Si

648 33 0
                                    

- ¿Qué rayos te pasa mujer? — soltó él de repente asustándola gran parte — ¿De dónde has sacado semejante locura? No eres mi tipo y eso deberías saberlo — ella se asombró al escucharlo responder tan asqueado de su pregunta, se sentía avergonzada y humillada ante su figura prepotente, se reprochó el que no tendría porque sentirse mal pero ¿Por qué se preocupaba tanto en su opinión? ¿No le parecía poco el que la estuviera tratando mal en su propio esfuerzo de diseñar? Se tenía que meter en esa cabecita que su opinión se la podía pasar por el medio de la suela de su zapato ¿Por qué de pronto le llegaba interesar su pensamiento sobre ella si la única reacción que él provocaba en ella era la psicópata? Un buen escape era que, a cualquier mujer no le agradaría a fondo que un hombre como él tuviera una opinión así de ella porque, a pesar de ser el hombre más detestable del mundo, podía ser una persona con mucho criterio y capacidad de pensar bien las cosas.

Él se alejó de ella con pasos dudosos, ella se sintió más tonta aún cuando la mayoría de la clientela la mira con desdén y lástima, un nudo en su garganta no la dejaba respirar en su totalidad atragantándola en su intento por reponerse de la humillación que en ese momento estaba pasando frente a ese tumulto de ojos posados sobre ella, se dio media vuelta y se fue a la bodega y en unos instantes después atravesó la tienda a pasos agigantados, Jorge escuchó el sonido que hace la campanilla que esta sobre la puerta al abrirse o cerrarse, miro la figura que iba saliendo y su corazón se comprimió al darse cuenta que la había herido a tal magnitud de huir como la hace una presa escapando de su cazador, pero debía dejar las cuentas claras y que no se creara ilusiones o por lo menos que no aflorara ese sentimiento que hasta ahora él venía comprimiendo durante varios largos años y que ahora parecía salir a flote de nuevo pero él no se dejaría engañar tan fácil de una ilusión.

Con la pereza más intensa del mundo se aproximó al teléfono que le atormentó el sueño que apenas había alcanzado hacía unas cinco horas, cada vez veía más lejos el teléfono hasta que al fin llegó donde él y contesto con toda la pereza en sus palabras precedidas por un bostezo.

- ¿Diga? — se escuchó su voz áspera y ronca, una ligera carcajada se escuchó del otro lado y una voz se escuchó.

- ¿Martina? ¿Te he despertado? — dijo esa voz masculina que la hizo desperezarse por completo y despertar definitivamente el sueño que tuvo con el conocido actor Tom Cruise, ¿Anormal? Todos los diseñadores obligatoriamente tienen que ser anormales, su capacidad de idear y su creatividad dependía de qué tamaño tiene la mente el diseñador, y ahí está el problema, ningún diseñador se hace llamar diseñador si pone límite a su capacidad de imaginación y creatividad por eso llama su personalidad 'Imaginación ilimitada'

- Por supuesto que no — soltó ella sobrándose con él, soltó otra risa y volvió a hablar.

- ¿Segura? — preguntó él al escuchar cuando atendió la llamada un bostezo con la pereza en su punto máximo.

- Vale, está bien pero no te preocupes ¿Qué pasa? — preguntó ella, fijando su vista en el reloj de pared que estaba en la cocina, se sobresaltó al ver la hora, corrió escaleras arriba tropezándose torpemente con el último escalón soltando un quejido de dolor.

- ¿Te pasa algo Martina?

- Solo me he caído — respondió con la respiración agitada se levanto como pudo y corrió a su habitación, tomó el primer conjunto que su mano agarró al azar en su closet y se lo puso sin siquiera mirarse el espejo qué clase de disfraz se había puesto - ¿Qué pasa?

- Ya ha salido la revista con tu colección y sales en una de las páginas de ella ¿Qué te parece? — ella cohibida aún por la noticia, porque la había olvidado completamente, contuvo el aliento sorprendida y sonrió aún más - ¿Me has escuchado? — Preguntó al ver que no recibía respuesta por parte de ella más que su respiración entrecortada - ¿Estás ahí?

- ¡Por supuesto que sí! — soltó ella en un chillido de alegría en un tono muy agudo, él volvió a reír.

- La revista esta a la venta en todas partes, además te llevarás una sorpresa. Tengo que irme ¡Adiós! — colgó dejándola en la pura intriga, esperaba que esa sorpresa no fuera mala.

Se volvió a fijar en la hora y bufó, eran las diez de la mañana y ella siempre llegaba a las ocho y treinta a su trabajo y aún Jorge le reclamaba ¿Cómo sería ahora?

Llegó en diez minutos a la tienda olvidando completamente la noticia de esa mañana, entró y echó un vistazo por el vidrio de exhibición de la tienda, suspiró al no ver a Jorge cerca y se dirigió a la entrada, atravesó la puerta y pronto los nervios se apoderaron de ella al ver la figura dominante que estaba en frente de la puerta. Con los brazos cruzados en su pecho, su mirada cortante y fija sobre ella estaba él esperándola en la puerta, ella se mordió el labio inferior al ver que era lo suficientemente estúpida por no pensar en una excusa ¿Qué iba a decir? '¿Había tráfico?' Por supuesto que no, no era la hora pico así que las calles estaban despejadas casi en su totalidad.

- ¿Qué es esto? — preguntó él cortante mostrándole una revista en la que salía de portada ella y con el enunciado en fucsia 'La nueva y sorprendente diseñadora' ella sorprendida llevó sus manos a su boca sonriendo a más no poder lo que intensificó el enojo de Jorge, luego leyó unos subtítulos que la hizo gritar de alegría 'La moda tiene nueva imagen' — Respóndeme lo que te pregunto — ahogó en grito su furia, ella se puso seria y lo miro.

- Una revista — se burló ella.

- No seas estúpida y contéstame lo que te pregunte — soltó de repente asustándola a ella.

- No me trates así, que seas mi jefe no quiere decir que me puedas que tratar como te de la cochina gana — siguió con su relato — Pablo... — apenas lo nombró Jorge soltó una carcajada sarcástica.

- Debía suponerlo — espetó irónico, ella lo ignoro y siguió respondiéndole.

- Hicimos un trato, yo le vendía dos colecciones de mi línea y él me daba créditos en su revista.

- ¿Trato? ¿Qué carajos te pasa? — estalló en un grito dejando salir toda la ira que venía acumulando.

- ¡No me grites! Te agradezco que no te entrometas.

- ¡Lo hago porque ahora soy dueño de esta tienda y por lo tanto soy tu jefe y no puedes hacer lo que te da la gana! — ahogó en un máximo grito, desesperándola.

- ¡Es mí línea es mi problema! — soltó ella también en un grito.

- ¿Sí? — Pregunto irónicamente él junto a una carcajada burlona llena de maldad — ¿Qué te pareces este otro problema? Estas despedida.

¿El Orgullo O El Amor? (Jortini) TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora