Capitulo 15: Presentimiento Eficaz

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Llegó a la parte trasera de la fábrica. Sus piernas temblaban de cansancio. Había peleado contra cuatro sujetos. Ninguno de ellos era un peleador, solo eran delincuentes. Los tuvo que dejarlos inconscientes porque no iba a matar a nadie, aunque Kuvira lo quisiera así. Aunque en su mirada notara su afición y sus deseos enfermos. Era difícil. Su ropa azul ya estaba manchada de sangre y tierra. Su rostro estaba cubierto de sudor. No quería seguir haciendo eso.

No quería.

Quería alejarse de ese mundo.

Ya no iba la misma gente importante a aquel lugar. Solo apostadores. Solo fanáticos de la sangre y el sufrimiento. Ya no había limites, solo armas filosas y mortales en todas las esquinas del lugar. Ya no había objetivo en pelear ahí. Ninguna de las personas presentes le daría un futuro como peleadora. No ahí. No en ese lugar. Kuvira mantenía a cualquier persona interesada en las peleas profesionales lejos de ahí.

Kuvira era su verdugo particular.

Estaba encerrada en ese agujero y no podría salir de ahí.

Menos con esos monigotes que estaban de su lado, y ese Baatar que lograba mantener todo ese lugar en secreto, lejos de los ojos de la ley.

Todo apestaba.

Además, tenía a Asami en su mente, torturándola.

La imagen de ella, con sus ojos rojos, con su ropa pulcramente negra, con las flores en sus manos, con su rostro decaído por la pérdida de su padre, por la pérdida de ambos de sus progenitores, esa imagen le rompía el alma. No podía hacer nada por ella. No había nada en el mundo que le quitara ese dolor a la mujer que amaba.

Si no era capaz de ayudarse así misma a salir de ese lugar, ¿Cómo iba a ayudar a la mujer que amaba?

Un paquete le cayó en el rostro, sacándola de su ensimismamiento.

Tomó el paquete con dinero, y se levantó a duras penas, con sus músculos desgarrados y ardientes, para tomar una toalla y limpiarse el rostro. Estaba harta.

No quería mirar a Kuvira. No. Ella era su nuevo estigma. Ella era su nuevo enemigo. Zaheer ya había quedado en el pasado. Zaheer no era nadie en comparación.

"Eres demasiado blanda. Sigues sin endurecerte, no importa a cuantos te tiro encima."

Siguió con lo suyo, ignorando las filosas palabras de la mujer tras su espalda.

No iba a caer en su juego. En su insinuación.

"Es impresionante como aun con tus sueños rotos sigas el buen camino del Avatar."

Si. Era así. Sus sueños estaban rotos. La larga pelea que luchó fue en vano. Creía que iba a estar todo bien luego de lo de Zaheer, pero no, nuevamente la vida le escupió en la cara. Nuevamente estaba siendo arrojada en ese agujero de desesperación.

Se sentía inútil y perdida.

¿Pero en que se convertiría si mataba? ¿Si asesinaba?

No podía imaginar siquiera su vida de aquella forma.

"Seré una peleadora hasta el final de mi vida, no una asesina."

Cuando enfrentó la mirada de la mujer, está ya estaba de espaldas, caminando lentamente por el pasillo. Sus botas retumbaban, haciendo eco por el lugar vacío. Ese sonido metálico era abrumante. La carcomía por dentro. Sus manos temblaban cuando estaba con Kuvira. Una especie de odio e impotencia subía y bajaba por su garganta.

Le gustaría ser el Avatar y encerrarla en una prisión de roca.

En una prisión, ahí debía estar.

Sato Fighters (Los luchadores de Sato)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora