El árbol

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Disclaimer: Los personajes y la historia no me pertenecen. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo únicamente traduzco.

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Trabajo n.º 15:

Piense de una nueva forma desde una nueva perspectiva. Escriba una historia corta, de entre mil y mil quinientas palabras, usando el punto de vista de un objeto inanimado. Recuerde que toda persona y todo tiene una historia que contar, sólo tiene que buscarla.

—¿Estás escribiendo sobre un qué?

—Un árbol. Ya te lo he dicho, Inuyasha.

—¿Un árbol?

—Sí. Un árbol.

La mirada que le dirigió dijo con bastante claridad que pensaba que había perdido la cabeza.

—Qué estupidez. ¿Quién iba a querer leer una historia sobre un estúpido árbol?

Kagome rechinó los dientes e intentó con todas sus fuerzas no «sentar» al amor de su vida. Se habían estado llevando tan bien últimamente, sería una pena saltar a una enorme discusión y estropearlo.

—El trabajo consiste en escribir una historia sobre un objeto inanimado. Eso quiere decir que tiene que ser una historia sobre algo que no se mueve. Normalmente, «inanimado» se refiere a cosas que no estén vivas, pero creo que, como un árbol rara vez se levanta y se mueve por ahí, calificará como tal.

—Sigo pensando que es una estupidez. —Miró a su alrededor y resopló—. ¿Quién quiere oír lo que tiene que decir un árbol?

Por supuesto, si seguía llamando a su idea perfectamente maravillosa y romántica una estupidez... puede que lo sentase hasta que llegase al centro de la Tierra. En ese momento, era una imagen muy satisfactoria.

—¿Está escribiendo sobre un árbol en particular? —preguntó Miroku, quien había estado disfrutando inmensamente de la «discusión» vespertina. Con Sango habiéndose marchado a su aldea a buscar más materiales, lo único que había que esperar con ganas era la inevitable discusión entre medio demonio y miko.

Ella se aclaró la garganta, girando la cabeza para que nadie pudiera ver el sonrojo que estaba segura que estaba calentándole las mejillas.

—Sí. El árbol sagrado.

—Eso podría ser interesante —dijo Miroku con una sonrisa cariñosa. Fue a sentarse en el mismo árbol caído que Kagome y se inclinó para acercarse, su voz fue dulce como la miel—. Estoy seguro de que el árbol sagrado podría contar una historia muy interesante.

—¡Apártate! —ordenó Inuyasha mientras empujaba al monje para sacarlo del asiento improvisado y tirarlo al suelo—. Sólo tú podrías hacer que una historia sobre un árbol sonase pervertida.

Miroku sonrió de buena manera.

—Ah, pero no es un árbol cualquiera, amigo mío. ¿Verdad? —Estiró una mano hacia Kagome con ojos centelleantes—. ¿Le importaría prestarme su mano para que pueda levantarme?

Inuyasha agarró la muñeca de Kagome cuando empezó a estirarse hacia su amigo.

—Yo te ayudaré a levantarte, monje.

Al instante, Miroku estuvo levantado del suelo. Completamente levantado del suelo. Sus pies se balancearon a unos tres centímetros del suelo mientras el demonio perro lo sostenía por la parte delantera de su traje. Por supuesto, teniendo en cuenta que esta no era la primera vez que había estado en esta posición, no pareció molestarle mucho a Miroku. Pero a veces se preguntaba por qué obtenía tanto placer de atormentar a Inuyasha provocando sus celos. Es que, ¿adónde se había ido su sentido de la autoconservación?

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