Capitulo 9: Peticiones Reveladoras

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Despertó de golpe en plena madrugada. Estaba sudando. Sus manos temblaban. Lo último que vio en su cabeza fue el rostro de Kuvira aquel día.

Encontrársela cuando aún no estaba recuperada fue algo horrible. ¿Cómo había pasado de estar en la cima a estar bajo la suela de los zapatos de esa mujer? Ella sabía sus debilidades. Sus miedos. Sus traumas. Todo lo que provocó el accidente. Ahora podía manipularla a su antojo.

Sintió la húmeda lengua de Naga en su cara.

"Si. Tienes razón, amiga. Las cosas no están tan mal tampoco."

Se volvió a acostar, pero no logró dormir. Estaba preocupada por todo.

Quedarse en casa era peor. La hacía sumirse aún más en la desesperación. Salió a caminar con la gran bola de pelos. Necesitaba un poco de aire para despejar su mente. Después de almorzar algo rápido salieron de ahí. El día estaba soleado. Algunas nubes se movían guiadas por el viento.

Se sentaron en la plaza. Ahora Naga no dormía, si no que se sentó a su lado, acompañándola.

Siempre sabía que hacer para animarla.

Le ladró un par de veces.

La ignoró, y luego volvió a ladrar con insistencia.

Era como si supiera en lo que su mente vagaba.

Estaba dudando. Ya llevaba semanas en la fábrica. Siendo la peleadora estrella. Mientras la gran unificadora miraba desde la cima. Había algo en su nombre y se refería a su maniática intención de crear una red de fábricas. Una red de peleadores ilegales. Sitios así existían en todo el mundo, en todas las naciones. No había duda de eso. Pero esa mujer planeaba ser la líder de todos esos lugares.

El coloso estaba loco.

No lo sabía hasta hace poco, pero Kuvira, en su tierra natal, era líder de un sitio así en el Reino Tierra. Ser jefa en la Ciudad Republica le daba más oportunidad de hacerse con peleadores más variados. De otras raíces y técnicas.

Como sea, al final todos esos lugares seguían un mismo camino.

Ganar dinero a costas del sufrimiento y la sumisión de los peleadores.

Aunque seguía insistiéndose que ellos de peleadores no tenían nada.

Una de las peores cosas de todo el asunto, es que Kuvira no podía enterarse de su relación con Lin Beifong. Eso acabaría muy mal. Ahora que volvía a las peleas podía recaudar información de delincuentes que salían de sus escondites para ganarse unas monedas. Y todos esos datos irían a la jefa de policía. Aunque ahora todos los peleadores eran delincuentes.

Si se enteraban que había una soplona en la fábrica podía empezar a darse por muerta.

Toda la situación la tenía tensa. No podía hablar con su mentor Tenzin, porque le daría una larga catedra acerca del bien y el mal y la mala decisión que fue ir a pelear ahí y bla, bla, bla.

A Mako le daría un ataque si se entera que se enfrenta a prófugos de la ley.

Y probablemente si hablaba con Bolin solo aumentaría sus dudas.

Necesitaba una visión objetiva que solo se la podía dar una persona.

Se abrazo a sus piernas. No quería que su relación con la pelinegra acabara. ¿Por qué tenían que salir las cosas de esa forma? No era justo. Ahora que había encontrado una persona que podía entenderla. Que podía ser imparcial. Que podía ver los dos lados de una moneda y buscar soluciones sorprendentes.

Sato Fighters (Los luchadores de Sato)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora