pobre estado en el que estaba el monje le hizo hacer una mueca. No iba a volver a entrar en AQUELLA cabaña ni de broma. No hasta dentro de mucho, MUCHO tiempo. Se preguntó si tal vez Kagome podría traer un poco de aquel espray desinfectante. Sí, tenía un olor asqueroso, pero era mejor que el olor de la enfermedad. Afortunadamente, había sido Shippo el que se había ofrecido a cuidar de él.

Inuyasha estiró los músculos. Se estaba cansando de estar sentado y quieto. Ahora que Sango estaba aquí para cuidar de Kagome, podía ir a correr un poco. Era poco probable que alguien fuera a querer cenar, pero el demonio perro decidió que debería ir a cazar algo por si acaso.

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