Capitulo 12: Sentenciada a Muerte

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Se quedó mirando a Zaheer. El mismo Zaheer de aquella época.

La misma imagen que estaba perpetua en su mente.

Sus ojos negros. Sus rasgos serenos. No lo soportaba. Su estómago empezaba a apretarse. Sus piernas empezaban a flaquear.

"Zaheer..."

Podía sentir el dolor de su mandíbula apretándose. Su respiración confusa dificultándole la entrada de aire. El calor que la llenaba por dentro, poco a poco. Quería calmarse. Quería hablar como una adulta y no como una niña rencorosa, pero era imposible. Jamás había meditado la posibilidad de encontrárselo fuera de un ring. Sonaba imposible.

El hombre le dio una sonrisa.

Odiaba aquella sonrisa.

"¿Sigues enfadada conmigo? Olvida todo eso. Ya no estoy conectado con ninguno de los sentimientos mundanos que tenía en el pasado. He madurado. He cambiado."

"La gente como tú no cambia."

Sus palabras se salieron como una ráfaga descontrolada de aire. Las escupió de la manera más fastidiada que podía. No se controlaba lo suficiente, era consciente de eso, pero no podía cambiar sus sentimientos por la persona que le destruyó la vida. Que le quitó las esperanzas y que la dejó en cama.

Le quitó las ganas de vivir.

"Hablo en serio. Deberías hacer lo mismo. Cuando dejes tu yo terrenal sentirás el alivio."

"Hay cosas que no se pueden perdonar. Hay cosas que no puedo dejar atrás."

Nuevamente le sonreía.

Joder. Solo quería tirarse encima y golpearlo. Sacarle esa sonrisa de su cara. Se estaba burlando de su sufrimiento. Está bien, él perdió a la mujer que amaba, pero fue un accidente. El loto rojo fue el que decidió que matar era la única opción. La venganza fue peor que todo.

"Si vas al torneo que Sato hará esta semana, te darás cuenta de que he cambiado. Ojalá nos veamos, Avatar Korra."

Siguió su camino, bajando las escaleras, como si no le importase nada de lo que ocurría a su alrededor. Lo miró hasta que su silueta era difusa en el horizonte. No se había dado cuenta de lo apretado que tenía los puños hasta que sintió la mano enguantada de Asami en la suya. Aflojó de inmediato. Se sentía perdida. A segundos de desmayarse en la entrada de la mansión. A segundos que caer en la desesperación. En el llanto.

Asami le decía algo.

No podía descifrar lo que la joven le decía.

Solo intentaba tomar aire. Ordenar ideas. Calmarse.

Su mente solo le repetía una cosa.

No dejes ir la oportunidad.

"¿Dónde está Hiroshi?"

"Korra, no..."

"Lo buscaré yo misma."

Avanzó por la mansión. Sus pies ardían, quizás por la fuerza que ejercía al pisar. Podía escuchar los pasos de la chica seguirla como una sombra. No iba a retroceder. No esta vez. Si Hiroshi no quería una peleadora, no la tendría. Pero esto era diferente. No existían esa clase de coincidencias.

Llegó al estudio del señor Sato. No se molestó ni en golpear la puerta. Solo la abrió. Él estaba solo. Se le veía una leve sonrisa de satisfacción que logró ocultar a tiempo.

Lo sabía.

Todo estaba planeado.

"¡Déjeme luchar contra Zaheer!"

Sato Fighters (Los luchadores de Sato)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora