Cretino

846 37 0
                                    

- ¿Cómo te atreves a entrar sin tocar? - le preguntó furiosa Martina mientras con su blusa tapaba su brassier sin ponérsela aún dejando a la vista su ombligo, él sonrió y se le acercó, ella retrocedía a medida que él avanzaba hacia ella, aún no se colocaba su blusa solo se tapaba con ella, si se la colocaba corría el riesgo de tener que destaparse y Jorge la vería y más cerca ya que el avanzaba y ella chocó con la pared quedando entre la pared y su cuerpo, ella se fijo en sus labios entreabiertos que dejaban salir un aroma mentolado, él se acerco a sus labios, mientras ella veía como se acercaba peligrosamente.


- ¿Qué haces? - le pregunto ella intimidada, él se dio cuenta del efecto que causaba en ella y rió un poco.


- Lo que he deseado desde que te vi - ella había caído en su trance, mirando sus ojos verdes brillantes por la luz tenue que había en la bodega bajando a sus labios carnosos y provocativos tentándola a besarlos hasta desgastarlos y quedara el sabor de ellos en su boca, él ladeo un poco la cabeza advirtiéndole que la besaría ella no puso excusas y se acercó a ella a besarla, tomo sus labios entres los suyos, él sintió que algo se despertaba en su estómago y por primera vez, en mucho tiempo, sintió que debía besarla lento y despacio disfrutando de cada roce que hacían sus labios al hacer un movimiento, su dulce sabor quedó en los labios de él al separarse de ella por la falta de aire, ella bajo la cabeza avergonzada, nunca un hombre la había besado en contra de su voluntad sin que se ganara una bofetada muy bien puesta, pero ahora no tenía razón para abofetearlo, ella le había seguido el juego fácilmente sin repulsión ¿Con qué cara lo miraría ahora? Había dejado que la besara sin ser nada y aún peor sin conocerse. Él tenía intenciones de volver a besarla, deseoso de probar sus labios nuevamente se acercó otra vez a ella pero ella lo rechazó.


- Tengo que irme - dijo alejándose bruscamente de él - Allí está la ropa que pediste - dijo ella sin mirarlo caminando a la puerta y cerrándola en seco, sintiéndose culpable, fue a la tienda y se encontró a Caitlin hablando por teléfono angustiada.


- ¿No nos puede dar plazo hasta el mes que viene? Es que apenas la línea sale la semana que viene y ahora no tenesmo ingreso - le pregunto Caitlin a la persona por teléfono, ella recibió la respuesta y suspiró resignada, miro a Martina y le hizo un seña pasando su dedo índice por el cuello en señal de 'estamos muertas' Caitlin asintió hablando por teléfono y al final colgó resoplando.


- ¿Qué pasa? - preguntó Martina viendo a Caitlin preocupada, cohibida aún reclamándose a sí misma por lo que acababa de pasar y que por alguna razón - que no estaba muy interesada en saber - no salía de su mente.


-Martina el Sr. Wesley quiere que le paguemos la renta del local y como sabrás perfectamente la línea sale la semana que viene y en la caja no hay un solo dólar.


- ¿Qué? Pero si apenas hace dos semanas le pagamos la renta - pregunto preocupada ¿Otra carga?


- Sí, pero se irá de viaje y necesita el dinero y como estamos a mitad de mes, quiere que le paguemos y vendrá esta tarde por una respuesta.


- No puede ser.... - Martina resopló intentando calmarse pero nada funcionaba, las cuentas se le acumulaban y el estrés formaba parte de su rutina diaria.


- ¿Qué pasa? - pregunto Jorge llegando a su lado quien la miraba fijamente haciéndola incomodar más de lo que ya estaba con lo que sucedido.


- ¿Qué te importa? Ya tienes la ropa, ya te puedes largar de aquí - él se enfureció ¿Quién se creía ella para ordenarle algo? Era una tienda y por lo tanto era un cliente, no podía tratarlo así - Necesito tomar aire fresco, ya vuelvo - dijo Martina al borde de las lágrimas sabiéndolas ocultar muy bien y salió dejando un silencio sepulcral.


Caminando por las calles ahora llenas de tráfico, con sus manos en los bolsillos a causa del frío escalofriante que azotaba Nueva York, algunas lágrimas resbalaron por sus mejilla llenas de frustración y rabia. ¿Nada le podía salir bien? ¿Por qué todo lo que tocaba fracasaba en ello? Pasados los treinta minutos caminando sin rumbo volvió a la tienda, entrando vio al dueño de la tienda, frunció el seño al verlo, su paz y tranquilidad se habían esfumado reemplazado otra vez por estrés, se extraño al ver que Justin le entregaba un cheque al dueño de la tienda, miro a Caitlin confundida esperando que ésta le respondiera pero el señor hablo.


- Bueno Martina, fue un gusto tenerte como mi empleada y me retiro tengo cosas que hacer, adiós - Martina aún estaba confundida mirando a Caitlin esperando una explicación, porque en verdad la merecía.


- Martina verás.... - comenzó Caitlin sin mirarla a los ojos - Pues... - y de nuevo se quedó callada.


- ¿Qué pasa Caitlin? - la miró a ella, suficiente con aguantar la presencia del patán de Jorge como parar tener que ver a cada momento su sonrisa ególatra.


- Yo se lo diré, Caitlin - habló Jorge acercándose a ella, nada bueno le parecía eso - Le compré al señor esta tienda por lo tanto el nuevo dueño soy yo - sonrió ¿Cómo podía estar tranquilo cuando apenas ella lo escuchó hablar quería asesinarlo? Pero.... ¿Qué? ¿El nuevo dueño? Ahora sí sintió que el mundo se le venía encima, ella miro a Caitlin descuartizándola con la mirada, la había defraudado dejando que él comprara esa tienda que con tanto esfuerzo ellas consiguieron solas, sin su ayuda, para que venga el primero aparecido y la compre, así de irreal era - Cariño di algo ¿Por qué te quedas callada? - pregunto con su tono sarcástico y su sonrisa de comercial que si seguía en esa actitud pedante le haría desaparecer diente por diente.


- No puede ser - susurró aún sin poder creerlo, luego de meditarlo le pareció aún pero la idea - Eso quiere decir que... - la interrumpió.


- Eso quiere decir que como dueño oficial de esta tienda ahora yo seré tu jefe y tú mi empleada ¿Qué te parece? - ¿Qué le va a parecer? ¡Pésima la idea! ¡Espantosa, la peor del mundo!


- ¡Cómo te atreves a comprar esta tienda! - le gritó furiosa dejando salir la rabia y la impresión juntas, lo odiaba de verdad lo odiaba con todas sus fuerzas.


- ¡Ah, ah! - Chitó él paseándose por toda la tienda - No me grites - aludió con serenidad


- ¿No? A ver dime ¿Por qué no puedo gritarte? - él se acercó a ella lo suficiente como para intimidarla, de nuevo, en gran manera.


- No querrás ser despedida - susurró en su oído con tranquilidad y sonriéndole como si nada malo pasara ¡Cretino infeliz! El destino la odiaba infinitamente. De verdad este sería un difícil trabajo.

¿El Orgullo O El Amor? (Jortini) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora