Plata y oro

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Disclaimer: Los personajes y la historia no me pertenecen. Los personajes son de Rumiko Takahashi y la historia es de TouchofPixieDust, yo únicamente traduzco.

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Trabajo n.º 2:

Escriba un cuarteto sobre su color favorito. Aunque la animo a que sea creativa, debe aprender a serlo con limitaciones. Estos son unos ejemplos de rimas: ABAB, ABBA, o AABB.

—¿Qué estás escribiendo ahora, Kagome? —preguntó Shippo mientras levantaba la mirada de su nueva obra de arte. Era un colorido dibujo de Kagome dándole un abrazo enorme con montones de corazones mientras Inuyasha estaba inconsciente por culpa de un particularmente doloroso «siéntate».

—Intento escribir un poema sobre mi color favorito —refunfuñó mientras borraba otra estrofa—. Pero ¡no me sale! ¡No tengo un color favorito!

—¿Qué tal el azul? Te gusta el azul, ¿no? Siempre te gusta mirar el cielo o el agua. Podrías escribir sobre el azul.

—Mmmm... no es mala idea, Shippo. —Escribió la palabra «azul». Era una buena palabra, además, había muchas palabras que rimaban con azul. Acabaría el poema en un abrir y cerrar de ojos.

—A la señorita Kagome también parece gustarle el amarillo —dijo Miroku, ignorando el picor de la huella de una palma en su rostro—. La mochila que se trae es amarilla. También parecen gustarle muchas de las mariposas y flores amarillas que vemos en nuestros viajes. Y el sol, lleno de calidez y de vida.

—Tal vez el rosa —sugirió Sango mientras sacudía un poco la mano para alejar el ligero picor—. La perla de Shikon es rosa. Y la energía que emites cuando usas tu arma es rosa.

Kagome suspiró. Parecía que a todos se les ocurrían colores sin esfuerzo alguno, y eso que ella se había pasado el día intentando encontrar una sola razón para un solo color. El amarillo era un buen color. Era un color alegre, y el rosa también. Se mordisqueó el labio, pero ninguno de esos era su color favorito. ¡Este estúpido poema no debería ser tan difícil!

Tras otro suspiro, dejó vagar la mirada hacia Inuyasha, que estaba revisando con ímpetu el campamento para asegurarse de que era seguro. Sonriendo, empezó a escribir. Siempre que hacía eso parecía un borrón de colores.

Un haz de luz

Del color de la nieve en nocturnidad

Volando a cada oportunidad

Plata es, casi al trasluz

Un haz de plenitud

Cálida miel, ámbar, de un metal sin par

Siempre me deja queriendo más

Dorada infinitud

Tenía que admitir que el plateado y el dorado eran dos de sus colores favoritos, pero solo porque le recordaban a su hanyou favorito. Pero el trabajo decía «color». Singular. Se preguntaba si podía salirse con la suya y tener dos colores favoritos. Probablemente no. Le dio la vuelta al lápiz y se preparó para borrarlo. Un haz plateado captó su mirada y alzó la vista para ver a Inuyasha, que estaba mirándola con aquellos ojos dorados suyos.

—¿Sigues trabajando en ese estúpido poema? —se quejó—. ¿Dónde está el ramen?

—El agua no hierve todavía, idiota.

Se alejó una corta distancia, de mal humor, y se quedó mirando la cacerola, esperando a que hirviera. Quería hacerle un comentario sobre vigilar cacerolas, pero decidió guardárselo. Era más divertido verlo esperando con anticipación. Le hacía parecer menos un guerrero y más un niño. Frunció el ceño. Aunque nunca ha sido realmente un niño, al menos no por mucho tiempo. Lo estudió mientras se colocaba las rodillas bajo la barbilla, comenzando lentamente a sonreír de nuevo. Tal vez eso era lo que hacía que estos momentos fueran todavía más especiales.

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